Real Madrid-Juventus / El Madrid sube el volumen
El tercer gol de Gonzalo en el torneo mete al Madrid en cuartos. Di Gregorio evitó un triunfo más claro del equipo de Xabi, desatado en la segunda mitad. Volvió Mbappé.
Diferente rival, mismo plan en el Madrid: Rüdiger en lugar de Asencio y Tchouameni como tercer central. Un once de seguridad, que funcionó bien ante el Salzburgo, para el primer partido monumental, contra otra casa real europea y a todo o nada. La alineación confirmó que Xabi Alonso prefiere un nueve puro, por canterano que sea (Gonzalo), a uno impostado, por galáctico que parezca (Bellingham, Rodrygo…), y que con tres centrales se siente más cómodo hasta que el equipo le demuestre lo contrario.

En el banquillo de enfrente, Igor Tudor volvió a los clásicos tras una rotación extrema ante el City que provocó una avalancha de goles y de críticas, adversas ambas. Puso a sus cuatro centrocampistas de cabecera y a su ataque titular, Yildiz incluido.
La ocasión perdida de Kolo Muani
Xabi Alonso dejó en la víspera dos mensajes que sonaron a advertencia para los presuntos disidentes: hay que aprender a disfrutar sin la pelota y la exigencia es igual para todos. En definitiva, que nadie queda rebajado de servicio en la presión tras pérdida. De momento, existe la intención y falta la insistencia. Logró algún robo prometedor el Madrid en el inicio, pero cuando la Juve escapó de la emboscada llegó con extrema facilidad a la meta de Courtois. Fue Yildiz quien lanzó la orden de ataque. El alemán de origen turco es un futbolista de visión, presencia y remate. Un jugador estupendo con la banda izquierda como campo base, pero que se maneja muy bien en todo el frente de ataque. En su primera intervención notable puso a Kolo Muani frente a Courtois. El francés picó la pelota defectuosamente. En la segunda aparición lanzó un derechazo que desvió providencialmente Tchouameni. Cada intervención suya sobresaltó al equipo blanco hasta que se quedó sin aire y se evaporó.
La primera media hora del Madrid confirmó, por enésima vez, que tener el balón no es tener el partido. Lo mareó, hizo el parabrisas frente al área para acabar con disparos de larga distancia, el remedio que solo se aplica cuando al equipo no se le ocurre otra cosa. Esa llamada de emergencia suele atenderla Valverde, que al borde del descanso estuvo cerca de sorprender a Di Gregorio.

Hasta el minuto 30, en que el uruguayo se infiltró tras la línea enemiga para colocar a Bellingham frente a Di Gregorio, con el que perdió la apuesta, el Madrid fue un cero en ataque por falta de velocidad en la circulación y de viveza en los desmarques.
Arda Güler es, mientras no haya otra cosa, la primera piedra del fútbol de transición, pero esa vocación, que pasa por jugar tantas veces a un toque, por ser protagonista principal sin parecerlo, aún no la tiene.
La Juventus, con una defensa remendada y el disgusto de una mala temporada en el cuerpo, se dejó hacer sin sufrir, esperando una contra y entregándose a Yildiz, el antiarrugas de la ‘Vecchia Signora’. En ese primer asalto su única virtud reseñable fue la paciencia y una contribución muy notable al partido pelmazo que se vivía en Miami. Tudor tiene la casa ordenada, pero eso es poca cosa para un grande de la historia.
Y por fin, el mejor Madrid
La doble vida de Tchouameni permite cambiar mucho sin cambiar nada. Sin tocar el once, Xabi sumó al francés como cuarto centrocampista a cambio de descontar un central por ver si ahí se iluminaba el equipo. Y de pronto, se desató el Madrid. Dos remates intencionados sin puntería, de Valverde y Trent. Dos que salvó Di Gregorio, a tiros de Bellingham y Huijsen. Vinicius, en su salsa, con ese aire de extremo festivo y desbordante, un rifle de repetición. Y, finalmente, el gol, en centro medido de Trent y cabezazo imponente de Gonzalo, un delantero centro sin filtro, algo que no ha existido en el Madrid este curso. Un jugador con sus habilidades en el juego aéreo y con ese sexto sentido para el gol resulta imprescindible en un equipo. Había sido una sombra hasta entonces, pero acudió en cuanto se lo pidió el equipo. No le exijan participación. Lo suyo es definición. A veinte minutos del final entró Mbappé, para recordarle que es segundo plato, pero nadie le puede sacar ya de la primera plantilla.
No se esperaba demasiado del francés, más allá de sacudirse el óxido tras la gastroenteritis que sufrió. Entró para coger sensaciones. También llegó Modric, el mejor activo para echarle el lazo a encuentros así. Esa ciencia se echará de menos. Mientras, Di Gregorio dilataba la sentencia deteniendo tiros de Güler y Tchouameni. Solo él evitó un triunfo blanco de más lustre.