River, con un plantel mal armado y especialista en eliminaciones tempranas
Sin gol ni jerarquía, el River de Gallardo quedó afuera con Monterrey y sumó un nuevo fracaso en 2025. En desventaja con los brasileños, pero también incapaz de superar a Talleres o Platense, el técnico tendrá que renovar el equipo para la Libertadores.
Es cierto que las lesiones y las suspensiones en plena competencia empiojaron la situación y que River mereció ganarle al Monterrey en la segunda fecha, triunfo que habría asegurado la clasificación. También es verdad que todo lo externo que podía salir mal, salió peor: Inter le ganó sobre la hora al Urawa, los mexicanos le sacaron un empate milagroso a los italianos y el extraño sistema de desempate olímpico obligaba a un triunfo contra el subcampeón de Europa. Pero, dicho eso, este River está muy por debajo de su potencial: gastar 53 millones de dólares y no tener gol debería ser declarado ilícito futbolístico.
En Estados Unidos no quedó en evidencia el equipo sino el plantel, mal armado, desbalanceado en los diferentes puestos y con exceso de edad. Se lesionó un jugador -Sebastián Driussi- y la delantera quedó huérfana: Miguel Borja jugó porque no había otro. El banco de suplentes contra el Inter fue demasiado Out of Context, sin alternativas y con apellidos que serán repasados por los hinchas en algunos años y provocarán una carcajada -tanto como el mediocampo titular-. También fue inesperado el ingreso de Giorgio Constantini, un chico que de sumar cinco minutos en el Apertura pasó a ser el volante central contra un gigante europeo.
El regreso de Gallardo cumplirá un año en agosto y, más allá de los triunfos en los superclásicos -incluso con suplentes-, hasta ahora su balance es defectuoso. El ridículo que hizo Boca contra Auckland City no debe ser consuelo: River es más grande que las derrotas ajenas. Cómo hará este equipo para tornarse competitivo contra los equipos brasileños en la Copa Libertadores -en caso de pasar a Libertad en octavos de final, claro- hoy suena a pregunta sin respuesta. ¿Alcanzará con Maxi Salas? ¿Sumará jerarquía en el ataque? ¿Quién será la alternativa a Enzo Pérez, el ídolo que le puede ganar a todo menos a la edad? ¿Los jugadores campeones del mundo rendirán de acuerdo a esa etiqueta?
Tampoco queda claro por qué Gallardo, como si sólo insistiese con una idea ofensiva, apuesta más a una versión de River 2018 o 2019 pero sin esa calidad de jugadores, en vez de reciclar aquel River 2015, más guerrero, utilitario y que, si tenía que defender, lo hacía. En todo caso, ya pasaron muchos años de aquellos equipos que a los hinchas les generaban identificación. Todo lo hermoso que vivió River entre 2014 y 2019 se convirtió en poco y nada, o en expectativas sin cumplirse, entre 2020 y 2025.
River viajó a Estados Unidos a ganar, no a competir, pero fue incapaz de eliminar al Monterrey. El único consuelo posible es que, de cara a la Libertadores, sirva para rearmar un plantel con demasiado óxido y que se está especializando en eliminaciones demasiado tempranas.