River, con un plantel mal armado y especialista en eliminaciones tempranas

Sin gol ni jerarquía, el River de Gallardo quedó afuera con Monterrey y sumó un nuevo fracaso en 2025. En desventaja con los brasileños, pero también incapaz de superar a Talleres o Platense, el técnico tendrá que renovar el equipo para la Libertadores.

Andrés Burgo
TyC
River, también el River de Marcelo Gallardo, se está especializando peligrosamente en eliminaciones demasiado tempranas. No se trata de dramatizar el fútbol pero tampoco de naturalizar las derrotas. El 2-0 ante el Inter de Italia no supone ninguna deshonra y bastante bien jugó un equipo remachado, pero quedar afuera en primera ronda contra el Monterrey es un fracaso, uno más, en un año en el que River perdió una final contra Talleres, quedó eliminado contra Platense y no pasó un grupo en el que debía sobreponerse a un representante de Asia y otro de la Concacaf.

Es cierto que las lesiones y las suspensiones en plena competencia empiojaron la situación y que River mereció ganarle al Monterrey en la segunda fecha, triunfo que habría asegurado la clasificación. También es verdad que todo lo externo que podía salir mal, salió peor: Inter le ganó sobre la hora al Urawa, los mexicanos le sacaron un empate milagroso a los italianos y el extraño sistema de desempate olímpico obligaba a un triunfo contra el subcampeón de Europa. Pero, dicho eso, este River está muy por debajo de su potencial: gastar 53 millones de dólares y no tener gol debería ser declarado ilícito futbolístico.

En Estados Unidos no quedó en evidencia el equipo sino el plantel, mal armado, desbalanceado en los diferentes puestos y con exceso de edad. Se lesionó un jugador -Sebastián Driussi- y la delantera quedó huérfana: Miguel Borja jugó porque no había otro. El banco de suplentes contra el Inter fue demasiado Out of Context, sin alternativas y con apellidos que serán repasados por los hinchas en algunos años y provocarán una carcajada -tanto como el mediocampo titular-. También fue inesperado el ingreso de Giorgio Constantini, un chico que de sumar cinco minutos en el Apertura pasó a ser el volante central contra un gigante europeo.

El regreso de Gallardo cumplirá un año en agosto y, más allá de los triunfos en los superclásicos -incluso con suplentes-, hasta ahora su balance es defectuoso. El ridículo que hizo Boca contra Auckland City no debe ser consuelo: River es más grande que las derrotas ajenas. Cómo hará este equipo para tornarse competitivo contra los equipos brasileños en la Copa Libertadores -en caso de pasar a Libertad en octavos de final, claro- hoy suena a pregunta sin respuesta. ¿Alcanzará con Maxi Salas? ¿Sumará jerarquía en el ataque? ¿Quién será la alternativa a Enzo Pérez, el ídolo que le puede ganar a todo menos a la edad? ¿Los jugadores campeones del mundo rendirán de acuerdo a esa etiqueta?

Tampoco queda claro por qué Gallardo, como si sólo insistiese con una idea ofensiva, apuesta más a una versión de River 2018 o 2019 pero sin esa calidad de jugadores, en vez de reciclar aquel River 2015, más guerrero, utilitario y que, si tenía que defender, lo hacía. En todo caso, ya pasaron muchos años de aquellos equipos que a los hinchas les generaban identificación. Todo lo hermoso que vivió River entre 2014 y 2019 se convirtió en poco y nada, o en expectativas sin cumplirse, entre 2020 y 2025.

River viajó a Estados Unidos a ganar, no a competir, pero fue incapaz de eliminar al Monterrey. El único consuelo posible es que, de cara a la Libertadores, sirva para rearmar un plantel con demasiado óxido y que se está especializando en eliminaciones demasiado tempranas.

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