Flick, el año de los prodigios

Este jueves se cumple un año de la llegada oficial del alemán. Llegó con un club a la deriva y un vestuario roto y ha girado la historia. Ha sido honesto desde su primera charla con Gündogan. Renovó hasta 2027, pero se irá a la primera duda interna.

Juan Jiménez
As
El año de los prodigios. Así podría titularse la película con Hansi Flick, que el 29 de mayo de 2024 aterrizó en un club que era una casa de locos. Xavi, que había anunciado sin avisar en enero que se marcharía en junio, se echó atrás y arrancó el sí de Laporta a su continuidad en la famosa noche del sushi. Sin embargo, el vodevil duró días. Deco intuyó que aquello no tenía ningún sentido y viajó a Londres junto a Bojan. Con permiso de Laporta, había fijado una cita con Flick en el distinguido barrio de Mayfair. Concretamente, en casa de Pini Zahavi, representante del entrenador alemán.

Apoyado en la reestructuración de la parcela física, que ya había sido decidida por el club incluso antes de su fichaje, Flick le ha dado la vuelta como un calcetín a un equipo que ha levantado los tres títulos nacionales y ha alcanzado un nivel de comunión olvidado con su afición y expresado físicamente en la rúa de los campeones de hace un par de semanas.

Lo primero que arregló Flick es un vestuario que estaba roto por el insoportable ruido de las filtraciones. Desde el inicio, cuando tuvo la gallardía de mirar a Gündogan, que había sido su capitán en la selección alemana, y recomendarle que se buscase equipo, ha hablado con sinceridad y crudeza a los jugadores. El vestuario le ha comprado sus mensajes, también el futbolístico.

No era fácil. Flick ha admitido a final de temporada que, al principio, los jugadores manifestaron sus dudas sobre jugar con un sistema que ponía su defensa a 40 metros de su propia portería. Para futbolistas como Iñigo, con 33 años, era algo nuevo después de una vida en el fútbol. Y, sin embargo, el vasco ha terminado convirtiéndose en el líder de la defensa en la que todos han creído. Ganada la batalla de la credibilidad, el resto vino solo. El equipo ha ganado en verticalidad, ha vivido más de los centros desde las bandas que del juego interior. Ha marcado 174 goles, el tercer Barça más goleador de la historia, a uno solo del equipo del segundo triplete (175).

Flick ha manejado bien los equilibrios. Ha cerrado a cal y canto el vestuario para evitar fugas de información. Se ha entendido bien con los capitanes. Pero, sobre todo, ha conseguido la mejor versión futbolística de muchos jugadores. Casos como los de Koundé, Iñigo, Balde, Pedri, Raphinha o Ferran han resultado memorables. Y también ha sabido llevar al más joven, Lamine, y al más veterano, Lewandowski. El premio a su temporada ha sido la renovación de su contrato hasta 2027. El club la ha acompañado con la renovación de casi todos los pesos pesados. Eso le permite, a la espera de los fichajes que pueden aterrizar, vislumbrar un proyecto estable. Pero, sobre todo, Flick quiere ver apetito en el vestuario. A la primera duda, se irá.

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