Dos batallas, dos títulos... y un duelo en Múnich por el triplete en el horizonte
Madrid y Barça se jugarán la Copa (26 de abril) y LaLiga (10-11 de mayo) y pueden verse una tercera vez en 36 días en la final de la Champions del 31 de mayo. El Barça tiene ventaja en LaLiga.

El favoritismo de momento es culé y está justificado, vive un mejor momento deportivo y además, tiene a su favor los precedentes de la temporada: se ha llevado los dos Clásicos del curso con claridad, el de Liga ya mencionado y el de la final de la Supercopa de España, por 2-5. Quizás ahí esté también la mayor motivación para el Madrid, pensando sobre todo en la final de Copa de Sevilla: una oportunidad para vengarse tras dos palizas que hicieron tambalear el proyecto. Y si no acompañan a los de Ancelotti los antecedentes de este curso, sí lo hacen los históricos: el Madrid ganó cuatro de las siete finales de Copa en que se enfrentó al Barça, entre ellas las dos últimas, ambas en Valencia, en 2010 y 2014; en la segunda, el entrenador ya era Carletto y fue definida por aquel carrerón de Bale. El Madrid ha llegado a esta final y entra en este cierre de temporada con hasta tres Clásicos en ciernes generando serias dudas en el campo, pero también con la gasolina mental de haber recibido nueve goles del eterno rival hace bien poco.
Y en el Barcelona, hasta el siempre comedido Flick cometió un exceso inhabitual en él al final del partido del Metropolitano. Preguntado por la posibilidad del triplete, se dejó ir: “Soñar está bien, soñar está permitido, pero tenemos que estar enfocados y trabajar duro”.
El técnico se unía a la cuerda de varios de sus jugadores más jóvenes, como Pedri, Gavi, Ferran o Lamine Yamal, que habían hablado sin ningún complejo de la posibilidad de aspirar a todos los títulos y, además, de jugárselos contra el Madrid. Algo que a generaciones más veteranas de barcelonistas les pone los pelos de punta y casi consideran pecado pensar. Motivos para soñar no le faltan a este grupo de jugadores, que no conoce la derrota en lo que va de año y que suma 21 partidos seguidos invictos. De la mano de un Lamine que asume con naturalidad su papel de líder en ataque y con un Pedri que está haciendo la mejor temporada que se le recuerda, el Barça se ha rearmado con una participación coral en la que varios jugadores dan su mejor versión.
A Raphinha no se le recuerda una temporada igual, Íñigo Martínez está a un nivel digno de sus mejores años en el Athletic, Lewandowski ha batido ya su marca goleadora desde que llegó a Barcelona, Ferran es el revulsivo perfecto y hasta Szczesny, reclutado de una playa de Marbella, está asentado y suma ocho porterías a cero. En contra del Barcelona y a favor del Real Madrid juegan la experiencia: la plantilla blanca es más veterana (27,3 años de media por 25 de la culé) y muchas de sus figuras vienen de ganar dos Champions en tres años. Y este Barça excelso se apoya mucho, quizá demasiado, en Lamine Yamal (17 años), Cubarsí (18), Gavi (20), Balde (21) o Pedri (22)...