NFL | Super Bowl / Los Eagles aplastan a los Chiefs y detienen el reinado de Mahomes
Philadelphia es el nuevo campeón de la NFL después de destrozar en la Super Bowl a Kansas City en la primera parte. Los Chiefs se quedan sin un histórico tercer título.
En su búsqueda de la historia en un repleto Caesars Superdome de Nueva Orleans, los Chiefs se la pegaron y no de cualquier manera: jamás en los siete años que dura la era Mahomes se les había visto tan descosidos, tan fuera de sitio y, en general, tan superados. Ni siquiera en la final de 2021, en la que los Buccaneers de Brady asestaron un duro 31-9. Los Eagles, sedientos de revancha por la Super Bowl que perdieron ante Kansas City hace dos años, no tuvieron el más mínimo tipo de piedad para acabar con el reinado de un equipo al que, como sucede habitualmente en el deporte cuando alguien marca una época, se le tenía muchas ganas.
Philadelphia, un equipazo de pies a cabeza, se aprovechó de que la narrativa en la previa giraba en torno al three peat de los Chiefs y bajó el suflé de Kansas City de sopetón con una exhibición total, en todas y cada una de las facetas de este deporte: una defensa impenetrable, dominio absoluto en las trincheras, una carrera catedralicia y un juego de pase que funcionó a placer y que le valió a Jalen Hurts para hacerse con el MVP de la Super Bowl, el primero de su carrera, a la par que su primer anillo, a los 26 años. Tal fue el baño de los Eagles que ni siquiera necesitaron al mejor Saquon Barkley, quien se marchó de los Giants en busca de un título que ya tiene y que completó un ‘discreto’ partido con 57 yardas de carrera en 25 intentos, además de 40 yardas de recepción.
Verdaderamente, Kansas City dio señas durante toda la temporada regular de que lo que le pasó en esta Super Bowl podía suceder en algún punto, pero la sucesión de victorias tapó una serie de carencias que los Eagles sacaron a relucir de lo lindo: Mahomes anda bastante solo, con una línea que sufre desconexiones y que no le deja demasiado tiempo, sin receptores capaces de erigirse como número uno de un aspirante al título y con un Travis Kelce que, a sus 35 años, sufre el inevitable paso del tiempo. Eso es lo que se vio en Nueva Orleans, donde el oxidado ataque de los Chiefs de este año terminó por descarrilar y la defensa de Steve Spagnuolo no fue capaz esta vez de sostener al equipo porque por encima le pasó el tren de mercancías, o mejor dicho el caza de combate en honor al lema Fly Eagles Fly, que es este equipo de Pensilvania. Los de Philadelphia golpearon primero y marcaron territorio, ya que su primer touchdown llegó con el temido tush push que culminó Hurts. Desde ahí, todo fue cuesta abajo para ellos, ya que los Chiefs jamás fueron capaces de reengancharse.
De hecho, Kansas City consiguió un primer down en su primera jugada de ataque de la final y, tras ello, no logró mover las cadenas ni una sola vez más en toda la media hora inicial. Mahomes, sin receptores abiertos, fue atosigado por la agresiva línea defensiva rival, el juego de carrera fue inexistente, Kelce no atrapó un par de balones y el tempo lo marcaron en todo momento los Eagles. Ni siquiera una intercepción a Hurts, en su único gran fallo de la Super Bowl, cambió el signo del partido, algo que suele pasar cuando los de Kansas City están en la lona y se encuentran con un regalo.
Tal era la desesperación del quarterback de los Chiefs que acabaron llegando los errores, dos de ellos garrafales: primero Mahomes lanzó una intercepción que Cooper DeJean convirtió en pick six, el primero de la carrera del quarterback en playoffs, y poco después fue Zack Baun el que se hizo con un lanzamiento del tejano que, dos jugadas después, supuso el touchdown de recepción de A.J. Brown que puso el sonrojante 24-0 con el que la final se marchó al descanso. Aquellas dos equivocaciones, además, hicieron que Mahomes se convirtiese en el segundo quarterback con más intercepciones en Super Bowl, siete, a tan solo una del récord absoluto de John Elway. Y una más que las que cometió Brady en el doble de finales. El tres veces MVP de la Super Bowl se fue al entretiempo con apenas 33 yardes de pase y seis intentos completados, datos que obligaban a los presentes en el Superdome a frotarse los ojos.
![Jalen Hurts celebra la victoria.](https://img.asmedia.epimg.net/resizer/v2/L4STIK4HJNMLWAGANU55FO5XXQ.jpg?auth=40a5a288869309e2592c885042912e2c0e3f188af3d27c63f7f54b02a8ebc6b8&width=360)
Humble fue uno de los temas que interpretó en el show del descanso Kendrick Lamar, quien protagonizó una actuación en la que destacó la aparición de Serena Williams y que seguramente no sea recordada eternamente, y es que los Chiefs recibieron en esta Super Bowl una soberana cura de humildad. Porque los Eagles, además, no soltaron un mínimo el pie del acelerador en la segunda parte, y no permitieron el más mínimo conato de reacción de Kansas City, cuyos tres títulos previos en esta era habían llegado con remontadas en el último cuarto. En la final de 2017, los Patriots de Brady levantaron 25 puntos de diferencia a los Falcons, pero esa proeza queda todavía reservada en exclusiva para el más grande de todos los tiempos, que continúa aventajando a Mahomes en cuatro anillos dentro de la carrera particular que mantienen ambos. La remontada no pasó del término de utopía porque, a la vuelta de vestuarios, nada de lo que estaba ocurriendo cambió: de nuevo, presión asfixiante a un Mahomes que se peleó, sin éxito, contra el mundo. Mientras los Chiefs seguían sin pasar del medio campo, los Eagles iban poniendo más y más puntos, y una sensacional bomba de 46 yardas de Hurts hacia DeVonta Smith engordó la paliza hasta el 34-0.
Gozó la hinchada de Eagles, mayoría en el Caesars Superdome de Nueva Orleans, y que disfrutó del superlativo partido que completó su equipo. No hay plantilla con tanto talento en la NFL como la de Philadelphia, y el repaso a los Chiefs es un golpe sobre la mesa. Con la final ya decidida, Kansas City pudo al menos maquillar, de forma muy liviana, lo que estaba sucediendo. A los tres cuartos de hora de partido llegaron los primeros puntos para los vigentes campeones, con Mahomes encontrando por partida doble a Xavier Worthy y a DeAndre Hopkins para sus tres touchdown de la noche, no sin entre medias protagonizar un fumble que supuso su tercera pérdida del encuentro. Al final, el quarterback de los Chiefs acabó con 257 yardas de pase, aunque ninguna de ellas con relevancia en el transcurso de uno de los peores partidos que se le recuerdan tanto a él a título propio como a los de Kansas City como colectivo.
La fiesta fue total para los de Philadelphia, que se permitieron el lujo de sacar a su quarterback suplente, Kenny Pickett, y que le brindaron una inmensa alegría a una de las aficiones más intensas de todo el país y una legión de devotos, la cual viajó en masa hasta Nueva Orleans y que colapsó minutos después las calles de la ciudad de Luisiana para celebrarlo. Lo festejaron, por supuesto, con la música de Rocky, icono de la localidad de Pensilvania. Su primer título en la era moderna fue en 2018, cuando frenaron a la dinastía que eran los Patriots de Brady (aunque New England ganó el campeonato al año siguiente), y ahora es la dinastía de los Chiefs de Mahomes la que se la pega con estos Eagles. No habrá historia en forma de tercera Super Bowl consecutiva para Kansas City. En cambio, sí que hay un vuelo del águila potente como pocos en la liga.