Con las atajadas de Armani y el espíritu de Montiel: River ganó, pero se sigue esperando mucho más
Venció 1-0 a Lanús, en otra producción por debajo de las expectativas; Borja marcó el gol, pero luego falló un penal y el equipo de Gallardo terminó muy apurado
LA NACION, Claudio Mauri
Mucho debe masticar y madurar River cada triunfo, si es que lo consigue. La victoria sale con fórceps. Todo muy ajustado y finito, sin sobrarle nada, con una deuda futbolística que se mantiene. Al menos en el Monumental resuelve los jeroglíficos en que se le transforman los partidos. Tercer triunfo de local, todos conseguidos con una cuota importante de sufrimiento, siempre en los últimos 20 minutos, cuando la impaciencia recorre las tribunas, rogando por un acierto y ovacionando a Franco Armani, otra vez con atajadas decisivas (cinco) para sostener el tinglado.
Desde el error en la primera fecha contra Platense que le costó un gol, el arquero bajó la persiana, igual de firme cuando lo buscan desde fuera del área o en la corta distancia. Su aporte es fundamental porque a River no le sobra gol, y los pocos que marca es una renta tan escasa que necesita a Armani como garantía. Con el grito “Pulpo, Pulpo” del final, los hinchas le agradecieron el triunfo al arquero.
Las atajadas de Armani y el espíritu de Gonzalo Montiel. De esa manera, River va tratando de hacer pie en el torneo. El lateral es uno de los pocos, sino el único, que sacude a un equipo que cae en largos pasajes de desorientación y letargo. Montiel acelera por la derecha y perfora. Instala una ilusión que no se desprende en otros sectores del campo. Ampliamente se había hecho acreedor a ejecutar el penal que Borja tiró a la tribuna. Como el colombiano es un angurriento con los penales, no le cede la pelota a nadie, tendría que haber intervenido Gallardo para indicar que el responsable de la ejecución debía ser el que le dio el título del mundo a la Argentina.
Especialmente porque después del 1-0 y el penal fallado, River la pasó mal, y lo mantuvo a flote Armani. El equipo con el porcentaje de posesión más alto del Apertura terminó pidiendo la hora, e implorando que Armani no se hubiera roto una costilla cuando chocó contra un poste al desviar una emboquillada de Canelo.
Todo rival que a River lo espera, le achica espacios y le corta el ritmo, indefectiblemente lo complica, lo mete en un laberinto al que no le encuentra la salida. Y esto le viene ocurriendo frecuentemente. Es así desde la primera fecha contra Platense, un desarrollo que tuvo puntos en común con los partidos siguientes. Un River corto de ideas, que cuando pisa campo rival parece adentrarse en una dimensión desconocida, no tiene hoja de ruta para llegar al arco contrario.
Tras el 0-0 ante Godoy Cruz con sabor a nada, Gallardo hizo seis cambios. Le sobran razones para meter mano en la formación. Un motivo puede ser la necesidad de rotar por la acumulación de tres partidos en una semana. Pero también tiene la obligación de provocar una reacción futbolística, que su equipo empiece a responder a las expectativas que creó con los dos mercados de pases en los que intervino el Muñeco.
Además de modificar una vez más el sistema (del 4-3-3 en Mendoza al 4-2-3-1 de este domingo), la mayor novedad estuvo en la inclusión del juvenil Santiago Lencina, volante ofensivo con solo seis minutos en primera división, cuando Marcelo Escudero hizo la transición de un cotejo de Demichelis a Gallardo. Zurdo, este chaqueño de 19 años (campeón con la reserva, cuatro goles y nueve asistencias en 36 encuentros) jugó a perfil cambiado sobre la derecha. Sus nervios fueron apenas un poco superiores a los de un equipo que juega con la intranquilidad del que no le salen las cosas.
Lo más destacado de River 1 - Lanús 0
Lanús se agrupó y en el primer tiempo cumplió con el objetivo de no pasar apuros, sobre todo dentro del área, salvo en una jugada del comienzo, cuando Colidio definió por arriba del travesaño. Con Galoppo impreciso, Pity Martínez y Driussi empezaban jugadas que rara vez podían terminar. La secuencia iba de un mal pase a una pérdida, de un desentendimiento con el compañero a la imposibilidad de superar al marcador rival. Así se le iban los minutos a River.
Como poner a un jugador en situación de definición ante Losada era una misión imposible, River recurrió a la media distancia. Colidio presionó sobre una salida imprecisa de Izquierdoz y sacó un remate que arañó Losada antes de que pegara en el travesaño. Pity Martínez, por primera vez titular desde su regreso a River, también probó un par de veces desde fuera del área, sin encontrar el arco.
Lanús, sin descomponer su bloque de contención, dejó a Moreno y Bou para el ataque, apoyados circunstancialmente por Salvio y Carrera, encargados de custodiar las bandas. Lanús se aplicaba más en enfriar el partido que en subir las revoluciones ofensivas.
Con Borja por Driussi, Colidio pasó más al armado de las jugadas. River tuvo más ritmo y encontró el gol con Borja, certero cuando le quedó una pelota que Meza había trabado con un rival. Tranquilidad parcial y relativa, porque tras el penal desviado por Borja a River le entró una increíble flojera, con Armani como única solución.