River ni siquiera pierde con dignidad
Deportivo Riestra profundizó la crisis futbolística del equipo. Martín Demichelis, nuevamente, en el centro absoluto de la crítica.
Un partido curioso para River, como si hubiera estado de más en el calendario, cuando ya todo el mundo tiene la cabeza en la Copa América o en este receso insólito, con los mejores jugadores convocados para los amistosos preparatorios. Un partido otra vez en el no menos curioso Guillermo Laza, con una escenografía muy diferente a la que River está acostumbrado, con un rival aguerrido, económico, que maximiza cada una de las acciones realizadas en el campo. Un rival que se juega la vida. Un partido, decimos, curioso, un jueves laborable, por la tarde, dado que Riestra no posee iluminación, con un River que, de movida, entró con un semblante adusto, serio, incómodo. Un partido que, finalmente, de curioso, pasó a lamentable para el Millonario.
A Deportivo Riestra se le marcan dos cosas habitualmente: el rigor físico, al límite, con el que juega cada pelota y cierta pasividad arbitral que recibe ante fallos que podríamos resumir en polémicos. Este Malevo de Fabbiani, para ganarle a River, ni siquiera necesitó de hacer uso de pierna fuerte. Muchos menos hubo fallos del referee que lo favorecieran de algún modo. Fue una victoria limpia. Riestra le ganó a River bien, merecidamente, jugó el partido que quiso jugar y el once de Demichelis se vio superado en el marcador y también en el juego, dado que no supo nunca qué hacer. No hay manera de poder justificar esto, habida cuenta de los presupuestos de uno y otro. Muchos menos lo hay, si tenemos en cuenta que el funcionamiento de uno es hacer lo que puede con sus recursos y el del otro es salir a ver lo que pasa sin idea alguna.
Desde hace un año casi, tenemos, bah tengo, en estas columnas posteriores a cada match que juega River, una postura crítica respecto al devenir del equipo. La involución, que fue atemperada por títulos de un partido y por un fixture mega accesible en la Copa, siempre dejó traslucir que había eso, justamente, un retroceso marcado en el juego del Millonario. El Monumental, con su gente, también ayudó en cuanto a que las victorias apaciguaron los temporales, aunque, así y todo, aparecieron los silbidos para el técnico allí también. En concreto, nos hemos cansado de decir que las victorias de baja intensidad no debían confundirnos, que el problema de River es estructural, es de fondo, es de base, por eso está ahora con múltiples frentes abiertos en el mercado de pases viendo cómo tapa los agujeros.
Muchos, muchísimos, dicen que el ciclo de Demichelis está cumplido. CC, Ciclo Cumplido. Incontables voces lo gritan, otros lo dicen, otros lo piensan. Se podrá discutir si lo está o no, lo que es seguro es que el ciclo está deteriorado, desmejorado, desgastado y mil sinónimos más. Demichelis no entra en la piel del hincha, así como entra en la piel del jugador. Los futbolistas, desde hace un tiempo, se nota, no le responden en el verde césped. Por eso, no hay futbolistas potenciados, por eso hoy tiene que tirar a cuatro chicos de 16, 17 y 18 años para que le den una respuesta que otros no le dan. Por eso, increíblemente, Agustín Palavecino, ingresa también para jugar aunque todos sabemos que está o vendido o prestado. Por eso no juega un futbolista comprado por diez millones de dólares hace como tres partidos. Por eso, si no están los tres jugadores de jerarquía en serio del plantel, Armani, Paulo Díaz y Borja, no hay muchas posibilidades de zafar o de que te salven.
Se enojan mucho cuando se marcan estas cuestiones, hay retos, molestias, algún intento de disciplinamiento ante la crítica. Se tratan de amortiguar los señalamientos hacia el entrenador, incluso, direccionándolo hacia los futbolistas. "Es toda de los jugadores, eh", "si no dan respuestas...veremos que sucede con algunos", "llama la atención la respuesta ciertos nombres". Se dice que hay exageraciones de hinchas "histéricos", que cunden las "viudas de Gallardo", que "los números son buenos de todas formas", que se ganaron tres títulos y un universo de justificaciones cuyo único fin es el de desestimar la opinión de quienes ven que River se perfila hacia otro año desperdiciado. Pero, como dijimos una y otra vez acá, no podés tapar todo el rato el sol con la mano, por algún lado los haces de luz se van a filtrar. River, cuando sale de su cancha, es superado, futbolística y actitudinalmente. Se le planta cualquiera y le hace partido, no importan las aptitudes que tengan. Tuvo suerte que en el año no le tocaron equipazos. River no sólo juega mal, no pelea sus partidos. Cuando le toca perder, ni siquiera lo hace con dignidad, se evapora en una derrota triste, amarga, olvidable.
Sí ha tenido suerte Demichelis en algo y es en lo siguiente: luego de un papelón, que los hubo, y varios, le tocó: o jugar con rivales absolutamente menores y de local siempre, o no jugar por un tiempo prolongado o jugar de visitante. Fíjense si tendrá suerte ahora que por...¡más de un mes! no vuelve a jugar. La muchachada desde mañana tiene más de dos semanas de vacaciones, vuelve a hacer una pretemporada comenzando julio y mientras tanto, andá a saber qué pasa con el balance de este semestre tan flojo, de estas derrotas tan tristes, con jugadores que no sabemos si seguirán o no, con los refuerzos que no sabés si llegarán o no. No habrá una devolución del Monumental, de la gente que lo colma en cada partido, tampoco. Demichelis, con el mundo fútbol enfocado en la Selección Argentina y la Copa América, tendrá este tiempo de paz sin paz, donde, si no hay movimientos decididos de quienes toman decisiones en el club, todo seguirá como está. ¿Por qué? Porque los diagnósticos que hace el entrenador son muy errados y están alejados de lo que supone una mejora real. Pensemos, sólo como ejemplo: Fonseca terminó siendo el 5 del equipo y González Pirez, sí, uno de los más denostados por el entrenador en el off the record famoso, el capitán. Una confusión tremenda, con un asesoramiento que pareciera empeorarlo todo, exponen a Demichelis y lo dejan tecleando mal ante el hincha. Aunque este contexto sin competencia le juega a favor.
River tiene una sola bala de plata todavía, la Copa Libertadores. Ha llegado a este extremo, donde, una eliminación, con el que sea, seguramente haga poner fin a un ciclo que lleva ya, como decimos, un año de involución. Ojalá que alcance con el Monumental y su gente para ir superando las etapas que lo dejen a las puertas de una conquista, que hoy parece lejana. Aunque, mucho mejor sería tener un River que te dé confianza, que te emocione aún en la derrota, que deje la vida en cada jugada, que juegue al fútbol con su mandato histórico. De visitante. Y de local.