Colombia en alerta: ocho ciudades están entre las 50 más peligrosas del mundo
Según un informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal AC, el delito creció de forma alarmante en el país sudamericano
Los informes que alarman a Colombia
El informe más simbólico para los colombianos es el presentado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal AC. En una comparativa que contrasta la situación de todos los Estados del mundo desde 2010, se tomaron las tasas de homicidio de cada ciudad con las cifras de criminalidad y de población de cada gobierno.
Por primera vez desde que se realiza el ranking, ocho ciudades de Colombia entraron en el listado de las 50 más inseguras del planeta y tres de ellas integraron el top 30, situación que no ocurría desde 2012.
Para las personalidades del sector empresarial, académicos, universitarios y sindicatos de México, Buenaventura es la urbe más peligrosa del país sudamericano y ocupa el puesto 24 del listado.
Sincelejo, la capital del departamento de Sucre, entró en el puesto 25 y luego viene la conocida Cali en el 29, Santa Marta en el 38, Cartagena en el 42, Cúcuta en el 43, Palmira en el 44 y Barranquilla cerró las apariciones colombianas en el lugar 49.
Otro reporte importante fue el que realizó Global Initiative con el Índice de crimen organizado. Colombia aparece como el segundo país con mayor puntuación en criminalidad, solo por detrás de Birmania.
InSight Crime, otra organización que investiga el desarrollo de la criminalidad y sus causalidades, elaboró un ranking de las tasas de homicidios en 2023. Colombia ocupa el puesto 12, con 25,7, entre los países de América Latina y el Caribe. La posición implica una leve mejoría respecto a 2022, con una baja porcentual del 1,5 %.
Según cifras de la Policía Nacional, en 2023 se registraron 13.432 homicidios en una nación de 52,2 millones de habitantes, y Putumayo y Cauca fueron dos de los departamentos con mayor cantidad de asesinatos, con tasas de 60,6 y 53,3 cada 100.000 habitantes respectivamente.
Por su naturaleza geográfica y por las cifras del resto del país, las islas de San Andrés y Providencia parecen casos aislados de una extrema violencia. Los poblados del departamento homónimo tuvieron la mayor tasa del país de homicidios: 65,8 en 2023 contra el 45,1 obtenido el año anterior.
No solo los delitos graves crecieron en Colombia, sino también los menores. Entre enero y octubre de 2023, más de 308.426 personas denunciaron ser víctimas de robo, uno de los hechos delictivos más frecuentes en las calles. Los casos registrados implican el valor más alto registrado en una década. De igual forma, el hurto de vehículos y las extorsiones aparecen como contribuyentes a la creciente inseguridad.
Causas de la crítica situación de Colombia
Colombia es sin dudas un epicentro de la violencia y el crimen transnacional, no solo influyente en Sudamérica, sino en todo el mundo. Global Initiative, en pleno análisis de la situación delictiva del país, destaca la complejidad de las redes criminales y los grupos de índole mafiosa.
Lejos del auge de los grandes carteles, entre 1980 y 1990, hoy el narcotráfico persiste como el principal negocio. Colombia tiene el principal mercado de cocaína del mundo y en 2022 se observó un crecimiento sustancial de las hectáreas sembradas de coca: pasaron de 204.000 a 230.000 al cierre de 2022 y la producción potencial de droga llegó a las 1738 toneladas.
El Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia, surgido del desmembramiento de las Autodefensas Unidas, es una de las principales agrupaciones involucradas en el tráfico y venta de drogas. Opera desde la región de Urabá, una ubicación predilecta por los narcotraficantes por su cercanía a Medellín y a la frontera con Panamá.
Este límite fronterizo específico resulta ser fundamental para otro tipo de actividad delictiva, la trata y el tráfico de personas. El tapón de Darién, una región selvática remota y de difícil acceso para la infraestructura estatal y las fuerzas de seguridad, resulta una amenaza para la ola migratoria que atraviesa el continente rumbo a Estados Unidos.
Otro problema histórico de Colombia son las guerrillas. Si bien los acuerdos de paz firmados en 2016 trajeron un alivio para la sociedad, las facciones disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC) continúan siendo un motor de violencia.
El Estado Mayor Central, conocido también como ex-FARC Mafia, la organización que agrupa a los sectores paramilitares disconformes con la paz, persiste en sus ataques contra civiles y otros grupos criminales en defensa de su estructura económica ilegal: los secuestros extorsivos y el narcotráfico. Otro grupo similar, pero de menor tamaño es Segunda Marquetalia.
El Ejército de Liberación Nacional es otro de los grupos insurgentes que emuló el modelo de negocio guerrillero y lo internacionalizó en Venezuela. Al ser enemigo de las FARC, las diferencias llevaron a enfrentamientos armados y cientos de muertos, entre civiles involucrados en los atentados y bajas en ambas facciones.
Las dos principales organizaciones guerrilleras aceptaron formar parte de las negociaciones con el gobierno de Gustavo Petro, enmarcadas en la Ley de Paz Total, aunque está lejos de convertirse en una solución definitiva.
Colombia atraviesa el renacer del narcotráfico y al mismo tiempo la complejidad política y militar del crimen organizado. El componente paramilitar es uno de los principales obstáculos para el abordaje directo de la alta criminalidad y violencia en el país.
El gobierno nacional, a través de los acuerdos de paz, busca reducir el número de actores y, como consecuencia, el volumen del negocio del narcotráfico y los delitos relacionados con la actividad ilegal.