River quedó eliminado, temprana y merecidamente
por el bravo Temperley. Un resultado que, otra vez, volvió a dejar a
Demichelis en el ojo de la tormenta.
Ernesto Provitilo
También hace poco, hace unos días, hubo unos silbidos generales
para Martín Demichelis. Los consideré justos, incluso necesarios. Había
que dar una devolución por la flojisima presentación ante Boca,
eliminación mediante, y el débil talante exhibido ante Nacional de
Montevideo, donde le empataron un partido llevándoselo por delante
sin oposición alguna. No hubo más que eso, unos silbidos para hacer
saber el descontento, para corregir, para mejorar, porque, no, no todo
da lo mismo, lo vuelvo a repetir, el sol con la mano lo tapás un ratito
nomás. La lectura del técnico, a partir de esta reprobación, entiendo
fue positiva. No se complicó declarando. Pero hubo otro problema
alrededor de lo que sucedió a partir de esta silbatina. Desde muchos
sectores se buscó, primero, relativizar el hecho, "no fue toda la cancha", "fueron apenas 20 mil personas" (?), luego "fueron cuatro o cinco mil" y terminaron siendo unos pocos "histéricos". Más allá de algo que podríamos llamar una "deflación del chiflido", todos eran comentarios que minimizaban el hecho y lo dejaban como una expresión "inexplicable". Pero a
esto le siguió, directamente, un disciplinamiento, también de sectores
interesados. Se bajó, coordinadamente y por muchos lados mensajes del
tipo: "cómo vas a silbar al técnico","perdió pocos
partidos y ganó tres títulos", "la silbatina fue cruel", "todos nos
equivocamos en nuestros laburos", "nadie es perfecto", "exigir sí,
silbar no", "en realidad el país está así", "fuimos todos como sociedad"
(?). Es decir, una serie de "retos" de muchas voces con micrófono o pluma que intentaban corregir lo sucedido en pos de la construcción de
un relato que tacha de díscolo o histérico a todo aquel que manifieste
un enojo genuino. Bueno, ahora nos eliminó Temperley, ¿qué hacemos?
¿Miramos para otro lado también? ¿Amortiguamos la crítica hasta el ridículo nuevamente?
Voy a ir por otro lado. Me tocó charlar con los hinchas en la cancha post partido con Belgrano y sentí un apoyo sincero y popular hacia el técnico. Obviamente, estaba la efusividad propia de hablarle a una cámara y con un 3-0 aún candente. En concreto, noté que había una banca que era auténtica. Pero, hay un pero. No dejaba de haber, incluso en el respaldo más asertivo, una mirada de reojo, un "te banco pero no hagamos cagadas". Y, además, es un apoyo con nombre y apellido: nombre Copa, apellido Libertadores. La gente quiere la Libertadores. El equipo sale a la cancha y ni se escucha el "Y dale River dale", se escucha, atronador el "Yo te quiero Millonario yo te quiero de verdad, quiero la Libertadores..." Le pide eso a este River. No, no quiere "competir", en el torneo continental. No, no quiere hacer un buen papel o perder dignamente en instancias fuertes. Quiere ganar la quinta, hecha
y derecha. Y la quiere porque River viene del mejor ciclo de la
historia donde las banderas levantadas eran las de la ambición deportiva
y la hegemonía futbolística. La quiere porque se nos dice que el
club está bárbaro y tiene mucha plata. La quiere porque tiene una cancha
espectacular donde el hincha hace su esfuerzo (económico también)
para ganar los partidos La quiere, básicamente, porque esto es River y
hay que ir por todo. Para conformarse están en otras cosas. En lo que
sos fuerte, el objetivo se busca de forma denodada. Lamentablemente, en
ese horizonte, el cómo está quedando relegado por, lo vuelvo a decir,
los triunfos de baja intensidad, que son, la gran mayoría, en el Estadio
Monumental. Esos triunfos necesarios, que le dan razón de ser a este
ciclo, no logran encauzar el norte del equipo. Esta conducción del
fútbol de River hoy ha llevado a que la Copa ya sea una bala de plata,
que todo desemboque en un innecesario plata o mierda en lo que pase
allí. Un ultimatum banal.
Decía, ir por otro lado, porque hay otras voces, muchas, que dicen que el ciclo de Martín Demichelis está cumplido. Se
basan en los equipos que arma, en la selección de jugadores para ir al
campo, en la postergación de juveniles acompañada de futbolistas de
curiosa llegada al club, en una involución futbolística que lleva mucho
tiempo ya, en el trato con ídolos del club y el vaciamiento de
liderazgos, en la falta de autocrítica y alguna declaración soberbia que
lo distancia de la gente, en lo poco que transmite desde lo actitudinal
el equipo, en los cambios, en cómo para al equipo, en su prestación
como visitante, en...y podríamos seguir porque son innumerables los
cuestionamientos. No interesa acá calificar a los sujetos de enunciación
de estas críticas, que, creo, tienen mucho asidero en su mayoría. Pero
no se las puede ningunear. Es un guante a recoger. River hoy necesita
reforzarse con tres o cuatro jugadores que vengan a dotarlo de todo
aquello que perdió cuando decidió dejar a un costado las banderas
insignia del Muñeco Gallardo. Si esto es ser viuda, seré viuda, no hay
ningún problema, Pero, hoy River necesita recurrir al legado inmediato
histórico porque le urge salir a buscar referentes que perdió, que en realidad, eligió perder. Entonces,
ahora, hay que traer jugadores que transmitan furia ganadora para,
además, darle un salvataje al técnico. Creo que ésta también es una bala
de plata: River se juega todo a lograr un acertadísimo mercado de
pases, que combine la dichosa jerarquía con hambre de gloria.
Respecto al partido con Temperley, como pasó en otros partidos, una
historia repetida. Hace muchos años era una costumbre porteña poner un
banquito en la puerta de la casa y tomar unos mates y ver lo que pasa en
el barrio. Así se comporta River en los mata mata, que, por lo visto, habrá que llamarlos los pierde-pierde.Se toma unos mates en los partidos para ver lo que pasa. Si se observa bien, hay futbolistas en puntitas de pie.
Claro, no sale bien. Si enfrente te ven mansito, te comen. Se llame
Temperley, Rosario Central, Inter de Porto Alegre o Boca. Cuando vimos
la defensa presentada, pensamos todos, creo, lo mismo: "uf Herrera con lo bajo que está, Pirez con Martínez, que peligro, bueno, al menos está Milton". Lo
de Héctor David Martínez, es, sin dudas, lo más curioso. No juega.
Cuando lo hace, los minutos que está, no lo hace bien. La gente no
confía en él, todo indica que tiene salida en este mercado de pases. ¿Por qué se lo elige antes que a Boselli?
El uruguayo, inexplicablemente relegado, digo inexplicablemente porque
nadie nos explica por qué no juega, es un jugador con potencialidad, que
cuando le toca estar, cumple, necesita minutos, confianza, tiene pasta,
se nota. Es demasiado clara la cuestión, no puede ser que la veamos
todos y el cuerpo técnico no. Pero bueno. Este River, carente de
referentes, el capitán está en el arco a 60 metros de la jugada, Borja
es Borja y Paulo ni siquiera estuvo en el banco, presentó este equipo tibiecito que encontró un gol gracias a un tiro libre de Barco y luego se pinchó
como si estuviera goleando. Temperley olió sangre, honró su rica y
aguerrida historia, puso lo que hay que poner y se lo empató de guapo,
para el delirio de su gente que copó esa popular de Mendoza. Los penales
para el Gasolero ya eran una premio a ese sacrificio y esa actitud. Y
para River, un sufrimiento. No diré nada de Armani y los penales,
llevamos mucho tiempo acá diciendo que es necesario que River mejore en
el aspecto penales porque hoy es clave, pero bueno, siga siga.
Se juega como se vive, dicen muchos por ahí. No sé. Pero la "arenga" de Demichelis tiene un tinte hasta medio cómico, una impostura que ya termina siendo postura en el plano de lo real. "Quiero ver lenguaje corporal de convencimiento, no de preocupación" ¿Qué? Pienso en Carletto Ancelotti cuando hay penales para el Madrid, "metanla en el arco". Siguió Micho:"Olvídense de esa energía que está afuera, de la gente, olvídense de todo". Esto ya pasa del ridículo a la ofensa.
¿Qué gente hay que olvidar? ¿La gente que lo viene bancando, que llena
las canchas donde un River sin energías justamente brinda presentaciones
olvidables? ¿De eso hay que olvidarse? Ni hablemos del uso de la
palabra energía, gran detector de discursos vacíos. Y hubo más: "Nos lo empataron en la última posesión".¿De qué habla? ¡Es una arenga para ganar una puta tanda de penales! ¿Por qué hay un tipo hincado, pilcha y jopo perfectos, que parece más un CEO que un DT rogando
que la metan en el arco con frases goma? Ese lenguaje corporal, ya que
estamos, era el de un tipo abatido, ni hablemos de sus expresiones en la
propia serie de penales. La serie "Lie to me" va a hacer una temporada
basada en esto nomás, estoy seguro.
Todo era cantado, ojalá
que su ciclo no termine siendo una crónica anunciada, no, no quiero
citar la novela de García Márquez textual, es fútbol nomás. Nadie quiere
eso, todos queremos lo mejor para River, todos. Pero urge cambiar, en serio. Dejar a un costado cierto orgullo,
recuperar aquello que en los últimos años nos ha hecho una referencia
temible en el continente y que hoy no tenemos. El River de los jugadores
y cuerpo técnico con los ojos rojos, inyectados en sangre, River no puede salir a ver lo que pasa. Se nos dirá, de nuevo, "che los números son buenos, apenas perdió un par de partidos".
Bueno, este con Temperley fue empate, súmenlo si quieren. La cosa va
por otro lado, es más profundo. Y se nota en muchas acciones y en
detalles. Dos ejemplos y con esto cerramos: los últimos tres penales
los ejecutaron Fonseca, Sant`Anna y Martínez. El ex Defensa encima fue
enviado a ejecutar el quinto, de golpe, de la nada, se estaba jugando
todo ahí. Es tan increíble como injusto, pero habla de lo que es River hoy. Lo último: sólo
una persona habló en Mendoza: Casco, uno de los buenazos, eterno perfil
bajo, le pidió disculpas a la gente. Milton, héroe de Madrid, poniendo
la cara en la derrota, entiende por donde va la cosa.