Estafas y secuestros: el infierno de los migrantes ecuatorianos que quieren llegar a Estados Unidos
No sólo los coyotes, sino también las organizaciones criminales cobran miles de dólares a los migrantes que viajan hacia el norte del continente
Esto es parte de un nuevo éxodo migratorio motivado por la violencia en el país y por las extorsiones a las que son sometidos miles de ciudadanos ecuatorianos por parte de grupos narcodelictivos, según explicó a Expreso Renato Rivera, director del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado.
De acuerdo con información de la agencia AFP, más de 150.000 migrantes cruzaron el Darién este año. La mayoría son venezolanos, haitianos, ecuatorianos y colombianos. En ese tramo selvático, los migrantes deben enfrentarse a los peligros del Clan del Golfo. Según las plataformas Insight Crime y Open Democracy, en el Darién operan del lado colombiano el Clan del Golfo –también conocido como Autodefensas Gaitanistas de Colombia– y del lado panameño “pequeñas bandas delictivas han sometido a los migrantes a un régimen de asaltos y violencia”. Estas organizaciones criminales controlan las redes de tráfico de personas, las amenazan, explotan, las asaltan o las utilizan como transportadores de droga. Cuando los migrantes son descubiertos sin haber pagado a un traficante de personas, los miembros del Clan del Golfo los utilizan como correos humanos para el envío de cocaína a través de la frontera en forma de pago, de acuerdo con las investigaciones de Insight Crime.
Quienes logran atravesar el Darién, luego deben continuar por el trayecto riesgoso y, al llegar a México, el último país antes de los Estados Unidos, también se arriesgan a ser estafados, asaltados o secuestrados. Infobae, a través de su redacción en México, reveló cuál es el modus operandi con el que secuestran a migrantes en Ciudad Juárez.
Los testimonios del horror
Primicias de Ecuador publicó la historia de dos migrantes ecuatorianos, Marcos y Gonzalo, cuyos nombres fueron cambiados por razones de seguridad. Ambos relataron cómo fue su trayecto por México y cómo incluso se vende a los migrantes a los cárteles del narcotráfico.
El 13 de abril de 2024, Marcos dejó Ecuador y esperaba llegar a los Estados Unidos en una o dos semanas, según relató a Primicias. Sin embargo, 45 días después, aún se encontraba en México, planificando un segundo intento para cruzar la frontera pues fue víctima de un secuestro y una estafa.
Marco viajó con tres personas más. De acuerdo a lo publicado por el medio ecuatoriano, después de aterrizar en El Salvador, cruzaron hacia Guatemala y luego a México, donde se unieron a un grupo de 11 migrantes. Pagaron USD 6.000 cada uno al coyote que los guiaba hasta Ciudad de México, y luego fueron trasladados a una “casa de seguridad” en Cuernavaca. Pronto se dieron cuenta de que estaban secuestrados. Los encargados les dijeron que para poder salir debían pagar USD 1.500 para recibir los supuestos amparos legales. Marco pidió a su esposa en Ecuador que empeñara todos los electrodomésticos de su casa para que pudiera depositar el dinero. Después de tres semanas de retención, pudo pagar y, junto a dos amigos, siguió el camino hacia la frontera con Estados Unidos.
Al llegar a Tijuana, la policía migratoria mexicana los detuvo, confiscando sus teléfonos y pasaportes. Los supuestos amparos resultaron ser falsos, y fueron llevados a Tabasco, lejos de la frontera. Marco y sus compañeros, estafados y sin dinero, contrataron a otro coyote para intentar nuevamente llegar a Estados Unidos, según contó a la plataforma.
Gonzalo, otro migrante ecuatoriano, relató a Primicias que viajó hacia Estados Unidos a finales de 2023 a través de la selva del Darién, junto a su sobrino. Después de sortear la peligrosa selva panameña, pensó que lo peor había pasado. Sin embargo, en México vivió la peor experiencia de su vida.
Al llegar a ese país, Gonzalo y su sobrino decidieron caminar hacia Ciudad de México para evitar los retenes policiales. Tomaron un autobús hasta Durango, cerca de la frontera con Estados Unidos. Según se lee en el reporte de Primicias, los hombres no imaginaron que la misma mujer que les vendió el boleto de autobús también informó a la policía de su presencia. En un retén, fueron detenidos y llevados a una casa donde los secuestradores se identificaron como miembros del cartel de Juárez. Luego fueron trasladados a una hacienda, donde les dijeron que habían sido vendidos al cartel de Sinaloa, donde estuvieron 15 días. Les obligaron a pedir USD 4.000 cada uno a sus familias. Gonzalo pidió USD 8.000 para él y su sobrino. Finalmente, lograron cruzar la frontera y actualmente viven en New Jersey, donde trabajan para enviar dinero y cubrir el costo de su liberación, de acuerdo con el medio ecuatoriano.