La salud mental de la generación sándwich: cómo enfrentar el desafío de cuidar a padres e hijos en paralelo
Algunas personas de mediana edad sufren de diversos estados de agotamiento por la doble dependencia de adultos mayores, niños y adolescentes, que están bajo su cuidado. Consejos de especialistas para evitar el burnout
“A medida que la sociedad responde al envejecimiento de la población con más atención para las personas mayores, la carga de estos cuidados suele recaer en la generación sándwich”, afirmó a CNBC John Wong, director del Centro de Ciencias de la Mente de la Universidad Nacional de Singapur.
Y completó: “El desafío es en ambos roles porque enfrentan algo desconocido, tanto sea como padres de hijos adolescentes o jóvenes como el rol de hijo de padres envejecientes y con nuevas necesidades. Se hace difícil distribuir el tiempo de manera apropiada y tener en cuenta las prioridades, porque de ambos lados el requerimiento es real”.
La psicóloga señaló que otro de los grandes desafíos que se escuchan en adultos de esta generación tiene que ver con lo financiero, “dado que muchas veces los costos de la atención médica de personas mayores son difíciles de afrontar y eso empeora la situación y profundiza la frustración”.
Y sumó: “Otra de las cuestiones que aparece entre los desafíos que despierta el envejecimiento de los padres tiene que ver con la percepción de que la relación se invirtió y ahora ellos requieren del cuidado de sus hijos. Esto despierta temores, angustias, culpa y muchos adultos expresan no tener la fortaleza para sostener a sus padres porque se angustian”.
Qué es el burnout del cuidador
También llamado síndrome de sobrecarga de la persona cuidadora o síndrome de la persona cuidadora “quemada”(del inglés burnout), alude al “estado de agotamiento, tanto emocional como físico, que experimentan quienes dedican gran parte de su tiempo al cuidado de una persona dependiente”, definen en la Fundación Pasqual Maragall para la Investigación sobre el Alzheimer.
“La persona cuidadora a menudo puede verse tan desbordada por las circunstancias que relegue a un segundo plano su cuidado emocional y físico. Nadie está preparado para afrontar una situación así y muchos cuidadores presentan síntomas de ansiedad o depresión”, explican.
Y describen: “A menudo pueden sentirse frustrados, con la sensación de no llegar a todo lo que tienen que hacer. La situación los absorbe de tal manera que muchas veces se ven obligados a dedicar menos tiempo a sus hijos, pareja o amigos, o a dejar de hacer aquellas cosas que les gustaban y les proporcionaban bienestar, acusando una gran sensación de falta de libertad. Consecuentemente, uno de los principales riesgos para el bienestar de quien cuida es caer en el aislamiento social”.
La fundación agrega que en el contexto del síndrome de la persona cuidadora es frecuente “sentir impotencia y rabia, así como sentirse abandonado o percibir que otros familiares se desentienden de la situación y de las necesidades de cuidado de la persona dependiente. Con frecuencia, además, quienes cuidan se sienten culpables por creer que no están atendiendo suficientemente bien a su ser querido”.
Este conjunto de emociones, sensaciones y pensamientos puede desembocar fácilmente en problemas psicológicos y físicos. “Tanto es así, que cerca de un 90% de las personas cuidadoras presentan alguna afectación del estado de ánimo, como apatía, irritabilidad, ansiedad o trastornos depresivos. También pueden sufrir dolores musculares o de cabeza, alteraciones del sueño o desajustes gastrointestinales, entre otros”.
Los principales síntomas de sobrecarga del cuidador son:
- Cansancio persistente.
- Problemas de sueño.
- Disminución o abandono de sus intereses.
- Elevada irritabilidad.
- Dolores o molestias sin tener ningún problema de salud aparente.
- Aislamiento social.
- Desinterés por vivir nuevas experiencias.
- Consumo de ansiolíticos y/o antidepresivos.
- Niveles de estrés y/o ansiedad elevados.
La licenciada Spinelli destacó que en estas situaciones “se produce un gran desgaste, los niveles de estrés son muy altos y, si no son acompañados debidamente, los cuidadores suelen sentir que tratan de estar en todo pero nunca llegan, aparecen los sentimientos de frustración y angustia, el no saber cómo cumplir adecuadamente con ambos roles de padre e hijo y, a la vez, ejercer un sano autocuidado”.
“Cada situación debe analizarse en particular porque no hay una receta única para todos”, dijo la psicóloga, y completó: “Es importante destacar que en estos casos donde convergen tres o hasta cuatro generaciones cada uno con sus propios problemas e inquietudes todos válidos, es importante mantener la calma y buscar ayuda profesional. Propiciar espacios de disfrute es difícil cuando uno lleva sobre los hombros el peso de la responsabilidad de esos cuidados, pero no imposible”.
La experta describió un ejemplo: “En muchos casos el cónyuge de una persona mayor con diversas patologías es el más afectado y no quiere llevar un problema a sus hijos, que a su vez están en la etapa de criar hijos y esto los lleva a veces a ocultar las situaciones preocupantes, lo cual después termina siendo una bomba de tiempo que cuando explota obliga a todos a correr y a desesperarse por no tener herramientas para encontrar soluciones efectivas”.
Consejos para prevenir el burnout
1. Dialogar. La licenciada Spinelli recomendó que cuando se empiezan a enfrentar los problemas del paso del tiempo con los padres, lo recomendable es sentarse con ellos a dialogar. “Es cierto que algunas patologías no propician el diálogo o quizás es imposible sentarse a razonar o reflexionar, aún así hay que tratar de observarlos, conocer cuáles son las dificultades principales sobre todo en el día a día, desde lo funcional y operativo. A veces, con pequeños cambios o apoyos la presión del cuidado disminuye”.
2. Escuchar y escucharse. “No pretender ser infalibles o superhéroes, es un nuevo desafío y una de las grandes ayudas es una información adecuada y no desesperarse. Los profesionales pueden intervenir desde una mirada objetiva que, lógicamente, los hijos no pueden tener, porque al estar inmersos en esa situación es muy difícil distanciarse. A todo esto a veces se agrega la propia crisis de la mediana edad que, por otro lado, nos interpela con el tan temido paso del tiempo”, expresó la experta.
3. Si un familiar está enfermo de Alzheimer, interiorizarse por la enfermedad. Esto ayuda a controlar mejor la situación. “Entender cómo la enfermedad afecta a la persona con Alzheimer permite comprender mejor sus reacciones y a adoptar la actitud y tomar las decisiones más adecuadas en cada momento”, dice la Fundación Pasqual Maragall.
4. Pedir ayuda. “Es importante reconocer que es necesaria y saber pedirla, especificando con claridad qué es lo que se precisa y dando incluso instrucciones concretas, para facilitar la labor”, recomienda la fundación.
5. Solicitar asesoramiento profesional y contención. “Son esenciales para evitar el desborde emocional, la somatización o sobrecarga y favorecer en todos los intervinientes el disfrute del vínculo entre padre e hijos, entre nietos y abuelos y entre pares”, destacó la licenciada Spinelli.
6. No olvidar el cuidado personal. “Cuidarse a sí mismo es un aspecto importante del abanico de responsabilidades de quien cuida y para ello necesita disponer de tiempo”, afirma la fundación.
La licenciada Casabella recomendó priorizar el autocuidado. “Para poder cuidar a otros tenemos que estar bien y eso incluye poder destinar tiempo en el disfrute personal, en el descanso y en los vínculos con nuestros pares: amigos, parejas u otras personas de la misma generación que estén atravesando situaciones similares. Compartir los dolores y los problemas con otros que están viviendo la misma situación puede ser muy sanador”.
En este sentido es muy aconsejable que la persona cuidadora:
- Procure dedicar tiempo a conversar con amigos y familiares.
- Mantenga una alimentación saludable.
- Duerma las horas necesarias.
- Realice actividad física de forma regular.
- Practique técnicas de relajación.
- Visite al médico oportunamente.
7. Recurrir a un espacio terapéutico. Si la frustración y la angustia se profundizan es una opción posible, aconsejó Casabella.
8. Establecer límites claros. “Aprender a decir que no podemos, organizar las tareas de cuidado y delegar responsabilidades a otros miembros de la familia o a servicios de apoyo externos”, recomendó Casabella.
“Creo que lo más importante para quienes están cuidando de otros es que sepan que está bien pedir ayuda y buscar apoyo cuando sea necesario. Nadie puede hacerlo todo solo, y reconocer los propios límites y necesidades es fundamental para mantenernos saludables y brindar el mejor cuidado posible a padres e hijos”, concluyó la psicóloga.