Los palestinos y los países árabes

Las decisiones tomadas en 1948 por los países árabes congelaron hasta hoy la situación de los palestinos, transformándolos en refugiados perpetuos

Es cierto que, siguiendo censos, la propuesta británica fue la partición del territorio en dos Estados, uno judío y otro árabe. Eso fue la base del acuerdo de la ONU con especial relevancia numérica del voto latinoamericano, ya que el proceso de descolonización estaba en sus inicios en África y Asia, con pocos estados independientes.

Hago acento en que lo aprobado fue, además del judío, un Estado árabe y no palestino, ya que ello va a tener especial importancia en la forma que evolucionó el conflicto, al igual que la decisión del imperio británico, en cierto modo similar a la de los franceses, que crearon en esa misma década (1943, con retiro de las tropas francesas en 1946) lo que llamaron “un país para los cristianos” que no es otro que el Líbano y que nace de lo que se conocía como la Gran Siria.

Lo del imperio británico tampoco sorprende ya que ese mismo esquema de división sobre censos de afiliación religiosa lo aplicaría en África y también en dos conocidos casos que originaron conflictos, como son la división territorial entre India y Pakistán (musulmanes) con tres guerras entre ellos, y de una nació un nuevo país Bangladesh, ya que había alrededor de mil kilómetros entre el Pakistán Oriental y el Occidental, hasta en eso se parece al caso de Gaza y la Cisjordania; hoy, tanto la India y Pakistán son potencias atómicas y tienen uno de los lugares de mayor potencial bélico del mundo, como es Cachemira, zona disputada, que ha estado detrás de las guerras.

El segundo caso proviene de una de las ultimas guerras de religión en Europa, donde la República de Irlanda de mayoría católica, después de su lucha, consiguió la independencia en 1922 con la firma del Tratado anglo-irlandés, a diferencia de Irlanda del Norte, de mayoría protestante que permaneció como parte del Reino Unido, y que a partir de la década del 60, tuvo el doble proceso del movimiento de la minoría católica por la igualdad y la lucha del Ejército Revolucionario Irlandés que utilizó muchos actos de terrorismo, conflicto al que solo se puso fin con los Acuerdos del Viernes Santo, el 10 de abril de 1998.

En el medio oriente, la votación de las Naciones Unidas dispuso la creación de dos Estados, uno judío y otro árabe, votación al igual que la propuesta británica, que es aceptada por los judíos a través de su líder David Ben-Gurrión, pero rechazada por el mundo árabe.

Paralelo a la salida de las tropas británicas, el 14 de mayo de 1948 se declara la independencia del nuevo estado de Israel, para ser seguida por la invasión de varios países de la Liga Árabe, que incluían a Egipto, (Trans)Jordania, Siria, Irak, Arabia Saudita, Líbano y Yemen. Para la sorpresa generalizada, Israel no solo resiste, sino que vence, lo que es ratificado con el armisticio de 1949, que establece la llamada línea verde, y que le da más territorio a Israel del que originalmente se le había asignado.

El nombre Palestina había sido una decisión romana, después de que destruyeran el Gran Templo el año 70 DC, y como consecuencia, el exilio de los judíos, la conversión en esclavos de los derrotados, y como otra forma de hacer desaparecer esa historia, se le dio el nombre de Palestina, recordando a los filisteos. Reemplazó a nombres que hasta entonces habían sido usados, como Judea y Samaria (hoy Cisjordania) que, junto a Gaza y Galilea son aquellos donde transcurre buena parte de la narración bíblica, por lo tanto, pueblo originario, comprobada en incontables hallazgos arqueológicos.

En ese territorio hubo mucha presencia de imperios, pero nunca volvió a existir otro estado independiente que no fueran el antiguo y el moderno Israel, desapareciendo muchos de los nombres que alguna vez ejercieran dominación. Lo que nunca existió fue un país árabe llamado Palestina. Todo el tiempo existieron árabes, pero no constituyeron una unidad política independiente como tampoco ejército, representación política, moneda propia, es decir, careció esa población de las características que definen a un Estado o país.

El hecho es que la primera organización representativa de los palestinos se crea en el Jerusalén jordano el 28 de mayo de 1964, la que pasa a ser definitiva a partir del año siguiente, cuando se ratifica el nombre de Organización de Liberación Palestina (OLP) y asume la presidencia alguien que la desempeñará hasta su muerte y que fue conocido mundialmente con el nombre de Yasser Arafat, por lo demás, nacido en El Cairo y no en los territorios en disputa.

Con los británicos el nombre Palestina designaba a todos, judíos, cristianos, musulmanes, de tal modo era cierto, que en muchos documentos al igual que en la representación deportiva, el nombre Palestina aparecía con una estrella de David. Mas aun, antes que se dividiera el territorio que iba del rio Jordán hasta el Mar Mediterráneo entre judíos y árabes, los británicos habían entregado el territorio palestino que iba desde el rio hacia al este a los Hachemitas, tradicionales aliados de Inglaterra, para compensarla de la perdida que habían incurrido cuando la tribu de Ibn Saud originó la Arabia Saudita moderna.

En este proceso, la mayor parte del territorio de Palestina quedó en lo que se conoció como la Transjordania a partir de 1922 y que pasó a ser el Reino de Jordania en 1950, con su capital Amman, y que en la guerra de 1948 había conquistado parte de Jerusalén, incluyendo el Muro de Lamentos, con lo que se sepultó la idea de la partición, que originalmente quería que Jerusalén fuera ciudad internacional.

En definitiva, decisiones tomadas en 1948 por los países árabes, congelaron hasta hoy la situación de los palestinos, transformándolos en refugiados perpetuos, lo que se debió al hecho mencionado, que entonces no hubo una verdadera representación de los palestinos, que por cierto existió a partir de la OLP y que hoy es legalmente la Autoridad Palestina. Antes de ello, en los 30s y 40s, lo más cercano a su representación fue el Gran Mufti de Jerusalén, autoridad religiosa y política, que fue aliado de Hitler y que al término de la segunda guerra mundial vivía en Alemania y colaboraba con ellos.

La violencia y la negativa a aceptar a los judíos no comienza en 1948, ya que lo hace antes. Por ejemplo, en 1936 se llamó la Gran Revuelta Árabe (no palestina, todavía) contra su presencia, y en 1948, la población expulsada o desplazada por la guerra, todavía no se refería como palestina a sí misma.

Lo que ocurrió fue conocido como la Nakba o la “catástrofe” palestina, y al igual que en el caso de la India y Pakistán hubo desgracias y desplazamientos de población en ambos sectores. De hecho, un número similar, es decir, entre 700.000 y 850.000 personas fueron judíos expulsados, expropiados o desplazados que tuvieron que abandonar países árabes como Egipto, Irak, Yemen, Libia, Siria, y otros, lugares donde habían vivido por siglos, mucho antes del islam, tanto que el Corán tiene importantes pasajes dedicados a los judíos a quienes llama “el pueblo del libro “(algo parecido a los cristianos, ambos infieles) en general, en forma guerrera y poco amable.

La diferencia es que estos no fueron vistos como problema, sino que fueron integrados al naciente país, en condiciones de muchas carencias por años, incluyendo carpas. En el caso de los palestinos, no se les integra, sino hasta el día de hoy, en varios países no reciben la ciudadanía plena, incluyendo los hijos de los refugiados en los lugares donde nacerían, negándoles no solo lo anterior, sino también ciertas formas de propiedad, el acceso a algunas profesiones y empleos en la administración pública, seguridad social, convirtiéndolos de hecho en residentes de segunda clase, lo que alcanza a sus familias y descendientes que ya van en la quinta generación, a los cuales se traslada el estatus de refugiados. Y estamos hablando de países árabes que dicen apoyar a los palestinos, pero que siguen honrando el acuerdo de 1948 de la Liga Árabe.

Parte de ello fue consecuencia de la Conferencia de Londres de 1939, donde la propuesta sionista fue un Estado binacional (con autonomía y autogobierno) y los delegados árabes dijeron que no, una de las primeras negativas que se repetirían varias veces después con el Estado de Israel. La contraoferta recibida fue un Estado árabe con garantía de buen trato para los judíos, usando como ejemplo a Irak, que años después también viviría violentos pogromos contra sus judíos.

Hoy, existen más de 200 millones de arabo parlantes repartidos en 12 naciones en comparación a solo un país con más o menos 7 millones y tanto de judíos (depende como se cuente a quienes viven primordialmente en Israel), nunca aceptados del todo en esa parte del mundo, y la experiencia comparada muestra las dificultades en varios de ellos, para tratar como iguales a quienes no son árabes (pienso en kurdos, yezidies, otros) como también a quienes no son musulmanes.

En cuanto al estatus de refugiados, extrañamente las Naciones Unidas no tiene un organismo dedicado a ellos, sino dos. Uno es el UNRWA (la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos) que tiene campos en países como Jordania, Líbano, Siria, pero también en Cisjordania y Gaza, lo que crea la situación de generaciones que viven allí en pésimas condiciones y sin ninguna perspectiva de solución, pero también en lugares que supuestamente están bajo el control de palestinos, sea la Autoridad Palestina o Hamas, con el mismo esquema de heredar el estatus de refugiado de padres a hijos.

El segundo organismo es ACNUR, que encabezado por un Alto Comisionado se preocupa en la ONU de todos los otros refugiados, con lo que se da la situación extraña que este segundo se ha preocupado de asentarlos mientras que la otra agencia solo se ocupa que se mantenga para los palestinos el estatus de refugiados. Con un agregado, los funcionarios tienen sueldos internacionales, y en general, sienten mucha simpatía por la causa palestina, con lo que critican habitualmente a Israel, pero jamás a los otros países árabes, además de ayudar a grupos antiisraelíes, como ocurre en Gaza, con lo que ambas agencias, más de una vez tienen opiniones diferentes frente a los mismos hechos.

Considerando lo descrito, no es raro que después del armisticio de 1949, Egipto y Jordania se hayan repartido los territorios que le corresponderían a un futuro Estado palestino, es decir, Gaza y Cisjordania, sin que hubiese oposición ni de la población que allí vivía como tampoco de otros países. Ello duró hasta 1967, y como consecuencia de la Guerra de los 6 días, pasan a control israelí.

La verdad es que, a partir de la guerra de independencia de Israel, cada país relevante del mundo árabe tuvo algún grupo palestino al que pretendió controlar y que al menos financiaba, siendo el más importante la OLP. Lo mismo hizo la Unión Soviética con aquellos que se definieron como marxistas.

Estos grupos también fueron tributarios de las distintas etapas vividas por el mundo árabe, incluyendo la tentativa de crear federaciones de países, siendo el intento más destacado la República Árabe Unida que entre 1958 y 1961, sin éxito, intentó fusionar territorios de Egipto y Siria. Entre los grupos palestinos, estos procesos variaron según si la influencia provenía de países donde predominaba una visión religiosa (Arabia Saudita), la del “socialismo” militarista de Nasser y de los partidos Baas (Irak, Siria), o de aquellos países cercanos a las ex potencias coloniales o Estados Unidos (como Jordania).

Este intento de manipulación de los palestinos o de estos a sus donantes o de “comprar” paz interna, tenía una fundamentación que dura hasta el día de hoy, la inmensa popularidad de la causa palestina entre las masas, lo que se llama la “calle” árabe. De hecho, los países han tenido cambios o han hecho la paz con Israel o están en camino de hacerlo como era el caso de Arabia Saudita, siendo una explicación que tiene cierta base, que el 7 de octubre la invasión de Hamas a Israel la ordenó Irán para evitar que se firmara en la Casa Blanca. Lo que no cambia, menos aún después de Gaza, es la enorme popularidad de la causa palestina.

La novedad es que siempre la relación fue con países árabes, pero ahora sobresale la fuerte dependencia de un país no árabe y tradicional adversario, como es el caso de Irán, quien controla el llamado “eje de la resistencia” con presencia en Siria, Gaza, Líbano, Irak, Yemen.

Así como Israel se retiró del Líbano el 2000 y de Gaza el 2005 (para necesitar volver después a ambos), antes se había retirado del Sinaí egipcio después de conquistarlo en 1956, que, aunque coincidió con el problema del Canal de Suez para Francia y Gran Bretaña, el motivo de Israel fue ya entonces algo que se repetiría después, el terrorismo, que entonces provenía de las bases de fedayines.

Se retiraron por presión de USA (antes de 1967 no existía la actual alianza) y también por la promesa de la ONU de instalar soldados de los Cascos Azules, los que serían retirados ante la sola petición de Egipto en 1967. Después de su triunfo, Israel ofreció devolver todos los territorios conquistados a cambio de un acuerdo de paz, solo para recibir como respuesta tres NO de la Liga Árabe, a la paz, a la negociación y al reconocimiento.

Sería una de las tantas oportunidades desaprovechadas. En todo caso, Israel firmó acuerdos de paz y de devolución territorial con Egipto y Jordania, y posteriormente los acuerdos de Abraham con los Emiratos, Marruecos y otros.

Algunos de ellos han tenido el manto de Camp David y la Casa Blanca con Carter, Clinton y Trump, como también fracasaron los que traían consigo la novedad que por primera vez no eran países árabes, sino tratos directos entre palestinos e israelíes como aquellos posteriores a Oslo. Fueron negociaciones con dos primeros ministros israelíes Ehud Olmert y Ehud Barak y como lo ha dicho Clinton, en ambos casos no se llegó a acuerdo por la negativa de Arafat, a pesar de que se llegó a ofrecer por Israel la devolución territorial del 97% con la apertura a considerar a Jerusalén como capital, siendo la piedra de tope no solucionable el tema de imponer el regreso de millones de refugiados (Israel no planteó el tema de los refugiados judíos de países árabes).

El político egipcio Anwar Sadat (1918-1981), presidente de Egipto, el político estadounidense Jimmy Carter, y el político israelí Menachem Begin (1913-1992), primer ministro de Israel, firmando los Acuerdos de Camp David en la Sala Este de la Casa Blanca en Washington, DC, el 17 de septiembre de 1978. Los Acuerdos fueron el resultado de doce días de negociaciones en Camp David. (Getty Images)
El político egipcio Anwar Sadat (1918-1981), presidente de Egipto, el político estadounidense Jimmy Carter, y el político israelí Menachem Begin (1913-1992), primer ministro de Israel, firmando los Acuerdos de Camp David en la Sala Este de la Casa Blanca en Washington, DC, el 17 de septiembre de 1978. Los Acuerdos fueron el resultado de doce días de negociaciones en Camp David. (Getty Images)

La verdad es que no hubo ninguna contraoferta palestina, y Arafat decidió volver a Ramallah y originar esa violencia conocida como la segunda Intifada, y de ahí surgen las palabras atribuidas a Clinton sobre otra oportunidad perdida para la paz por la dirigencia palestina.

Entre medio ha habido violencia entre palestinos y nacionales de países árabes, donde sin ser los únicos, sobresalen la guerra civil del Líbano con los cristianos, y el Septiembre Negro jordano, donde se calculan en 30.000 las victimas cuando en 1970 el rey Hussein envió sus tropas de elite, después que se convencieran de que Arafat había iniciado un intento de derrocamiento armado en su contra. Se considera la peor masacre de palestinos, donde Israel no pudo ser culpado, en un país donde, además, al menos la mitad de la población es de ese origen.

Oslo podrá tener muchos fracasos, pero, aunque resulte difícil de creer, es la primera oportunidad que se le ha ofrecido a los palestinos alguna forma de autogobierno. Nunca lo hizo algún país árabe, y es penoso constatar cómo se han desaprovechado las oportunidades de haber avanzado en esta dirección, no siendo el objetivo de esta columna ahondar en los motivos.

La idea ha sido reflejar cuán difícil ha sido para los palestinos, cuanto sufrimiento ha existido y cuantas oportunidades desaprovechadas. La duda es que si Israel elimina del gobierno de Gaza a Hamas (al igual que ISIS y Al Qaeda, el movimiento sobrevivirá como terrorismo, aunque con poco poder), si la Autoridad Palestina volverá a hacerse cargo de Gaza, por primera vez desde su derrocamiento por Hamas el 2007, sobre todo, si estará disponible para actuar como verdadero gobierno y garantizar la seguridad, tanto a los habitantes de Gaza como a los países vecinos, no solo a Israel, reprimiendo a los terroristas, es decir, lo que no ha querido o podido hacer hasta ahora, parte de los incumplimientos de Oslo.

Los fracasos incluyen también los temas de la gobernanza y el de la corrupción, como quedó patente en noviembre del 2004, cuando la dirigencia de la Autoridad Palestina debió viajar a Francia a negociar con la viuda de Arafat la recuperación parcial de dineros que estaban a nombre del líder, o ahora, cuando hay tantas versiones sobre dineros de ayuda internacional que estarían en Catar, en manos de los dirigentes de Hamas que allí viven.

Para Israel existe el peligro de una repetición de lo que ocurrió en el Líbano en 1982, es decir, triunfo militar, pero fracaso en la narrativa. Por ahora, ha podido imponer su ritmo de avance, y a pesar de tanto agorero que citaba malas experiencias de USA y otros en la difícil guerra urbana, no ha caído en la trampa, y aunque falta la madre de todas las batallas en los túneles, está logrando objetivos militares sin prisa, uno a uno hasta rodear al bunker dirigencial de Hamas.

El problema es que Hamas parece estar ganando la narrativa. Hay un notorio aumento de la judeofobia a través del mundo, y también en el aspecto informativo, la CNN y el New York Times prefirieron creerles a ellos y no a Israel, cuando le atribuyeron falsamente el bombardeo del hospital de Gaza, a pesar de que fue un cohete errado de la Yihad islámica. En el mismo sentido, no se explica que fotoperiodistas que trabajaban para ellos y otros importantes medios, acompañaron a los terroristas para registrar su orgia de sangre el 7 de octubre, con lo que se abre la duda de si supieron de antemano lo que iría a ocurrir.

La raya para la suma es que como aquí se ha narrado, el conflicto palestino-israelí es complicado, pero no lo es lo que ocurrió con el horror del 7 de octubre, y los manifestantes occidentales ni siquiera parecen creerlo, con lo que, aunque pierdan militarmente, los terroristas pueden haber ganado comunicacionalmente.

Si hay una nueva posibilidad de paz, ojalá no se desperdicie, y se encuentren los socios necesarios para el reconocimiento de los dos estados y de lo que parece estar faltando en esta era de antisemitismo, la aceptación del carácter judío de Israel, sin el cual sería otro país, pero no Israel.


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