¿Más cerca de develar el misterio? cuál es el origen de los agujeros negros supermasivos

Estos titanes cósmicos pueden tener más de un millón de veces la masa del Sol. Un nuevo estudio científico publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters, busca arrojar luz sobre las teorías descritas

Las investigaciones que abarcan las últimas décadas indican que un SMBH reside en el núcleo de cada galaxia, y su masa es casi siempre aproximadamente una milésima parte de la de su galaxia anfitriona.

Un ejemplo de la fotografía del cielo nocturno tomada con el Telescopio Subaru. El pequeño punto rojo en el centro de la imagen ampliada representa la luz de un cuásar distante, que existía cuando el universo tenía 800 millones de años (a 13 mil millones de años luz de distancia) (Observatorio Astronómico Nacional de Japón)
Un ejemplo de la fotografía del cielo nocturno tomada con el Telescopio Subaru. El pequeño punto rojo en el centro de la imagen ampliada representa la luz de un cuásar distante, que existía cuando el universo tenía 800 millones de años (a 13 mil millones de años luz de distancia) (Observatorio Astronómico Nacional de Japón)

Esta estrecha relación implica que las galaxias y los SMBH han co-evolucionado. Por lo tanto, revelar el origen de los SMBH es crucial no sólo para comprenderlos en sí mismos sino también para dilucidar los procesos de formación de las galaxias, los principales constituyentes del universo visible.

Pero debemos preguntarnos: ¿existían ya los SMBH cuando el universo tenía sólo mil millones de años o menos? ¿Es posible que un agujero negro adquiera una masa tan grande (superando el millón de masas solares y en ocasiones alcanzando miles de millones de masas solares) en tan poco tiempo? Si es así, ¿cuáles son los mecanismos y condiciones físicos subyacentes? Para acercarse al origen de los SMBH, es necesario observarlos y comparar sus propiedades con las predicciones de los modelos teóricos.

Búsqueda y estudio

Representación artística de un agujero negro supermasivo con un disco de acreción orbitándolo. (NOIRLAB/NSF/AURA/P. MARENFELD)
Representación artística de un agujero negro supermasivo con un disco de acreción orbitándolo. (NOIRLAB/NSF/AURA/P. MARENFELD)

Para hacer esto, primero es necesario ubicar dónde se encuentran en el cielo. Un equipo de investigación utilizó el Telescopio Subaru en la cima de Maunakea, Hawaii, y anunció sus descubrimientos en un estudio publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters. Una de las mayores ventajas de Subaru es su capacidad de observación de campo amplio, que es especialmente adecuada para este propósito.

Dado que los SMBH no emiten luz, el equipo buscó una clase especial llamada “cuásares” con bordes brillantes donde el material que cae libera energía gravitacional.

Observaron una amplia zona de cielo equivalente a 5.000 veces la luna llena y descubrieron con éxito 162 cuásares que residen en el universo primitivo. En particular, 22 de estos cuásares existieron en la época en que el universo tenía menos de 800 millones de años, el período más antiguo en el que se han reconocido quásares hasta la fecha.

Un misterioso fenómeno cósmico, el agujero negro ejerce una atracción gravitacional tan intensa que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su abrazo.  (Imagen Ilustrativa Infobae)
Un misterioso fenómeno cósmico, el agujero negro ejerce una atracción gravitacional tan intensa que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su abrazo. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La gran cantidad de cuásares descubiertos les ha permitido determinar la medida más fundamental llamada “función de luminosidad”, que describe la densidad espacial de los cuásares en función de la energía de radiación. Descubrieron que los cuásares se estaban formando muy rápidamente en el universo primitivo, mientras que la forma general de la función de luminosidad (excepto la amplitud) permanecía sin cambios con el tiempo.

Este comportamiento característico de la función de luminosidad proporciona fuertes restricciones a los modelos teóricos, que en última instancia podrían reproducir todos los observables y describir el origen de los SMBH.

Por otro lado, se sabía que el universo había experimentado una transición de fase importante llamada “reionización cósmica” en su etapa inicial. Observaciones pasadas sugieren que todo el espacio intergaláctico quedó ionizado en este evento. La fuente de la energía de ionización aún está en debate, y la radiación de los cuásares se considera un candidato prometedor.

La función de luminosidad describe la densidad espacial (Φ en el eje vertical) en función de la energía de radiación (M1450 en el eje horizontal).  La densidad espacial de los cuásares aumentó drásticamente con el tiempo, mientras que la forma de la función de luminosidad permanece casi sin cambios ( The Astrophysical Journal Letters)
La función de luminosidad describe la densidad espacial (Φ en el eje vertical) en función de la energía de radiación (M1450 en el eje horizontal). La densidad espacial de los cuásares aumentó drásticamente con el tiempo, mientras que la forma de la función de luminosidad permanece casi sin cambios ( The Astrophysical Journal Letters)

Al integrar la función de luminosidad anterior, encontramos que los cuásares emiten 10 a la 28 fotones por segundo en una unidad de volumen de 1 año luz en un lado del universo primitivo.

Esto es menos del 1% de los fotones necesarios para mantener el estado ionizado del espacio intergaláctico en ese momento y, por lo tanto, indica que los cuásares hicieron sólo una pequeña contribución a la reionización cósmica. Se necesitan con urgencia otras fuentes de energía que, según otras observaciones recientes, pueden ser la radiación integrada de estrellas masivas calientes en las galaxias en formación.


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