Hallazgo sobre la atmósfera de Marte

La medición de la abundancia relativa de los isótopos que componen el monóxido de carbono marciano escribe el libro de su historia planetaria 3.500 millones de años después.

Sergio Murillo
As
No cesan los susurros en el espacio exterior. Son ecos del pasado que rompen el silencio sideral. Tan cargado de energía, tan vacío de todo y nada. Como una caja gigante de cartón que juega a ser infinita y no dejar de expandirse. Homer Simpson dijo que el universo era como una rosquilla; y de ser así, cada una de las virutas de color que lo adornan son los planetas, astros y satélites que componen esa extraña melodía galáctica. Todos tienen su propia historia, y son esos vestigios los que se cuelan a veces entre el negro galáctico. Uno de los frecuentes es Marte.

El planeta rojo. Las investigaciones sobre la posibilidad de que algún día la vida hubiese campado a sus anchas por la superficie del vecino marciano son más que frecuentes. Se amontonan los estudios. Algunos hablan de antiguos ríos, secos desde hace muchos soles. Otros tiran de geología. Y el último apunta a su atmósfera como la delatora de aquellos años enterrados en arena roja.

Del enigma de la vida a un coctel de luz solar

Ha sido un descubrimiento del ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO), de la Agencia Espacial Europea, que viene a corroborar la teoría que ya manejaban con anterioridad. Es esa la dicha del científico. Y en esta ocasión, la capa de gas que envuelve Marte les ha brindado un indicio poco menos que histórico. Resulta que ésta forma monóxido de carbono con menos carbono pesado de lo que esperaban. Justo en el lugar donde las sospechas iniciaron un año atrás, cuando el rover Curiosity de la NASA puso un pie terrícola-robótico en tierras marcianas.

A priori no parece nada importante. El típico palabreo químico que uno no entiende y que suena igual que otros tantos descubrimientos inéditos. Sin embargo, el hallazgo tiene una traducción inmediata: existe explicación a ciertos compuestos de materia orgánica -a base de carbono- que se hallan en el suelo del planeta rojo. No serían indicativo de vida, algunos, sino resultados de una combinación galáctica: un coctel de luz solar y procesos químicos intrincados.

Photo by Handout / CNES / VR2Planet 2021 / AFP
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Photo by Handout / CNES / VR2Planet 2021 / AFPHANDOUTAFP

A esta conclusión han llegado tras someter a exhaustos análisis todos los datos que el TGO ha podido recopilar después de ocho mareantes órbitas entre marzo y abril de 2022. Una especie de gallinita ciega espacial. Así ha jugado el NOMAD (Nadir Occultation for Mars Discovery) a revelar los secretos del universo. Un proyecto europeo para hacer del Viejo Continente la Nueva Galaxia.

Como en aquella rosquilla rosa

Shohei Aoki es el autor principal tal estudio, publicado en Planetary Science Journal. “Medir la proporción isotópica de carbono en el monóxido es carbono es una forma poderosa de comprender de dónde proviene la materia orgánica del planeta y revelar la historia de habitabilidad de Marte”, ha detallado, captando en contadas páginas los ecos de su pasado planetario.

El trasfondo científico de la investigación es más sencillo de lo que las composiciones químicas insinúan. En la atmósfera hay dos tipos de isótopos de carbono: el 12 y el 13. El primero es más predominante; el segundo, más pesado. Únicamente se trata de medir la abundancia relativa de los isótopos, y el resultado habla solo. Cuando el rover aterrizó en Gale Crater, los tantísimos depósitos que había hicieron que el trabajo de escribir un libro 3.500 millones de años después fuera tarea ‘sencilla’.

“Cualquier fenómeno en Marte que pueda ser causado por la vida es motivo de entusiasmo, pero nuestros hallazgos apuntan en una dirección diferente”, completa el coautor, Yuichiro Ueno. Se persigue un camino químico, que en realidad es una senda interminable de efectos y consecuencias. Como en la tierra. Como en aquella rosquilla rosa.

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