Cristos de tres cabezas, santos con rostro de perro o decapitados: las imágenes más extrañas que venera la Iglesia
A lo largo de la historia, las representaciones religiosas se nutrieron del arte de su época. En el Medioevo, sobre todo, proliferaron imágenes truculentas que mostraban el sufrimiento de los mártires, formas monstruosas para representar a la Santísima Trinidad y los santos, y le otorgaban propiedades casi milagrosas a actos corrientes como amamantar. Las prohibiciones y los descubrimientos
Uno de los temas más difíciles de representar es la Santa Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, fueron temas recurrentes de los artistas a través de los siglos. Varios fueron los estilos para representar esta imagen:
De forma abstracta
Dicha representación era realizada por medio de tres círculos, o de un triángulo con un ojo en el centro o el nombre de Dios (el Tetragramatón) todo reducido a figuras geométricas, las cuales pueden estar rodeadas de ángeles o puttis. También el uso del Trébol, como lo hiciera san Patricio de Irlanda o la cruz trebolada.
De forma representativa
A partir del S. XII y en especial a partir del S. XIV las figuras de la Trinidad comenzaron a verse en murales, manuscritos y dibujos. Se dibujaba como los tres personajes que visitaron a Abraham en el encinar de Manré. Este hecho está narrado en Génesis 18. 1-3: “Después le apareció Yahveh en el encinar de Manré, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo”. Vemos como Abraham se dirige a los tres en singular como si fueran uno solo. Y así fue representada la Trinidad en muchas ocasiones. Sobre todo el muy famoso icono de la Trinidad de Andréi Rubliov, iconógrafo ruso del S. XIV en el cual los visitantes son tres ángeles que bendicen el cordero sacrificado por Abraham, además de aludir a la Trinidad, la escena se suele representar como una prefiguración de la eucaristía.
La imagen tríplice de Cristo
En ellas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran presentados iguales. También se denomina “triándrica” o “cristomorfa”. Este estilo se popularizó mucho en los siglos XV y XVI, sobre todo en Italia noroccidental, conservándose hoy día en muchos frescos de iglesias. Estas representaciones comenzaron a ser muy comunes en los templos, lo que generó preocupación, dado que podría generar confusión en la ya difícil explicación de la Santa Trinidad. Por tanto con la bula “Sollicitudini nostrae” de Benedicto XIV escrita en 1745 este tipo de representaciones se definieron como no apropiadas, aunque no se condenaban.
Jesús a la derecha del Padre
A diferencia de las anteriores, en esta representación se nota con claridad quien es quien. El Padre se representa como un anciano, frecuentemente con nimbo triangular y con un cetro o una esfera o ambos elementos en las manos, y sentado en un trono a su derecha el Hijo, también entronizado, acompañado de los símbolos de la Pasión; y entre ellos la paloma que representa al Espíritu Santo. Es la más común que ha llegado hasta nuestros días.
Tricéfala
La representación más extraña es la Trinidad también llamada “trifronte”. Tuvo mucho desarrollo desde el siglo XII, es la representación de la Trinidad como una figura tricéfala, muy del gusto de los bestiarios medievales, construida con un solo cuerpo y tres cabezas. Un cuerpo con tres cabezas, parecía bastante monstruoso, así que en Italia los pintores decidieron solucionar el tema creando una “cabeza trifronte” (vultus trifrons). La solución plástica de los artistas empeoró las cosas y más que generar devoción y piedad asustaba a los fieles devotos. Nadie podía elevar su espíritu y oración a Dios frente a una pintura de un cuerpo con una cabeza la cual tenía tres bocas, tres narices, dos orejas y cuatro ojos. Esta representación fue prohibida por el Papa Urbano VIII (1568-1644) en Europa en 1628 y mandó quemar algunas de esas pinturas. Pero esa prohibición no alcanzaba a América y proliferaron las obras de la Trinidad trifonte. Hasta que en 1764 llego a América la prohibición. Por todo México y el Perú existían muchas de estas obras, ¿las iban a quemar? No. Encontraron una manera mejor de salvar las obras de arte, cubriendo los laterales de la cabeza trifonte con cabello, y así quedaba solo el rostro frontal; claro con abundante cabellera hacia ambos costados, mucha cabellera. Como por ejemplo ocurrió con la obra Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (1638-1711), el cual había pintado un gran cuadro de la Trinidad trifonte, pero sus dueños le hicieron pintar cabello a las dos caras laterales del rostro de la imagen. La pieza llegó al museo de arte colonial de México en 1955 con el nombre de “El Padre eterno”, y en 1988 mientras se limpiaba y restauraba la tela se descubrieron las caras ocultas de los costados.
Santos cinocéfalos
Literalmente significa “cabeza de perro”. Sobre todo se retrató a san Cristóbal como un gigante cinocéfalo que vivía la tierra de los cananeos. Hay varias versiones sobre los orígenes de esta representación del mártir del siglo III. Una teoría postula que sufría una rara forma de mutación genética, hipertricosis, que lleva a que el cuerpo se cubra casi totalmente de pelo. Otra afirma fue representado de esta forma debido a su temperamento fogoso y animal, o que su apodo “Cananeo” fue mal traducido.
Esta representación que por demás nos llama la atención a nosotros habitantes del S. XXI, era muy común entre los iconos de oriente, donde era uno de los santos más venerados. En occidente el santo patrono de los automovilistas tenía cabeza normal, pero se creía que con solo ver su estampa, imagen o pintura una vez al día, aquel que lo mirará con devoción quedaría libre de todo daño. Por tanto en muchas iglesias se comenzaron a realizar frescos gigantes de dicho santo. La representación de san Cristóbal con cabeza de perro fue prohibido en el siglo XVIII por orden del Santo Sínodo ruso como “antinatural”. Los iconos que llevaban su imagen fueron sistemáticamente destruidos, pero unos pocos sobrevivieron hasta hoy. Y los frescos gigantes de san Cristóbal se pueden observar en varias iglesias de Europa como ser la catedral de Graz, Austria o la iglesia de San Miniato al monte en Florencia.
Spas Nedremannoe Oko
Durante cierto tiempo se crearon iconos bajo la denominación de “La protección del que no duerme” en referencia a Jesús y esta referencia está tomada del Salmo 121:4: “Jamás se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel”. Eran representaciones de Jesús durmiendo pero con los ojos abiertos, como en atención constante. En la iconografía, la imagen apareció por primera vez en el Imperio Bizantino y luego se extendió por toda Rusia.
Virgo Lactans
No hay nada más natural y común que una madre amamante a su hijo. Pero el arte vislumbró esa acción como algo sobrenatural en la virgen María. Los artistas de todas las épocas nos han trasmitido este acto de simple cotidianeidad realizado por María como un hecho por demás sagrado. Cientos de miles de representaciones nos muestran a la Virgen en esa postura. En Belén se encuentra la gruta llamada de la “Leche de la Virgen” donde la tradición dice que la Virgen amamantó al Niño, y una gota se derramó sobre una roca la cual cambió su color haciéndose blanca. Debido a esto las piedras de la gruta, las cuales están formadas de carbonato de calcio, eran consideradas reliquia en los primeros siglos porque al diluirlas en agua éstas tomaban aspecto de leche. Un mosaico con esta representación que probablemente data del siglo XII se encuentra en la fachada de la basílica de santa María en Trastévere en Roma. Estas representaciones a partir del Concilio de Trento (1545-1563) por razones de pudor fueron prohibidas. Pero en España, Portugal y América Latina la Virgen de la Leche disfrutó de gran popularidad hasta por lo menos finales del siglo XVII. Dentro de estas representaciones de la Virgo Lactans está la “lactación de san Bernardo”.
Santos Cefalóforos
La palabra proviene del griego ‘kefalos’, que significa cabeza, y ‘foreo’, que significa portar; por lo que la traducción sería “los portadores de cabeza”. Estas representaciones en la iconografía de los mártires cristianos son los que llevan su cabeza entre las manos. Entre estas representaciones, la más popular es la de saint Denis, ubicada en los arcos de ingreso de la Catedral parisina que lleva ese nombre, así como en varias iglesias de la capital francesa. Hay otros santos cefalóforos: Quiteria, Justo de Beauvés, Cutberto de Lindisfarne, Valeria de Limoges, San Donino, San Nicasio de Reims, etc. Aproximadamente hay alrededor de 40. Obviamente ninguno de ellos tomó su cabeza bajo el brazo. El significado es otro: aún después de dar su última gota de sangre, su cuerpo ya inerte sigue proclamando su fe como si estuviera vivo.
Hoy, esas imágenes causan sorpresa y hasta gracia. En el siglo XXI se alcanzó la razonabilidad en la fe de aquellos que la practican. Y dada esta maduración antropológica en nuestro devenir es que ya no nos hace falta recurrir a estas expresiones artísticas tan extrañas para poder elevarnos hacia la divinidad.