¿Por qué siguen las marchas en Colombia?
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana Juan Nicolás Garzón explica cómo las movilizaciones en Colombia van mucho más allá del rechazo a una reforma tributaria.
Juan Nicolás Garzón, Infobae
Formular una o varias hipótesis que procuren explicar la movilización ciudadana que ha tenido lugar en Colombia es un ejercicio que implica reconocer, como primera medida, que su origen no puede simplificarse y circunscribirse al rechazo que suscitó en varios sectores de la sociedad la iniciativa de reforma tributaria del gobierno de Iván Duque.
A continuación, algunas ideas que apuntan a tratar de explicar el grave estado de agitación social por el cual atraviesa este país:
La situación de creciente insatisfacción está necesariamente asociada a la debilidad estructural de las instituciones sociales que se perciben como poco legítimas, profundamente permeadas por la corrupción y degradadas por cuenta del deterioro del Estado de Derecho.
A pesar de los males que aquejan a las instituciones, durante los últimos 20 años la sociedad colombiana experimentó cambios notables que incluyeron el robustecimiento de la clase media y una mejora importante en varios de los indicadores sociales. Esa transformación estuvo acompañada por nuevas y crecientes demandas ciudadanas no atendidas por el Estado, lo que condujo al desencadenamiento de fuertes protestas en 2019 y cuyas reivindicaciones se mantuvieron latentes, aunque pausadas por efecto de la pandemia.
A una economía estrangulada como consecuencia de las medidas de confinamiento se le sumó una ciudadanía fatigada por los estragos de una pandemia que entró en su tercer y más agudo pico de contagios y muertes desde hace más de un año. Estos factores conjugados allanaron el camino para el agravamiento de la insatisfacción que terminó desbordándose una vez el gobierno de Iván Duque presentó su propuesta tributaria.
El gobierno colombiano intentó legitimar su reforma aduciendo la imperiosa necesidad de controlar el déficit fiscal, poner freno a la deuda pública creciente y dar continuidad a los programas de transferencias monetarias creados para atender a los más vulnerables. El mensaje de urgencia fiscal resultó insuficiente frente a los bajos niveles de favorabilidad y al escaso margen de maniobra para gobernar.
Por su parte, las fuerzas políticas, incluyendo al partido de gobierno, han sido inferiores a su responsabilidad, no propiciaron un debate profundo sobre el estado de las finanzas públicas y optaron por el camino de lo popular en lugar de lo necesario, en especial, debido a que tienen en la mira unas elecciones legislativas y presidenciales que se encuentran a la vuelta de la esquina.
Pese al anuncio de retiro de la reforma tributaria el estado de agitación social se conserva y se agrava por cuenta del uso desmedido de la fuerza y la violencia por parte de sectores de las instituciones del orden y de algunos manifestantes, alimentando un ciclo de violencia del cual este país venía intentando desacostumbrarse.