Una por una, las ventajas y desventajas de las diferentes estrategias para ahorrar vacunas alrededor del mundo
Las demoras de los laboratorios en la producción de un insumo elemental en medio de la pandemia obligaron a repensar los planes para inmunizar a la mayor cantidad de población posible. Especialistas analizaron pros y contras de cada una
Todos esos interrogantes analiza la ciencia desde que las mutaciones del SARS-CoV-2 y la velocidad en que se incrementan los contagios parecen estarle ganando la carrera a la inmunización de la población.
Es que desde que se aprobaron las vacunas de Pfizer y BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Sputnik V en diferentes países, a las dificultades de los laboratorios para cumplir con la demanda de insumos se sumó el hallazgo de nuevas cepas del virus que tiene hace ya más de un año al mundo en vilo.
El primer país en plantear la posibilidad de inocular al doble de personas con una dosis y retrasar la segunda más allá de los 21 días inicialmente recomendados fue el Reino Unido: el comité asesor informó a los trabajadores de la salud en Inglaterra que reprogramen las citas para la segunda dosis luego de que se decidiera que vacunar a la mayor cantidad posible de personas con una primera dosis debería ser la prioridad.
Así las cosas, las autoridades británicas informaron que las personas deben recibir su segunda dosis de vacuna (ya sea la de Oxford y AstraZeneca o la de Pfizer BioNTech) dentro de las 12 semanas posteriores a la primera, en lugar de dentro de unas pocas semanas como estaba planteado inicialmente.
Es que los expertos saben que si bien las vacunas están pensadas para que la persona reciba la segunda dosis entre los 21 y 28 días después de la primera, hay un período ventana de tres meses dentro del que la persona puede completar su inmunización. Y en ese argumento basan estos intentos desesperados que tienen el objetivo de lograr que más personas reciban una inyección lo antes posible, incluso si el nivel de protección es menor que el adquirido tras recibir ambas dosis.
El doctor Chris Gill es especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Boston y sostuvo que una sola inyección de la vacuna de Pfizer puede ser incluso más eficaz de lo que sugiere esta estimación. Al observar los datos de una ventana más pequeña entre el momento en que la primera inyección debería haber comenzado a funcionar y antes de que se activara la segunda, Gill dijo que la vacuna Pfizer/BioNTech puede tener una tasa de eficacia tan alta como 80% o 90% con una sola dosis.
Moderna, en tanto, recopiló datos de personas que sólo recibieron una dosis de su vacuna. Unos 2 mil participantes en el ensayo clínico de Fase III de Moderna recibieron una sola inyección de un placebo o de la vacuna. En esa población, la eficacia de la dosis única de vacuna fue aproximadamente del 80% al 90%.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) apoyó la posición británica, estimando que la segunda inyección podría retrasarse unas semanas “en circunstancias excepcionales de contextos epidemiológicos y limitaciones de suministro”.
Y en el caso de que la vacuna utilizada para la primera dosis ya no esté disponible para la segunda, las autoridades británicas también autorizaron la administración de una vacuna diferente.
Estados Unidos, por el contrario, adoptó una línea mucho más prudente: el director de la agencia de medicamentos (FDA), Stephen Hahn, dijo que se trataba de “preguntas razonables para considerar y evaluar”, pero que tomar una decisión de ese tipo era “prematuro” y “no sustentado sólidamente en la evidencia disponible”.
El debate dejó en evidencia las divisiones entre los expertos, pues destacados científicos se posicionaron en lugares opuestos.
Idealmente, las políticas públicas deberían aferrarse a lo que se demostró en los ensayos clínicos, pero lo cierto es que con una epidemia que amenaza –otra vez– con descontrolarse, para algunos la situación está lejos de ser ideal.
Así las cosas, un documento de declaración de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EEUU (FDA por sus siglas en inglés) da cuenta de que el organismo sigue de cerca “las discusiones y los informes de noticias sobre cómo reducir el número de dosis, extender el tiempo entre dosis, cambiar la dosis (media dosis) o mezclar y combinar vacunas para inmunizar a más personas contra el COVID-19”. “Todas estas son preguntas razonables para considerar y evaluar en los ensayos clínicos. Sin embargo, en este momento, es prematuro sugerir cambios en las dosis o los programas autorizados por la FDA de estas vacunas y no se basa sólidamente en la evidencia disponible -aseguraron-. Sin datos apropiados que respalden tales cambios en la administración de vacunas, corremos un riesgo significativo de poner en riesgo la salud pública, lo que socava los esfuerzos históricos de vacunación para proteger a la población del COVID-19”.
Infobae consultó al respecto al médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) para quien “la mitad de la biblioteca científica habla de alternativas de cómo lograr que un alto número de personas en el mundo tenga al menos un primer enfrentamiento a la vacuna y se manifestaron a favor de eso; mientras que la otra mitad está en contra, entre ellos el propio Anthony Fauci opina que las personas deben recibir las dos dosis en el momento que corresponde”.
Y tras considerar que “esto (que las personas reciban las dos dosis en el tiempo en que fue diseñado el estudio) es lo que debería ocurrir si hubiera suficiente cantidad de dosis”, Debbag analizó que “en el mundo actualmente hay dos carreras: una es la que está teniendo el virus en sí mismo, modificando y generando variantes de mutación cuya meta final es transformarse en otro virus, que ojalá no ocurra, pero lo cierto es que el SARS-CoV-2 va adquiriendo velocidad en la generación de nuevas variables”.
En tanto la segunda carrera que -para él- es la que hay que ganar “es lograr que la mayor cantidad posible de población del mundo adquiera las vacunas, entonces mientras más vacunas eficaces y seguras, mayor probabilidad de acceso en los diferentes países”.
“Como esta segunda carrera no está ocurriendo en forma equitativa, lo que ocurre es que quedaron en evidencia tres grupos de países: los industrializados que hicieron las investigaciones, desarrollan las vacunas y van a acceder más rápidamente; los de menor PBI -en la región tenemos a Haití, Nicaragua y Bolivia- que posiblemente se beneficien con vacunas de manera gratuita y por último están todos los otros, donde el acceso a la vacuna va a ser más dificultoso”, analizó
Sobre las diferentes estrategias planteadas para intentar avanzar en la inmunización al ritmo que lo hace el virus, Debbag opinó que “acerca de reducir el número de dosis ya se sabe que las próximas vacunas que están llegando son vacunas de una dosis, que aún se están investigando”, en referencia a los desarrollos de los laboratorios Janssen y Cansino. “Ahora, en las vacunas que son de dos dosis, reducir el número de dosis no es una alternativa válida, lo que sí se puede es dar rápidamente una primera dosis y prolongar el intervalo de tiempo hasta la segunda para que la eficacia sea realmente como demuestran los estudios”, agregó.
“Si logramos una vacuna que en una dosis tenga alta eficacia permitiría mejorar aspectos logísticos, se necesitarán menos cantidad para abastecer al mundo y en tercer lugar resolvería el problema de que el paciente vuelva por la segunda dosis, algo que ya se vislumbra como uno de los mayores desafíos en la lucha contra el COVID-19”. Para el médico infectólogo Eduardo López (MN 37586), sin embargo, “no hay datos concretos de que con una dosis se alcance una significativa protección; faltan estudios de Fase III que demuestren la eficacia de vacunas de una dosis”.
“Cambiar a media dosis es posible, porque por ejemplo la vacuna de Pfizer y Moderna son muy parecidas en su estructura de investigación, producción y también en su datos de eficacia y seguridad, con la salvedad de que la de Pfizer tiene 40 microgramos y la de Moderna, 100 -continuó analizando-. Entonces la FDA posiblemente está evaluando dar la mitad de la dosis de la vacuna de Moderna para que sea equiparable con Pfizer, pero también hay que hacer estudios de inmunogenicidad con esa vacuna ‘reducida’ específicamente de la cual ya hay algunos en Fase I”.
Acerca de la alternativa mix and match (mezclar diferentes vacunas), Debbag señaló que “hoy por hoy no se puede hacer, pero hay una luz de que se van a investigar estas combinaciones en un mismo esquema: por ejemplo, AstraZeneca con segunda dosis de Sputnik V, o AstraZeneca con alguna otra vacuna y así; eso es el futuro pero sin ninguna duda va a tener que ser estudiado en fases de investigación”.
Para Saad Omer, director del Instituto de Salud de Yale, un cambio de estrategia solo está justificado en países donde la oferta es escasa.
En los Estados Unidos, donde ya se distribuyeron 17 millones de dosis a los estados, la prioridad es administrar estas dosis ya disponibles.
En cuanto a inyectar una vacuna diferente entre una y otra dosis, para la inmunóloga Akiko Iwasaki podría funcionar en teoría, pero los expertos coinciden en que requiere más investigación y no debería hacerse por ahora salvo como último recurso.
Las estrategias son tan diversas como las formas que parece poder adquirir el enemigo a combatir. El desafío es lograr la tan ansiada inmunidad de rebaño, algo que por el momento ningún plan parece estar cerca de alcanzar.