Las generaciones del futuro nos despreciarán por estas 7 cosas
Desde el presente la esclavitud o el sexismo parecen fácilmente condenables, pero ¿qué otras cosas que hoy no se perciben como malas serán condenadas por los humanos del porvenir?
Infobae
De la esclavitud al sexismo, hay mucho en el pasado de la humanidad que la gente del presente considera condenable. Cuando nosotros seamos el pasado, ¿qué nos reprocharán las generaciones del porvenir? Tom Chatfield, de BBC Futuro, se preguntó sobre la propia miopía del presente y consultó a varios expertos. Esta es su lista:
1. Tratamiento del medioambiente
El científico británico James Lovelock advirtió: “Necesitamos energía para sobrevivir”. Pero dado el nivel de confort y desarrollo de la actualidad, eso no está garantizado. Lovelock es el autor de la teoría de Gaia, según la cual la Tierra se puede considerar un sistema auto regulado, y los cambios que le causa la humanidad tienen profundas consecuencias en su capacidad de mantener la vida y la civilización tal como las conocemos.
Los humanos del futuro “deplorarán nuestra persistente manera lineal de pensar y actuar”, arriesgó Kate Raworth, economista del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford. “La economía está dentro de la sociedad, que está dentro del planeta, y todos estos sistemas interactúan entre sí”, notó. En el porvenir habrá “una comprensión mucho mayor de cómo funciona el planeta, cómo nuestra presión sobre él amenaza nuestro propio bienestar”. En lugar de cálculo financieros sobre el valor, “nuestras huellas de carbono, tierra, nitrógeno y agua serán parte de nuestra forma de monitorear nuestros estilos de vida personales y nacionales, junto con la salud y el sentido de bienestar”.
2. Fronteras
Tim Harford, columnista de Financial Times, opinó que una de las mayores miopías en la manera actual de ver el mundo son los controles fronterizos y el modo en que se piensa en la migración global en términos de valor, costos y beneficios.
“En el mundo desarrollado nos permitimos esas libertades y nos gusta promocionar nuestra preocupación por los muy pobres, pero pensamos que es natural que alguien nacido en, digamos, Somalia, debe quedarse en Somalia y no ir a Europa o los Estados Unidos, y que si esa persona tiene una vida difícil la culpa es de Somalia y no de nuestros oficiales de fronteras”, explicó. “Cuando hablamos de costos y beneficios de la inmigración, rara vez hablamos de que migrar puede beneficiar de algún modo a la persona que lo hace”.
3. Sufrimiento humano y animal
En el mundo se miden cuestiones como el desarrollo económico o los derechos humanos a los efectos de mejorar la calidad de vida de las personas, pero una perspectiva más radical propone que la manera más significativa de mejorar nuestro futuro es concentrarse en reducir el sufrimiento de los más pobres y vulnerables, presentó Chatfield.
“Para el filósofo Peter Singer, esta reducción de sufrimiento es un imperativo moral más urgente que cualquier otro, y no se lo debería restringir a la raza humana”, agregó. Y lo citó: “El modo en que tantos de nosotros nadamos en la abundancia mientras que hacemos muy poco por ayudar a aquellos en la extrema pobreza es un defecto claro que el futuro debería condenar, junto con nuestro tratamiento de los animales, que espero que a nuestros descendientes les parezca tan bárbaro como el circo romano nos parece hoy a nosotros”.
4. Individualismo
Roman Krznaric, autor de Empathy: A Handbook for Revolution (Empatía: un manual para la revolución), se manifestó convencido de que “la mayor crisis futura que nuestros hijos, y sus hijos, tendrán que enfrentar es el deterioro de la cohesión social”. Explicó: “La creciente urbanización fractura a las comunidades y una sobredosis de la cultura del mercado libre ha incrementado el narcisismo a niveles récord”.
El único antídoto, señaló Krznaric, es el pegamento social de “ponerse en los zapatos del otro y mirar el mundo desde su perspectiva”.
5. Catástrofes en ciernes
Basta mirar las consecuencias del COVID-19 en los países desarrollados para comprender que la actitud de los humanos contemporáneos ante los peligros colectivos no ha sido óptima. Nick Bostrom, fundador y director del Instituto sobre el Futuro de la Humanidad de Oxford, comentó al respecto: “Si quedan humanos luego de una catástrofe masiva, pueden mirar al pasado y considerar que fue una gran negligencia que no redujéramos los riesgos existenciales. Pero no seremos menos deplorables si la humanidad se acaba y no queda nadie para condenar nuestra era”.
Bostrom analiza los escenarios potencialmente finales, y en su lista se incluyen “las pandemias globales, las armas nucleares, la nanotecnología (máquinas minúsculas altamente destructivas que se puedan reproducir a sí mismas y aniquilar la vida tal como la conocemos), la biología sintética (organismos creados artificialmente capaces de infectar, matar o apropiarse de los ecosistemas del mundo) y la inteligencia artificial (máquinas súper inteligentes que decidan que no están interesadas en la continuación de la vida humana)”.
6. Armas nucleares
Steven Pinker, profesor de psicología de la Universidad de Harvard y autor —entre otros libros— de Los ángeles que llevamos dentro y En defensa de la Ilustración, apuntó a uno de los factores de esa lista como el peor: las armas nucleares.
“Violan todas las normas de la guerra civilizada”, describió, porque son “desproporcionadas en relación a cualquier amenaza, indiscriminadas en la matanza de civiles en cantidades inconcebibles y en la contaminación del medioambiente”. Agregó: “Son inútiles como arma común en la guerra y su efectividad disuasoria depende completamente de la voluntad de los líderes de asesinar a millones de inocentes”. Y lo más alarmante: “Aunque el tabú contra usarlas se ha mantenido durante dos tercios de siglo, la probabilidad de su uso por accidente o en manos de un fanático no es igual a cero”.
7. Falta de preparación
El filósofo Stuart Armstrong, también del Instituto sobre el Futuro de la Humanidad, sumó un factor dada la imposibilidad de descartar una catástrofe: la falta de preparación que encontrarán los humanos del porvenir para el día después. “Una cosa que nos interesa es si se puede repetir la revolución industrial. Tras la mayoría de los desastres quedarán algunos sobrevivientes. ¿Tendrían la capacidad de reconstruir la civilización tecnológica?”.
En el presente la información más vital se guarda en discos duros o en la nube, lo cual supone que siempre existirán los medios para hacerlos funcionar y decodificarlos. “Somos malos a la hora de mantener los registros. Si hay un desastre, nuestros descendientes se molestarán con nosotros por no haber preparado recursos que los ayudaran”.
Chatfield concluyó que, por difícil que sea ver las circunstancias de la propia época desde otra perspectiva, “es necesario extender nuestra imaginación más allá de las preocupaciones de hoy”. El autor de ciencia ficción Greg Bear le recordó que “la capacidad de pensar en el futuro es uno de los talentos más destacables de nuestra especie”.
Si bien es imposible eludir alguna clase de desaprobación de las generaciones por venir, pero reflexionar sobre su existencia en la línea del tiempo ayudará a considerar la importancia de intentar “evitar lo peor, aspirar a lo mejor y pasar una cultura (si no un planeta) en mejores condiciones que la que heredamos”.