Calma tras la tempestad
Muestra de ello fue su emotivo velatorio. Gente de todos los lugares portando camisetas de su equipo, no importaba cuál fuera, se derrumbaban ante el féretro del '10' en la Casa Rosada sin poder contener las lágrimas ante el irrefutable hecho de que no volverá. Murió el genio pero continúa su leyenda, más viva que nunca.
La más que discutible organización del velatorio, convertido en un evento a nivel nacional de forma improvisada, provocó disturbios ante la riada de gente que quedó fuera sin poder despedirse de él, pero ese hecho no pudo enturbiar su despedida. Como tampoco lo hicieron sus problemas extradeportivos en su carrera. Como él mismo decía, "con la cocaína, yo di ventajas al rival" pero pese a ello el rival nunca llegó a la altura de Maradona.
Surgido del humilde barrio de Villa Florito, donde ya exhibía su inigualable calidad con pelotas embarradas de cuero, sólo él fue capaz de superar todas las adversidades que aparecieron en su ajetreada vida para cumplir su sueño y el de millones de personas, el de hacer campeón del mundo a Argentina.
Él fue el orgullo de un pueblo necesitado de alegrías pero nunca le pesó la carga de serlo, al contrario. Abuelos, padres e hijos le amaban por igual, habiéndole visto jugar o no, porque el mito nació mucho antes, desde que deslumbrara siendo aún un niño en Argentinos Juniors, con esa melena rizada tan característica como su exquisita zurda. El Pelusa ya se codeaba entre los grandes de la historia y no le temblaba la voz al decirlo.
Argentina sigue llorando el adiós del Diego y amanece este viernes huérfana de su ídolo pero incapaz de aguantar la sonrisa ante el recuerdo de sus goles, de sus piques y de su forma de ser. La que le hizo ser el más grande. Maradona ya descansa en el cementerio de Bella Vista y esté donde esté tendrá junto a él una pelota, esa que no se mancha. Ya "arranca con la pelota el genio del fútbol mundial...".