Al menos 15 personas hicieron posible que la paz volviera a Bolivia

Tras días de violencia y zozobra, el Pacto de la Unidad aliado de Evo dio la mano al nuevo Gobierno, dejando posturas radicales. El Ministro de la Presidencia considera que primaron la “voluntad” y la “honestidad”.

Ivone Juárez / La Paz
“Shock”, responde Lineth Guzmán, senadora del Movimiento Al Socialismo (MAS), cuando se le pregunta qué se le viene a la mente cuando repasa lo que pasó en Bolivia después de las elecciones del 20 de octubre, hoy anuladas por el fraude.


Con ese estado de ánimo dice que llegó desde Oruro a la ciudad de La Paz para, junto a otros parlamentarios de su partido, intentar poner freno a la violencia, en esa etapa ya protagonizada por militantes del MAS que rechazaban las renuncia de Evo Morales después de la confirmación de la OEA de que el 20 de octubre hubo fraude electoral.

“Sólo siento y recuerdo el shock. Había visto las casas de algunos de mis compañeros quemadas en Oruro, otras en Potosí. Luego vi las imágenes de los ataques en La Paz, también la quema de la casa del rector de Universidad Mayor de San Andrés, de los buses PumaKatari; tanta ira y dolor”, dice.

Para llegar a La Paz desde Oruro tuvo que viajar por tierra hasta Cochabamba y desde ahí en avión. Según Guzmán, esas circunstancias se repitieron en el caso de otros de sus colegas, como Noemí Díaz, Adela Cusi, Rubén Medinacelli y otros que decidieron apostar al diálogo para poner fin a las jornadas de violencia y zozobra.

Durante el fin de semana pasado se sentaron a dialogar y el resultado fue la suspensión de las movilizaciones que degeneraron en ataques, saqueos y hasta intentos terroristas por parte de militantes del MAS.


El ministro de la Presidencia, Jerjes Justiniano, considera que lo fundamental fue “la voluntad de dialogar y la honestidad al dialogar”. “Fueron los factores que primaron y dieron la posibilidad de que el diálogo fuera efectivo y no se transformara en un diálogo entre sordos. Desde el momento en que las partes están dispuesta a ceder para llegar a la concertación, ahí el diálogo es sincero y efectivo. Eso fue lo que marcó la efectividad del diálogo que la podemos ver en la sensación de tranquilidad”, declara.

Pero el diálogo comenzó con posiciones duras, que parecían innegociables, como la inmunidad para el expresidente Evo Morales en su condición de máximo líder de los cocaleros del Chapare. Justiniano dice que en ese contexto lo fundamental fue la “cordialidad y el respeto” para bajar las tensiones y alcanzar la concertación.

Las mesas de negociación se llevaron a cabo en el Palacio Quemado.
Foto: ABI
Pero junto a los parlamentarios del MAS también estuvieron legisladores de UD, dirigentes sindicales que fueron parte del gobierno de 14 años de Morales, igual que ministros del nuevo gobierno constitucional, personalidades de la cooperación internacional y representantes de la Iglesia Católica.

Entre los legisladores destacan Eva Copa, presidenta del Senado; Omar Aguilar, presidente de Diputados, los senadores Lineth Guzmán, Pedro Montes y Óscar Ortiz.

El senador del MAS Efraín Chambi reconoce que en la bancada de su partido se dieron diferencias, pero destaca que al final se llegó a un acuerdo. “La bancada, pese a sus diferentes criterios, a la hora de tomar decisiones, las toma orgánicamente”, dice.

Al referirse a las jornadas de violencia, dice: Fue una situación de canibalismo, no pudimos resolver nuestras diferencias democráticamente; la violencia vino de todos lados, se debe investigar. No queremos pensar que nuestros dirigentes estén en esa actitud. Si alguno hubiese actuado de esa manera, será sometido a la vía judicial bajo el debido proceso”.

Y en este afán por pacificar Bolivia también estuvieron presentes sindicalistas, representantes de Pacto de la Unidad, que estuvo con Evo Morales en el gobierno durante 14 años. Algunos dejaron de lado las posiciones radicales que asumieron en defensa de Evo. Por ejemplo, Segundina Flores, secretaria ejecutiva de las mujeres campesinas Bartolina Sisa, quien semanas antes advirtió incluso con una lucha armada, aunque luego dijo que fue tergiversada.

Se sumaron Henry Nina, dirigente máximo de los Interculturales, quien amenazó con cercar La Paz como respuesta a las movilizaciones ciudadanas que exigían el respeto al voto; Rodolfo Machaca, que fue viceministro de Descolonización; Juan Carlos Guarachi, secretario ejecutivo de la Central Obrera Bolivia que el 10 de noviembre pidió la renuncia de Evo ante la evidencia de fraude electoral.


Por parte del nuevo gobierno tuvieron una participación activa los ministros de la Presidencia, Jerjes Justiniano, y de Gobierno, Arturo Murillo, quien se sentó a negociar con los cocaleros del Chapare que quemaron su hotel y el de su familia y obligaron a sus familiares a huir al monte.

Representantes de la comunidad internacional y de la Iglesia Católica fueron fundamentales para devolverle la tranquilidad al país. Se puede mencionar a Jean Arnault, enviado especial de la ONU; León de la Torre, embajador de la UE; Cristina Borreguero Ballesteros, agregada política de la Embajada de España, y los monseñores Eugenio Scarpellini y Aurelio Pesoa, además de la defensora del Pueblo, Nadia Cruz, de quien el Ministro de Gobierno valoró su aporte. A estas personas se suman otras, convencidas de que el diálogo y la tolerancia son la mejor opción para resolver las diferencias entre los bolivianos.




Eva Copa, presidenta de la Cámara de Senadores. Asumió el cargo después de la confusa renuncia de Susana Rivero. Copa es considera parte del ala conciliadora del MAS.



Omar Aguilar, senador del MAS por Cochabamba, donde se registró uno de los mayores enfrentamientos entre cocaleros del Chapare y el Ejército, que dejaron al menos 9 muertos.




Segundina Flores, dirigente máxima de las Bartolinas que acompañaron a Evo en el gobierno. Días antes del conflicto, Flores habló de una “defensa armada” del proceso de cambio.




Juan Carlos Guarachi, secretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana. Tras conocerse el informe de la OEA sobre el fraude electoral, el sector le pidió su renuncia a Evo.




Jerjes Justiniano, ministro de la Presidencia, participó en todo el proceso de diálogo. Asegura que la clave del éxito de éste fue la voluntad y la sinceridad de las partes.




Lineth Guzmán, senadora del MAS por Oruro, llegó desde su región por tierra y aire con la decisión de encontrar una salida a la encrucijada de violencia en la que se hallaba el país.



Pedro Montes, senador del MAS por Oruro y exsecretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana, también se sumó a las gestiones para pacificar Bolivia.



Henry Nina, representante de la Confederación de Interculturales, participó en la pacificación, pese a que al inicio del conflicto amenazó con cercar la ciudad de La Paz.



Rodolfo Machaca, representante de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos, fue viceministro de Descolonización del gobierno de Evo Morales.





Arturo Murillo, ministro de Gobierno, criticado por sus declaraciones contra exautoridades del MAS, fue a negociar con los cocaleros del Chapare, que quemaron su hotel en el Chapare.




Jean Arnault, enviado especial de la ONU, llegó al país en plena crisis y brindó importante apoyo a la pacificación. Apuesta por unas elecciones transparentes y libres.



León de la Torre, embajador de la Unión Europea (UE), apoyó la pacificación desde el inicio del conflicto. Llegó al país para las elecciones. La UE financió el TREP.



Monseñor Eugenio Scarpellini, obispo de la ciudad de El Alto, donde se registraron violentas movilizaciones del MAS con indicios de terrorismo.



Monseñor Aurelio Pesoa, secretario general de la Conferencia Episcopal Boliviana, uno de los facilitadores que la Iglesia Católica ofreció para pacificar el país.




Cristina Borreguero Ballesteros, agregada política de la Embajada de España en Bolivia, estuvo presente en las jornadas de diálogo y pacificación.

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