La crisis política tiene su origen en el 21F y Evo tiene “la llave” de la solución
El 21 de febrero 2016, el 51,3% del electorado rechazó la reforma parcial del artículo 168 de la Constitución Política del Estado, que establece los límites de la reelección: una sola vez de manera continua.
Página Siete / La Paz
Cuando aún no se contaba con los datos al 100% de mesas computadas, aquel 22 de febrero de 2016, un día después de la consulta, el presidente Evo Morales expresaba que aunque con un voto o dos, el resultado del referendo se debía respetar. “Es la democracia”, comentó, según los registros de prensa de entonces.
Al final, el “No” a la reelección triunfó con más del 50% de respaldo. No obstante, pese a ese resultado, el presidente Evo Morales fue habilitado por el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) y por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para ser candidato el 20 de octubre, comicios cuestionados por denuncias de un presunto un fraude.
Precisamente en el 21F radica el origen de la crisis política por la que atraviesa hoy Bolivia, dado que los expertos sostienen que si se hubiera respetado el resultado de esa consulta, hoy, no estaríamos en esta situación.
“Hay un país que después de 37 años aprendió a vivir en democracia, aprendió a valorar su voto, aprendió que las diferencias se zanjan en las urnas. Desde el 85 hasta esta época, hemos tenido momentos de tensión, pero siempre los bolivianos hemos buscado salidas democráticas, salidas institucionales”, explica el analista político Iván Arias.
“La calle nunca ha rebasado la tolerancia –agrega arias–, siempre primó el decir ‘ya basta, encontremos la solución’. Entonces, el Presidente plantea una pregunta, promete cumplir el resultado, y luego de alguna forma les dice a los bolivianos ‘no me importa su voto’, y esto es lo que violenta a unos y a otros, porque estamos ante un Presidente que no cumple su palabra”.
Ley 757 de convocatoria al referendo de 2016 (OEP).
En el referéndum convocado para el 21 de febrero de 2016 se consultó al electorado sobre la reforma parcial a la Constitución Política del Estado (CPE), en lo que establece el artículo 168, que dispone que el mandato del Presidente y del Vicepresidente es de cinco años y que puede ser reelecto por una sola vez de manera continua.
La pregunta planteada a los votantes fue: “¿Usted está de acuerdo con la reforma del Artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la Presidenta o Presidente y la Vicepresidenta o Vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?”. El 48,7% aceptó la reforma del artículo 168, pero el 51,3% la rechazó.
El exalcalde de La Paz, Juan del Granado explica que el 21-F es la primera manifestación y visibilización de las causas profundas de la crisis actual.
“El 21 de febrero de 2016, en el voto negativo de la gente al prorroguismo, se reveló el agotamiento definitivo de la forma estatal que el MAS inauguró 10 años antes, en 2006”, afirma.
“La violación de ese voto soberano mayoritario y el claro desconocimiento de la CPE, a través del Tribunal Constitucional primero y del Tribunal Supremo Electoral después, consumaron, ya de manera grotesca, ese agotamiento estatal que ya no ofrecía una propuesta de país, sino un mezquino e ilegal afán de perpetuarse en el poder”, agrega Del Granado.
Tras el 21F, la postura que asumió el Gobierno sobre los resultados puede palparse en dos momentos: el 29 de junio de 2016, cuando el Jefe de Estado comentó que entre las filas de los sectores afines al MAS había pedidos de anulación del referendo, porque el “No” supuestamente había ganado por la “mentira del caso Zapata”; y el 24 de diciembre de 2016, cuando se conoció la declaración de Morales de que si fuera presidente del TSE, “el referendo del 21 de febrero de oficio hubiera anulado, porque ha ganado la mentira”.
El 28 de noviembre de 2017, el TCP habilitó a Morales para ser candidato de forma indefinida, y el 4 de diciembre de 2018, el TSE dio “luz verde” al binomio azul para los comicios del 20 de octubre, pese al 21F.
“El 21F fue un punto de inflexión clave, pero no hay que olvidar que hubo otros momentos clave como el Tipnis y los incendios de la Chiquitania. Esta es una revuelta que ha ‘hermanado’ todo el arco social en torno a la demanda democrática de respeto al voto, especialmente entre los jóvenes”, expresa la socióloga Sonia Montaño.
“El reclamo de hoy –agrega la analista– expresa también el hartazgo con el abuso. Sin embargo, ha puesto el dedo en la llaga de varias fracturas estructurales como la rivalidad camba/colla”.
Teniendo en cuenta ese panorama, ¿cuál es la salida? Los expertos coinciden en que el Presidente Morales tiene “la llave”, sobre todo para evitar que la solución avance por el cauce del desastre.
“Evo es el único que puede abrir una puerta hacia la solución, debería llamar a un acuerdo nacional para hacer elecciones y la oposición debe reconocer el liderazgo de Mesa así como él debe tomar más iniciativa”, afirma Montaño.
Del Granado asegura que el presidente Morales “tiene aún en sus manos la solución pacificadora del país: Convocar de inmediato, vía parlamento, a nuevas elecciones, concertando previamente con toda la oposición democrática sus términos políticos y técnicos”.
“Si no lo hace, significa que el Gobierno ha tomado la decisión suicida de aplacar la rebelión nacional por la vía de la fuerza y a cualquier costó. Ojalá que ello no ocurra”, expresa.
Arias considera que Morales, pese a estar debilitado, tienen en sus manos la pacificación del país: “Eso le daría no un signo de debilidad, sino más bien un signo de un gobernante que todavía tiene capacidad de escuchar”.
Para cerrar, Del Granado hace un análisis de los días de la crisis: “Hace 20 días que estamos viviendo la movilización nacional más grande de la historia democrática y de los 194 años de vida republicana”.
El exalcalde de La Paz agrega: “No es sólo La Paz y El Alto como fue octubre de 1982 y del 2003; son todas las ciudades capitales departamentales incluyendo Pando y Beni. Lo que fue al inicio una vigorosa respuesta juvenil urbana, hoy es ya un extendido repudio de clases medias, de fabriles cochabambinos, de mineros potosinos, de indígenas orientales y de cocaleros yungueños quienes, de la expectativa inicial de segunda vuelta, pasaron en días a la de nuevas elecciones y de ahí a ‘fuera Evo’”.
Las salidas a la crisis política
En el bloque de oposición al presidente Evo Morales se prefiguran al menos dos posturas para una salida: 1) Nuevas elecciones con un nuevo TSE y 2) la exigencia de renuncia del Presidente.
La primera es abanderada principalmente por Carlos Mesa, líder de Comunidad Ciudadana. La segunda es liderada por Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Pro Santa Cruz.
Ayer, el presidente Evo Morales sumó una tercera salida: mesa de diálogo con los partidos que lograron representación en el Legislativo en las elecciones del 20 de octubre.
Página Siete / La Paz
Cuando aún no se contaba con los datos al 100% de mesas computadas, aquel 22 de febrero de 2016, un día después de la consulta, el presidente Evo Morales expresaba que aunque con un voto o dos, el resultado del referendo se debía respetar. “Es la democracia”, comentó, según los registros de prensa de entonces.
Al final, el “No” a la reelección triunfó con más del 50% de respaldo. No obstante, pese a ese resultado, el presidente Evo Morales fue habilitado por el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) y por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para ser candidato el 20 de octubre, comicios cuestionados por denuncias de un presunto un fraude.
Precisamente en el 21F radica el origen de la crisis política por la que atraviesa hoy Bolivia, dado que los expertos sostienen que si se hubiera respetado el resultado de esa consulta, hoy, no estaríamos en esta situación.
“Hay un país que después de 37 años aprendió a vivir en democracia, aprendió a valorar su voto, aprendió que las diferencias se zanjan en las urnas. Desde el 85 hasta esta época, hemos tenido momentos de tensión, pero siempre los bolivianos hemos buscado salidas democráticas, salidas institucionales”, explica el analista político Iván Arias.
“La calle nunca ha rebasado la tolerancia –agrega arias–, siempre primó el decir ‘ya basta, encontremos la solución’. Entonces, el Presidente plantea una pregunta, promete cumplir el resultado, y luego de alguna forma les dice a los bolivianos ‘no me importa su voto’, y esto es lo que violenta a unos y a otros, porque estamos ante un Presidente que no cumple su palabra”.
Ley 757 de convocatoria al referendo de 2016 (OEP).
En el referéndum convocado para el 21 de febrero de 2016 se consultó al electorado sobre la reforma parcial a la Constitución Política del Estado (CPE), en lo que establece el artículo 168, que dispone que el mandato del Presidente y del Vicepresidente es de cinco años y que puede ser reelecto por una sola vez de manera continua.
La pregunta planteada a los votantes fue: “¿Usted está de acuerdo con la reforma del Artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la Presidenta o Presidente y la Vicepresidenta o Vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?”. El 48,7% aceptó la reforma del artículo 168, pero el 51,3% la rechazó.
El exalcalde de La Paz, Juan del Granado explica que el 21-F es la primera manifestación y visibilización de las causas profundas de la crisis actual.
“El 21 de febrero de 2016, en el voto negativo de la gente al prorroguismo, se reveló el agotamiento definitivo de la forma estatal que el MAS inauguró 10 años antes, en 2006”, afirma.
“La violación de ese voto soberano mayoritario y el claro desconocimiento de la CPE, a través del Tribunal Constitucional primero y del Tribunal Supremo Electoral después, consumaron, ya de manera grotesca, ese agotamiento estatal que ya no ofrecía una propuesta de país, sino un mezquino e ilegal afán de perpetuarse en el poder”, agrega Del Granado.
Tras el 21F, la postura que asumió el Gobierno sobre los resultados puede palparse en dos momentos: el 29 de junio de 2016, cuando el Jefe de Estado comentó que entre las filas de los sectores afines al MAS había pedidos de anulación del referendo, porque el “No” supuestamente había ganado por la “mentira del caso Zapata”; y el 24 de diciembre de 2016, cuando se conoció la declaración de Morales de que si fuera presidente del TSE, “el referendo del 21 de febrero de oficio hubiera anulado, porque ha ganado la mentira”.
El 28 de noviembre de 2017, el TCP habilitó a Morales para ser candidato de forma indefinida, y el 4 de diciembre de 2018, el TSE dio “luz verde” al binomio azul para los comicios del 20 de octubre, pese al 21F.
“El 21F fue un punto de inflexión clave, pero no hay que olvidar que hubo otros momentos clave como el Tipnis y los incendios de la Chiquitania. Esta es una revuelta que ha ‘hermanado’ todo el arco social en torno a la demanda democrática de respeto al voto, especialmente entre los jóvenes”, expresa la socióloga Sonia Montaño.
“El reclamo de hoy –agrega la analista– expresa también el hartazgo con el abuso. Sin embargo, ha puesto el dedo en la llaga de varias fracturas estructurales como la rivalidad camba/colla”.
Teniendo en cuenta ese panorama, ¿cuál es la salida? Los expertos coinciden en que el Presidente Morales tiene “la llave”, sobre todo para evitar que la solución avance por el cauce del desastre.
“Evo es el único que puede abrir una puerta hacia la solución, debería llamar a un acuerdo nacional para hacer elecciones y la oposición debe reconocer el liderazgo de Mesa así como él debe tomar más iniciativa”, afirma Montaño.
Del Granado asegura que el presidente Morales “tiene aún en sus manos la solución pacificadora del país: Convocar de inmediato, vía parlamento, a nuevas elecciones, concertando previamente con toda la oposición democrática sus términos políticos y técnicos”.
“Si no lo hace, significa que el Gobierno ha tomado la decisión suicida de aplacar la rebelión nacional por la vía de la fuerza y a cualquier costó. Ojalá que ello no ocurra”, expresa.
Arias considera que Morales, pese a estar debilitado, tienen en sus manos la pacificación del país: “Eso le daría no un signo de debilidad, sino más bien un signo de un gobernante que todavía tiene capacidad de escuchar”.
Para cerrar, Del Granado hace un análisis de los días de la crisis: “Hace 20 días que estamos viviendo la movilización nacional más grande de la historia democrática y de los 194 años de vida republicana”.
El exalcalde de La Paz agrega: “No es sólo La Paz y El Alto como fue octubre de 1982 y del 2003; son todas las ciudades capitales departamentales incluyendo Pando y Beni. Lo que fue al inicio una vigorosa respuesta juvenil urbana, hoy es ya un extendido repudio de clases medias, de fabriles cochabambinos, de mineros potosinos, de indígenas orientales y de cocaleros yungueños quienes, de la expectativa inicial de segunda vuelta, pasaron en días a la de nuevas elecciones y de ahí a ‘fuera Evo’”.
Las salidas a la crisis política
En el bloque de oposición al presidente Evo Morales se prefiguran al menos dos posturas para una salida: 1) Nuevas elecciones con un nuevo TSE y 2) la exigencia de renuncia del Presidente.
La primera es abanderada principalmente por Carlos Mesa, líder de Comunidad Ciudadana. La segunda es liderada por Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Pro Santa Cruz.
Ayer, el presidente Evo Morales sumó una tercera salida: mesa de diálogo con los partidos que lograron representación en el Legislativo en las elecciones del 20 de octubre.