¿Por qué algunos idiomas se hablan más rápido que otros?
Una nueva investigación sugiere que las diferentes lenguas, independientemente de la velocidad, transmiten la información aproximadamente al mismo ritmo
Infobae
Si este articulo estuviera escrito en japonés, sería más largo. Una traducción al tailandés, mientras tanto, sería más corta. Y sin embargo, quienes lo leyeran en voz alta, en cualquiera de los dos idiomas, terminarían más o menos al mismo tiempo.
Este peculiar fenómeno es objeto de nuevas investigaciones que demuestran que las lenguas se enfrentan a un equilibrio entre la complejidad y la velocidad. Los que están llenos de información se hablan más despacio, mientras que los más sencillos se hablan más rápido. Como resultado, la mayoría de los idiomas son igualmente eficientes en la transmisión de información.
En un estudio publicado este mes en Science Advances, titulado “Diferentes lenguajes, eficiencia de codificación similar: Tasas de información comparables en todo el nicho de la comunicación humana”, Christophe Coupé, Yoon Mi Oh, Dan Dediu y François Pellegrino cuantifican la densidad de información de 17 lenguas euroasiáticas, medida por la facilidad con la que se puede adivinar cada sílaba a partir de la anterior. Luego grabaron la velocidad a la que 170 hablantes nativos leen 15 textos en voz alta. Finalmente, armados con datos sobre la información contenida en un texto y la velocidad con la que se puede expresar, los autores derivan la velocidad a la que se transmite la información.
Los resultados sugieren que existe un rango óptimo de velocidades dentro del cual el cerebro puede procesar la información de manera más eficiente. Los hablantes de idiomas sencillos aceleran el ritmo para que las conversaciones sean breves. Los hablantes de idiomas complejos ejercen un mayor esfuerzo planificando oraciones y articulando sílabas, lo que hace que las discusiones se alarguen.
Sin embargo, en ambos casos, la información se transmite al mismo ritmo. “Es como las alas de un pájaro”, explicó el Dr. Coupé, uno de los autores de la investigación. “Puedes tener alas grandes que necesitan pocos batidos por segundo o tienes que aletear las pequeñas que tienes, pero el resultado es prácticamente el mismo en términos de vuelo”.
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Si este articulo estuviera escrito en japonés, sería más largo. Una traducción al tailandés, mientras tanto, sería más corta. Y sin embargo, quienes lo leyeran en voz alta, en cualquiera de los dos idiomas, terminarían más o menos al mismo tiempo.
Este peculiar fenómeno es objeto de nuevas investigaciones que demuestran que las lenguas se enfrentan a un equilibrio entre la complejidad y la velocidad. Los que están llenos de información se hablan más despacio, mientras que los más sencillos se hablan más rápido. Como resultado, la mayoría de los idiomas son igualmente eficientes en la transmisión de información.
En un estudio publicado este mes en Science Advances, titulado “Diferentes lenguajes, eficiencia de codificación similar: Tasas de información comparables en todo el nicho de la comunicación humana”, Christophe Coupé, Yoon Mi Oh, Dan Dediu y François Pellegrino cuantifican la densidad de información de 17 lenguas euroasiáticas, medida por la facilidad con la que se puede adivinar cada sílaba a partir de la anterior. Luego grabaron la velocidad a la que 170 hablantes nativos leen 15 textos en voz alta. Finalmente, armados con datos sobre la información contenida en un texto y la velocidad con la que se puede expresar, los autores derivan la velocidad a la que se transmite la información.
Los resultados sugieren que existe un rango óptimo de velocidades dentro del cual el cerebro puede procesar la información de manera más eficiente. Los hablantes de idiomas sencillos aceleran el ritmo para que las conversaciones sean breves. Los hablantes de idiomas complejos ejercen un mayor esfuerzo planificando oraciones y articulando sílabas, lo que hace que las discusiones se alarguen.
Sin embargo, en ambos casos, la información se transmite al mismo ritmo. “Es como las alas de un pájaro”, explicó el Dr. Coupé, uno de los autores de la investigación. “Puedes tener alas grandes que necesitan pocos batidos por segundo o tienes que aletear las pequeñas que tienes, pero el resultado es prácticamente el mismo en términos de vuelo”.