Evo Morales, decidido a transformarse en Nicolás Maduro ante el silencio de América Latina
Ningún país de la región alertó sobre el creciente atropello a las instituciones democráticas. Su particular lucha contra el narcotráfico y su inmunidad en foros internacionales
Laureano Pérez Izquierdo
laureano@infobae.com
Evo Morales siempre descansó sobre dos pilares fundamentales: su popularidad y los resortes judiciales que tantos favores le regaló. Fue el Tribunal Supremo Electoral (TSE) el que determinó que el jefe del Movimiento al Socialismo (MAS) podía presentarse a una nueva reelección pese a que la Constitución de Bolivia y un referéndum se lo impiden.
Sin embargo, el primero de sus apoyos parece estar en un proceso de revisión, aunque sin la fuerza suficiente como para que tema su nueva coronación en el Palacio Quemado. Las protestas por este desprecio a las instituciones le valen un malestar general reflejado en la desaprobación que cosecha su administración en gran parte del país.
De acuerdo con una encuesta elaborada por IPSOS -aunque mantiene imperturbable su posibilidad de ser reelegido- luces de alarma deberían encenderse en La Paz. La aprobación a su gestión en los puntos más poblados del país muestran una desazón creciente. Únicamente en la capital y en Cobija su beneplácito supera la desaprobación. En el resto de los centros urbanos la ecuación es inversa. En Sucre y en Tarija la intransigencia con el régimen trepa por encima del 70 por ciento.
Pero Evo va por todo. El presidente presiona y amenaza con la cárcel o el exilio a aquellos legisladores que alcen la voz ante organismos internacionales o pidan ayuda a otros países sin ser escuchados. Una de esas víctimas fue la senadora Carmen Eva Gonzales, quien prometió hacer llegar a las autoridades del Grupo de Lima su temor -y el de muchos- de que Bolivia se convierta en una dictadura.
El patrón boliviano se juramentó no apartarse del poder desde que asumió el 22 de enero de 2006. Por orden constitucional ya debería haberse ido hace cuatro años. El artículo 168 de la carta magna es claro al respecto. Dice: "El período de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua".
Conocedor de que no podría presentarse nuevamente, Morales forzó el vínculo con la población a la que subestimó. Convocó a un referéndum el 21 de febrero de 2016 y perdió. El pueblo no le dio la razón en su voracidad por perpetuarse en la presidencia. Por primera vez, le daría la espalda de manera concluyente.
Pero no se rindió y jugó una carta desleal. Deslegitimado, se presentó ante sus amigos los jueces.
El 5 de diciembre pasado, el TSE reinterpretó gustoso la Constitución Política del Estado en su reformado artículo 168 -violentando la voluntad popular- y le dio vía libre para presentarse una vez más a los comicios generales. "No puedo decepcionar a mi pueblo", dijo y pareció burlarse Evo cuando conoció el fallo. Argumentó ante los magistrados que lo suyo constituía un "derecho humano" que no podía ser violado.
Maduro, ese gran amigo y espejo
Durante los años de Hugo Chávez, Morales se sintió a gusto ofreciendo sus servicios aéreos. Son los que denunció el periodista brasileño Leonardo Coutinho en su libro sobre el caudillo caribeño: El Espectro, cómo el presidente venezolano alimentó el narcotráfico, financió el terrorismo y promovió el desorden global.
En la obra, el periodista documenta y denuncia cómo eran los vuelos que partían de una base militar en las afueras de La Paz con cargamento ilegal. De acuerdo con testimonios reunidos por el autor se trataba de cocaína que hacía escala en Caracas y llegaba a La Habana. Cientos de ladrillos blancos para financiar al socialismo del siglo XXI.
La misteriosa ruta se utilizó 91 veces entre 2009 y 2014 según el gobierno brasileño. Si durante ese tiempo el lastre de los cargamentos hubiera sido siempre el mismo (500 kilogramos) en total se habrían trasladado 45.500 kilos entre las capitales venezolana y cubana con aviones de la Fuerza Aérea de Evo.
Una vez muerto el carismático comandante caribeño, el presidente boliviano continuó apoyándose en Maduro pese a la decadencia y la debacle del chavismo. También frente a la evidencia del vínculo que la dictadura caraqueña mantenía con carteles de la droga… hasta estos días. ¿Morales es parte de ese negocio y por eso continúa atrapado? ¿Cuba no le permite abandonar el barco?
El presidente boliviano siempre repite lo mismo: que la lucha contra los capos narcos es una imposición "imperialista". Fue por eso que expulsó a la DEA de su territorio en noviembre de 2008. A partir de entonces, un manto de misterio recubre Bolivia: nadie conoce cómo combate a la producción de cocaína. O si la combate. La senadora Gonzales contradice esa afirmación: "Desde que salió la DEA qué es lo que ha pasado: se ha profundizado el narcotráfico en nuestro país".
El reciente escándalo de la Policía Anticrimen de Santa Cruz -por la que se hizo pública la relación entre Gonzalo Medina y Fernando Moreira, director y capitán de la delegación, respectivamente, con un grupo traficante- dejó en claro la complicidad entre las fuerzas de seguridad y el comercio de estupefacientes. No se trató de un hecho policial más, sino que golpeó con fuerza el corazón de gobierno que debió dar explicaciones.
El jefe de estado dio la cara. Sobreactuó: "Aquí han caído los peces gordos del narcotráfico que vinieron, se escaparon de la Argentina, de Brasil, pueblos vecinos que están sorprendidos de esa investigación. Pero lo más importante, repito nuevamente, sin la participación de la DEA".
No obstante, el capo, con quienes los jefes de esa delegación mantenían relación, no tenía hasta entonces ninguna investigación abierta en la Justicia boliviana. Se trata de Pedro Montenegro Paz. Era el encargado de toneladas de droga que vía Brasil llegaban a Europa. Fiscales brasileños reclaman su extradición desde 2015, pero sin suerte.
Está prófugo luego de que se descubriera su vínculo con los directores de la Policía Anticrimen de Santa Cruz. Montenegro Paz se paseó a sus anchas durante todo este tiempo. Incluso a nadie llamó la atención que importara palmeras desde Miami, Florida, para su residencia cruceña.
Ahora, Evo se muestra sorprendido por la complicidad. "Nos preguntamos cómo es posible que algunos oficiales, no son todos, estén negociando con el narcotráfico. Mientras hermanos policías dan su tiempo, su sacrificio por Bolivia y nuestro pueblo", dijo. La crisis parece haber sido contenida, pero la hemorragia que provocó la herida continuará.
Mientras esto sucede, el resto de los países de América Latina miran para otro lado. Quizás estén a la espera de una crisis humanitaria de proporciones venezolanas para alzar la voz en foros internacionales. Por el momento, juegan para Morales sin evidenciar rubor.
Laureano Pérez Izquierdo
laureano@infobae.com
Evo Morales siempre descansó sobre dos pilares fundamentales: su popularidad y los resortes judiciales que tantos favores le regaló. Fue el Tribunal Supremo Electoral (TSE) el que determinó que el jefe del Movimiento al Socialismo (MAS) podía presentarse a una nueva reelección pese a que la Constitución de Bolivia y un referéndum se lo impiden.
Sin embargo, el primero de sus apoyos parece estar en un proceso de revisión, aunque sin la fuerza suficiente como para que tema su nueva coronación en el Palacio Quemado. Las protestas por este desprecio a las instituciones le valen un malestar general reflejado en la desaprobación que cosecha su administración en gran parte del país.
De acuerdo con una encuesta elaborada por IPSOS -aunque mantiene imperturbable su posibilidad de ser reelegido- luces de alarma deberían encenderse en La Paz. La aprobación a su gestión en los puntos más poblados del país muestran una desazón creciente. Únicamente en la capital y en Cobija su beneplácito supera la desaprobación. En el resto de los centros urbanos la ecuación es inversa. En Sucre y en Tarija la intransigencia con el régimen trepa por encima del 70 por ciento.
Pero Evo va por todo. El presidente presiona y amenaza con la cárcel o el exilio a aquellos legisladores que alcen la voz ante organismos internacionales o pidan ayuda a otros países sin ser escuchados. Una de esas víctimas fue la senadora Carmen Eva Gonzales, quien prometió hacer llegar a las autoridades del Grupo de Lima su temor -y el de muchos- de que Bolivia se convierta en una dictadura.
El patrón boliviano se juramentó no apartarse del poder desde que asumió el 22 de enero de 2006. Por orden constitucional ya debería haberse ido hace cuatro años. El artículo 168 de la carta magna es claro al respecto. Dice: "El período de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua".
Conocedor de que no podría presentarse nuevamente, Morales forzó el vínculo con la población a la que subestimó. Convocó a un referéndum el 21 de febrero de 2016 y perdió. El pueblo no le dio la razón en su voracidad por perpetuarse en la presidencia. Por primera vez, le daría la espalda de manera concluyente.
Pero no se rindió y jugó una carta desleal. Deslegitimado, se presentó ante sus amigos los jueces.
El 5 de diciembre pasado, el TSE reinterpretó gustoso la Constitución Política del Estado en su reformado artículo 168 -violentando la voluntad popular- y le dio vía libre para presentarse una vez más a los comicios generales. "No puedo decepcionar a mi pueblo", dijo y pareció burlarse Evo cuando conoció el fallo. Argumentó ante los magistrados que lo suyo constituía un "derecho humano" que no podía ser violado.
Maduro, ese gran amigo y espejo
Durante los años de Hugo Chávez, Morales se sintió a gusto ofreciendo sus servicios aéreos. Son los que denunció el periodista brasileño Leonardo Coutinho en su libro sobre el caudillo caribeño: El Espectro, cómo el presidente venezolano alimentó el narcotráfico, financió el terrorismo y promovió el desorden global.
En la obra, el periodista documenta y denuncia cómo eran los vuelos que partían de una base militar en las afueras de La Paz con cargamento ilegal. De acuerdo con testimonios reunidos por el autor se trataba de cocaína que hacía escala en Caracas y llegaba a La Habana. Cientos de ladrillos blancos para financiar al socialismo del siglo XXI.
La misteriosa ruta se utilizó 91 veces entre 2009 y 2014 según el gobierno brasileño. Si durante ese tiempo el lastre de los cargamentos hubiera sido siempre el mismo (500 kilogramos) en total se habrían trasladado 45.500 kilos entre las capitales venezolana y cubana con aviones de la Fuerza Aérea de Evo.
Una vez muerto el carismático comandante caribeño, el presidente boliviano continuó apoyándose en Maduro pese a la decadencia y la debacle del chavismo. También frente a la evidencia del vínculo que la dictadura caraqueña mantenía con carteles de la droga… hasta estos días. ¿Morales es parte de ese negocio y por eso continúa atrapado? ¿Cuba no le permite abandonar el barco?
El presidente boliviano siempre repite lo mismo: que la lucha contra los capos narcos es una imposición "imperialista". Fue por eso que expulsó a la DEA de su territorio en noviembre de 2008. A partir de entonces, un manto de misterio recubre Bolivia: nadie conoce cómo combate a la producción de cocaína. O si la combate. La senadora Gonzales contradice esa afirmación: "Desde que salió la DEA qué es lo que ha pasado: se ha profundizado el narcotráfico en nuestro país".
El reciente escándalo de la Policía Anticrimen de Santa Cruz -por la que se hizo pública la relación entre Gonzalo Medina y Fernando Moreira, director y capitán de la delegación, respectivamente, con un grupo traficante- dejó en claro la complicidad entre las fuerzas de seguridad y el comercio de estupefacientes. No se trató de un hecho policial más, sino que golpeó con fuerza el corazón de gobierno que debió dar explicaciones.
El jefe de estado dio la cara. Sobreactuó: "Aquí han caído los peces gordos del narcotráfico que vinieron, se escaparon de la Argentina, de Brasil, pueblos vecinos que están sorprendidos de esa investigación. Pero lo más importante, repito nuevamente, sin la participación de la DEA".
No obstante, el capo, con quienes los jefes de esa delegación mantenían relación, no tenía hasta entonces ninguna investigación abierta en la Justicia boliviana. Se trata de Pedro Montenegro Paz. Era el encargado de toneladas de droga que vía Brasil llegaban a Europa. Fiscales brasileños reclaman su extradición desde 2015, pero sin suerte.
Está prófugo luego de que se descubriera su vínculo con los directores de la Policía Anticrimen de Santa Cruz. Montenegro Paz se paseó a sus anchas durante todo este tiempo. Incluso a nadie llamó la atención que importara palmeras desde Miami, Florida, para su residencia cruceña.
Ahora, Evo se muestra sorprendido por la complicidad. "Nos preguntamos cómo es posible que algunos oficiales, no son todos, estén negociando con el narcotráfico. Mientras hermanos policías dan su tiempo, su sacrificio por Bolivia y nuestro pueblo", dijo. La crisis parece haber sido contenida, pero la hemorragia que provocó la herida continuará.
Mientras esto sucede, el resto de los países de América Latina miran para otro lado. Quizás estén a la espera de una crisis humanitaria de proporciones venezolanas para alzar la voz en foros internacionales. Por el momento, juegan para Morales sin evidenciar rubor.