Las estrategias más insólitas que usan los autócratas para robar las elecciones

A diferencia de los viejos autoritarismos, que clausuraban las urnas sin pudor, las autocracias del siglo XXI tienen que conservar las formas de la democracia. El fraude electoral, una herramienta cada vez más importante para los gobiernos que no están dispuestos a competir por la permanencia en el poder

Darío Mizrahi
dmizrahi@infobae.com
Tras 15 años de guerra civil, el gobernante Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo) decidió en 1992 poner fin al régimen comunista de partido único y convocar las primeras elecciones democráticas de la historia. Los comicios se realizaron dos años más tarde, con la oposición nucleada en la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo).


El Frelimo estaba dispuesto a abrir el juego político, pero no a entregar el poder. Había que hacer fraude, aunque no podía ser demasiado evidente. El Gobierno acudió a lo que tenía a mano: el miedo de la población a los enfrentamientos armados que aún estaban latentes.

En los días previos a la votación, hicieron correr un falso rumor en los distritos acomodados, bastiones del Renamo: un grupo de rebeldes se estaba armando para realizar un ataque en la zona. A pesar del clima enrarecido, como se había establecido que los comicios cierren a la tarde y el escrutinio se realice a la mañana siguiente, los fiscales de los diversos partidos iban a pasar la noche en los centros en los que se juntaron las urnas.

Cuando una cuadrilla de soldados disparó algunos tiros al aire y se acercó corriendo para alertar que los rebeldes inexistentes estaban atacando, todos huyeron del lugar. Sin nadie para observarlos, los militantes oficialistas tuvieron toda la libertad para asegurarse de que el Renamo obtuviera menos votos que los esperados, según cuenta el periodista ugandés Charles Onyango-Obbo, editor del Mail & Guardian. El presidente Joaquim Chissano terminó siendo ratificado en el cargo con el 53 por ciento de los sufragios.

El fraude electoral había perdido interés como objeto de estudio. De ser un fenómeno bastante extendido en el origen de muchas democracias alrededor del mundo, se volvió algo cada vez más marginal a medida que las instituciones se robustecieron y se estructuró la competencia entre los partidos políticos. Si bien la trampa no se erradicó completamente, en la mayoría de los países tiene una incidencia mínima en el resultado final de los comicios.

"En Estados Unidos, la forma más observada de fraude electoral es el 'voto por ausencia' o 'voto postal'. Es la más fácil de documentar, porque hay un rastro de papel", dijo a Infobae Stephen Ansolabehere, profesor de gobierno en la Universidad de Harvard.

Este mecanismo legal, que le permite a un ciudadano sufragar de forma anticipada por correo en caso de que no pueda asistir el día de la votación, puede ser tergiversado cuando una persona suplanta la identidad de otra y vota por ella. De todos modos, los académicos coinciden en que es algo marginal, sobre todo porque es baja la proporción de sufragios que se emiten de esta manera, y porque obviamente muchos de ellos son legítimos.

Desde el fin de la Guerra Fría, las elecciones se volvieron el estándar, incluso en países que ni siquiera llegan a ser una burla de democracia

No obstante, el fraude es una dimensión de la política que viene recuperando centralidad. No por esos casos, que se han mantenido estables en el último tiempo. El fenómeno es cada vez más importante para explicar lo que está pasando en naciones que, tras atravesar una fase de democratización, se están volviendo crecientemente autoritarias.

Venezuela, quizás el caso más categórico de retroceso de la democracia en las últimas décadas, es un ejemplo muy claro de esta tendencia. A pesar de que perdió el respaldo popular que había tenido en sus orígenes, y de que se sostiene esencialmente a través de la fuerza que le proveen los militares, el gobierno de Nicolás Maduro aceptó realizar elecciones el pasado domingo. Pero lo hizo con opositores proscritos, sin permitir ninguna auditoría y con todas las reglas torcidas a su favor. No sorprendió que se declarara ganador con el 68% de los votos.

Como casi nadie reconoce el resultado, ni dentro ni fuera del país, todo indica que podría haber cancelado los comicios y el efecto habría sido el mismo. Es lo que hacían las dictaduras hace 30 o 40 años, cuando la democracia no estaba tan difundida en todo el planeta. Pero el chavismo, como todos los regímenes autoritarios contemporáneos, entiende que hoy es necesario conservar la fachada democrática, porque es la única forma de gobierno aceptada.
Viktor Yanukovych, ex primer ministro y presidente de Ucrania en diferentes períodos
Viktor Yanukovych, ex primer ministro y presidente de Ucrania en diferentes períodos

"Desde el fin de la Guerra Fría, las elecciones se volvieron el estándar, incluso en países que ni siquiera llegan a ser una burla de democracia. Aunque sean injustas y no libres, le dan información a los gobiernos acerca de su nivel de apoyo a lo largo de las regiones. Aún siendo una fachada, pueden promover la legitimidad del régimen, tanto al interior como internacionalmente", explicó Daniel Bochsler, profesor de ciencia política en la Universidad de Copenhague, consultado por Infobae.

Lo mismo que a Maduro le ocurre a Daniel Ortega en Nicaragua, el otro representante latinoamericano del nuevo autoritarismo, que ahora atraviesa una grave crisis política. Le pasa también a muchos gobernantes en Europa del Este, como a Vladimir Putin en Rusia y a varios de sus aliados, que desde hace décadas están al mando de ex repúblicas soviéticas.

En África sobran los ejemplos, y tampoco faltan en Asia. En todos estos casos se realizan votaciones, pero no son ni libres ni transparentes, y las trampas para asegurar los triunfos oficialistas son la regla.

Estas son algunas de las estrategias más curiosas que se utilizan en el mundo para robar elecciones o para hacer que victorias posiblemente estrechas se conviertan en aplastantes:
Nelson Mandela, presidente de Sudáfrica entre 1994 y 1999
Nelson Mandela, presidente de Sudáfrica entre 1994 y 1999

Lapiceras mágicas

El primer ministro ucraniano Viktor Yanukovych sabía en 2004 que iba a ser muy difícil que lo eligieran presidente. El independiente Víktor Yúshchenko, con el que debía disputar la segunda vuelta, venía creciendo en popularidad y él estaba en baja. Algo había que hacer.

En algunos bastiones opositores se produjo un fenómeno inesperado. A pesar de que la mayoría de los votantes habían marcado el nombre de Yúshchenko en las boletas, cuando se abrieron las urnas para contar los votos, estaban todas en blanco.

Los observadores internacionales descubrieron rápidamente qué había ocurrido. Las autoridades electorales habían suministrado lapiceras con una tinta especial, que se borraba sola. Yanukovych había sido declarado ganador, pero el escándalo fue tan grande que los comicios fueron repetidos al mes siguiente y Yúshchenko resultó vencedor.

Aún siendo una fachada, pueden promover la legitimidad del régimen, tanto al interior como internacionalmente

Elecciones hackeadas

Uno de los grandes temores de la democracia en la era digital es que los resultados sean manipulados por delincuentes informáticos, sin que nadie se entere. Más allá de la paranoia, hasta hace poco no se conocían demasiados antecedentes.

"Los métodos nuevos de voto electrónico constituyen un desafío para la integridad y la transparencia del proceso electoral —dijo Bochsler—. El proceso se vuelve mucho más centralizado. Hay un software, que se utiliza simultáneamente en diferentes lugares, y hay un menor número de personas supervisando que en las elecciones basadas en el papel. Esto lleva a nuevos escenarios, en los que podría haber fraudes a gran escala sin posibilidad de detectarlo".

Un libro publicado en 2010 reveló que una de las elecciones más emblemáticas del siglo XX fue blanco de un ataque cibernético inicialmente efectivo, pero descubierto a tiempo. El autor, Peter Harris, estuvo al frente del órgano encargado de supervisar los comicios generales de Sudáfrica en 1994, los primeros tras el fin del apartheid.
Vladimir Putin, presidente de Rusia (Reuters)
Vladimir Putin, presidente de Rusia (Reuters)

Según relata Harris en Nacimiento, la conspiración para detener las elecciones de 1994, el grueso del proceso electoral se había desarrollado sin inconvenientes. Hasta que a las 5.56 am del 3 de mayo, cuando estaba cerca de finalizar el escrutinio provisorio, un hacker irrumpió en el sistema y le sumó entre dos y cinco puntos porcentuales al Partido Nacional, el Frente de la Libertad y el Partido Inkatha, los tres principales adversarios del Congreso Nacional Africano (CNA), de Nelson Mandela.

La modificación no llegaba a quitarle la mayoría al CNA, pero reducía ostensiblemente su margen de maniobra. No obstante, como los observadores se percataron del abrupto salto en la proporción de votos, decidieron suspender el recuento informático y basarse exclusivamente en las planillas de papel. El anuncio del resultado se demoró dos días, pero se evitó el fraude. Mandela obtuvo un cómodo triunfo y asumió la presidencia el 10 de mayo.

Los métodos nuevos de voto electrónico constituyen un desafío para la integridad y la transparencia del proceso electoral

Voto corporativo

Rusia es uno de los países que más refinó los mecanismos de manipulación electoral desde el ascenso de Vladimir Putin, en 1999. Si bien no se puede negar su popularidad, para ejercer el poder de manera autocrática necesita suprimir a la oposición y obtener victorias aplastantes en las elecciones.

En gran medida, ese objetivo lo consigue impidiendo que se presenten sus adversarios más competitivos, como ocurrió con Alexei Navalny en las presidenciales del 18 de marzo pasado. Pero el fraude también es importante para agigantar los guarismos finales, como el 76% que obtuvo ahora.

Una de las estrategias que quedaron documentadas por auditores independientes en las elecciones de 2012, en las que Putin regresaba a la presidencia tras su período de descanso como primer ministro, es el "voto corporativo". La ley establece que empleados de compañías que están abiertas las 24 horas pueden votar en centros que les queden cerca de su lugar de trabajo.

Presionadas por el gobierno, las empresas envían a la Comisión Electoral listas con los trabajadores que están en esa situación y luego los llevan a sufragar a todos, ejerciendo una evidente vigilancia sobre ellos. A esta práctica se suman firmas que ni siquiera abren los domingos, pero lo hacen casualmente los días de votación. La oposición denunció que en 2012 cerca del 20% de los votos habían sido emitidos por personas anotadas en esas listas especiales.
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Fiscales sustitutos y relleno de urnas

Otra de las estratagemas utilizadas en las elecciones de 2012 en Rusia fue impedir el acceso de fiscales independientes a los centros de votación. Para ello, la maquinaria política oficial despliega personas que llegan bien temprano y se presentan como observadores voluntarios, a pesar de que en realidad son militantes. Como por ley no puede haber más de cierta cantidad de fiscales en cada sitio, cuando llegan los verdaderos se encuentran con que su lugar ya está ocupado.

La ausencia de auditores independientes es siempre una condición sine qua non para el fraude, porque permite hacer trampa sin que haya testigos. Eso explica la facilidad con la que se realiza en Rusia el tradicional relleno de urnas, una de las tácticas más habituales para inflar los votos de algún candidato.

Es bastante sencillo. Cuando llega la hora de cierre de los comicios, los representantes del partido dominante empiezan a introducir en las urnas la misma cantidad de votos que las personas que se ausentaron, y luego firman en su lugar, como si efectivamente hubieran ido ellas a votar.

Los líderes pueden salirse con la suya minimizando las acusaciones de los opositores como incidentes aislados

En un intento de dar una imagen de transparencia, Putin ordenó poner cámaras web en distintos centros de votación, para que se pudiera ver de forma remota lo que ocurría en ellos. Algunas de las escenas que registraron son grotescas, como se puede ver en el video que acompaña esta nota. Representantes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) denunciaron que hubo relleno de urnas en un tercio de los centros.

La Comisión Electoral sólo anuló los casos más extremos, en los que terminó habiendo más votos que votantes, como ocurrió en la pequeña ciudad de Tarumovka, en la República de Daguestán.

"Dado que es difícil probar de manera definitiva que el resultado de una elección es fraudulento, los líderes pueden salirse con la suya minimizando las acusaciones de los opositores como incidentes aislados, o descalificándos por perdedores, a pesar de que mucha gente cree que la votación estuvo arreglada", sostuvo el politólogo Joseph Klaver, de la Universidad de Michigan, en diálogo con Infobae.
Nursultan Nazarbayev, presidente de Kazajistán desde 1991
Nursultan Nazarbayev, presidente de Kazajistán desde 1991

Voto carrusel

Nursultan Nazarbayev, que gobierna Kazajistán desde hace 26 años, incluso antes de que se independizara de la Unión Soviética, es uno de los máximos maestros mundiales del fraude. En las elecciones de 2015, se impuso con el 97.75% de los votos.

Olesya Khalabuzar, titular de la Organización de Jóvenes Profesionales de Kazajistán, denunció tras la difusión de los resultados que se habían cometido numerosas irregularidades. Una de las más destacadas fue el voto carrusel, que consiste en grupos de individuos que recorren distintos lugares de votación, sufragando varias veces.

La ausencia de fiscales independientes y la flexibilidad de la legislación, que bajo distintos argumentos admite que una persona vote en un sitio en el que no está anotada, son fundamentales para que prolifere este tipo de trampas. El OSCE llamó la atención sobre la gran cantidad de planillas de votantes en las que aparecían "firmas prácticamente idénticas".

La manera más sofisticada de manipular el resultado de una elección es a través de la manipulación preelectoral

Candidatos impostores

"En algunos aspectos —dijo Klaver—, la manera más sofisticada de manipular el resultado de una elección es a través de la manipulación preelectoral, que puede parecer similar al proceso burocrático normal que ocurre siempre antes de cada comicio. Por ejemplo, la purga impropia del registro de votantes o la exclusión ilegal de candidatos opositores".

Hacer trampa sin violar la ley en sentido estricto es siempre lo más astuto para un líder autoritario. Es lo que hizo, con notable éxito, Vladimir Yakovlev, gobernador de San Petersburgo entre 1996 y 2003.

Yakovlev estaba preocupado por la creciente popularidad de Oleg Sergeyev, legislador de la Asamblea petersburguesa, que en 1998 se presentaba a elecciones para renovar su banca. Un triunfo claro podía convertirlo en un rival fuerte en la lucha por la gobernación, así que tenía que irle mal.

Cuando el líder opositor se enteró de lo que le habían hecho, no lo podía creer. A último momento, Yakovlev impulsó la candidatura de dos personas totalmente desconocidas, sin ninguna experiencia política, pero llamadas igual que su adversario, Oleg Sergeyev. Según relatan los politólogos Nic Cheeseman y Brian Klaas en su libro Cómo arreglar una elección ("How to Rig an Election"), el verdadero candidato sacó más votos que los impostores, pero éstos obtuvieron los suficientes como para dejarlo muy debilitado.

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