La crisis regresa a las calles de Teherán

La incertidumbre en torno al pacto nuclear comienza a impactar en los iraníes, que sufren la devaluación del rial

Ali Falahi
Teherán, El País
Las amenazas de Trump al acuerdo nuclear han empezado hacer mella en la sociedad iraní. Aunque los gobernantes de Teherán se aferran al pacto y rechazan la presión para que renuncien a su programa de misiles balísticos, la incertidumbre sobre aquel se ha intensificado tanto durante el último año que prácticamente lo ha inutilizado. Mientras, en las calles de las ciudades iraníes ha aparecido un nuevo perfil de vendedores ambulantes o músicos callejeros salidos de una clase media empobrecida en la última década, gente con cierto orgullo que no mendiga, sino que trata de ofrecer lo último que le queda para sortear la penuria.


“La fábrica donde trabajaba llevaba cuatro meses sin pagarnos; no podía mantener a mi familia ni pedir más dinero prestado a mis parientes, así que un día me senté en un banco delante de la Universidad de Teherán, cerré los ojos, me puse a tocar el setar, y aquí estoy”, cuenta Saeed que aún no ha cobrado los salarios que le deben.

El hecho de recibir el sueldo con unos meses de retraso se ha convertido en algo habitual en el sector privado. A menudo, se debe al incumplimiento de pagos por parte del sector público, lastrado en sus proyectos por la falta de resultados del Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC), como se denomina oficialmente el acuerdo nuclear alcanzado en julio de 2015.

Durante el primer año tras la firma de aquel pacto, Irán recuperó 40,000 millones de euros de los fondos que tenía congelados en distintos bancos internacionales. Sin embargo, las continuas amenazas de Trump desde su llegada a la Casa Blanca en enero de 2017 han empezado a surtir efecto. El Gobierno de Hasan Rohani vuelve a tener problemas para transferir al país los dólares que obtiene por la venta de petróleo, lo que ha contribuido a su encarecimiento respecto al rial, la moneda iraní. Por el mismo motivo, el Banco Central carece de capacidad para inyectar divisas, lo que está causando largas colas delante de las oficinas de cambio y ha alentado el mercado negro.

A medida que se avecina el 12 de mayo, la fecha límite del último plazo de 120 días que el presidente de EE. UU. se ha comprometido a mantener suspendidas las sanciones de su país al programa nuclear iraní, se intensifican las especulaciones sobre la ruptura del acuerdo. Trump ha asegurado que si Teherán no asume nuevas obligaciones, en especial respecto a sus misiles balísticos, no volverá a ratificar el PIAC.

Farzad Alami acaba de vender su fábrica de productos químicos y quiere invertir tres millones de euros en el sector de turismo en España. “Mis ahorros han perdido un tercio de su valor ante las divisas importantes, así que busco una fuente de ingresos en euros para preocuparme menos por lo que pasa en la economía iraní”, explica este ingeniero, convencido de que “la reciente devaluación del rial es el principio de la tormenta”.

La moneda iraní ha pedido casi un 35 % de su valor durante el último año. El proceso se aceleró a partir del pasado septiembre y llegó a su auge hace un mes debido a las recientes protestas por la carestía y falta de libertades sociales.

“Si Estados Unidos abandona el PIAC, será difícil que la UE pueda resistir frente al ímpetu de EE. UU. y el acuerdo morirá”, declara a EL PAÍS, Seyed Hossein Mousavian, exdiplomático iraní y experto en política nuclear y seguridad de Oriente Próximo en la Universidad de Princeton. Mousavian afirma que “las políticas de Trump contra el PIAC han reducido los beneficios que Irán esperaba del acuerdo”.

Algunos analistas como Abbas Abdi opinan que Trump no quiere asumir la responsabilidad de romper el acuerdo nuclear y por eso intenta dejarlo sin efecto a través de constantes amenazas. Esta astuta política ha provocado hasta cierto punto el fracaso del pacto. Como resultado, a los sectores moderados del sistema iraní que estaban a favor de la normalización de relaciones con EE. UU. se han visto arrinconados frente a los más conservadores que tratan de satanizar la imagen de ese país.

“Importamos piezas para obras civiles y tenemos contratos con empresas que realizan proyectos para el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo; el problema es que nos pagan en ríales, pero tenemos que hacer las compras en euros y con la caída del rial es prácticamente imposible cumplir con las obligaciones”, explica compungido el director de una compañía atrapada por las circunstancias y que prefiere mantener el anonimato.

Son muchos los empresarios que se encuentran en la misma situación. Salvo que puedan llegar a un nuevo acuerdo con el comprador, corren el riesgo de que les apliquen la penalización contemplada en el contrato.

“Irán no va a renegociar el acuerdo nuclear”, asegura Mousavian, quien no obstante recuerda que “tanto antes como después del PIAC ha negociado con sus vecinos y las potencias mundiales acerca de la seguridad en Oriente Próximo y seguirá con esta política”.

La mayoría de los analistas coinciden con él en que es poco probable que la República Islámica acepte la modificación del acuerdo nuclear. Al mismo tiempo, tampoco da señales de estar dispuesta a renunciar a su programa de misiles balísticos, tal como todos los interlocutores han transmitido esta semana al ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, de visita en Teherán. Aun así, para no perder a los europeos, Irán se está viendo obligado a colaborar en el tema de la seguridad regional e intentar compensar su rigidez en otros campos. No parece que sea suficiente para convencer a Trump, ni para evitar que los iraníes sigan empobreciéndose.

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