Se pudo prevenir el desastre de Tiquipaya, coinciden expertos

A la falta de manejo integral de la cuenca de parte de instancias municipales y departamentales, se suma la deforestación y la urbanización descontrolada.

Liliana Carrillo V. / La Paz
El deslave de una quebrada sobre el río Taquiña, que dejó cinco personas fallecidas y afectó a 500 casas en Tiquipaya, pudo prevenirse con un manejo adecuado de la cuenca cochabambina, coinciden expertos. A la falta de monitoreo por parte de instancias municipales y departamentales, se suma la deforestación y la urbanización descontrolada en la zona que incidieron en el desastre.


La noche del martes 6 de febrero, una mazamorra de grandes proporciones bajó por el río Taquiña y se desbordó en el municipio cochabambino de Tiquipaya. Con grandes cantidades de agua y barro, el aluvión arrasó con todo a su paso.

Una semana después, el estudio de una comisión mixta de equipos especializados de la Gobernación de Cochabamba y el Ministerio de Medio Ambiente estableció que el aluvión se produjo a raíz del “descenso de un fragmento de la empinada quebrada Lindero por el cauce del río Taquiña, ocasionando su desborde”.

“Un deslizamiento no se produce de un momento a otro. Un trabajo de monitoreo de la cuenca podría haber detectado el debilitamiento de la quebrada días o meses antes de que se produzca. Esa cuenca ha estado desantendida”, asegura el ingeniero Omar Vargas.

Ese monitoreo se realizó permanentemente desde 1990 hasta 2009, cuando el Programa de Manejo Integral de Cuencas (PROMIC) fue sustituido por el Servicio Departamental de Cuencas, dependiente de la Gobernación de Cochabamba.



Imagen satelital del municipio de Tiquipaya en 2003.

El actual director del Servicio de Cuencas, Enrique Soria, sostiene que hubo constante monitoreo a la cuenca Taquiña, aunque admite que “es posible que haya habido errores en el seguimiento”. Recalca, no obstante, que la tarea de la unidad a su cargo no es ejecutora, sino concurrente a los municipios: “Hay competencias establecidas”.



En 2016, proliferación de viviendas a orillas del Taquiña.
PROMIC, el referente

En el departamento de Cochabamba, el Parque Nacional Tunari contiene 39 cuencas como Taquiña (en Tiquipaya), Khora, La Pajcha y Pintu Mayu (Cercado), La Llave y Huallaquea (Vinto), cuya inestabilidad es histórica.

Para su manejo integral se creó en 1990 el Programa de Manejo Integral de Cuencas, que trabajó durante casi 20 años con fondos de la cooperación internacional.

“PROMIC realizó durante años el mantenimiento a las cuencas del parque Tunari y la Taquiña fue la cuenca modelo en intervenciones. Todo ese trabajo se suspendió hace casi una década”, sostiene José Decker, economista especializado en Ciencias de Desarrollo con décadas de experiencia en manejo ambiental sostenible.

“Durante la época de PROMIC se construyeron gaviones; además, se realizaban constantes tareas de limpieza y de monitoreo técnico. Lamentablemente, todo esto ha sido dejado de lado”, coincide el ingeniero Gonzalo Maldonado, presidente de ASIEME (Asociación de Ingenieros Eméritos de Cochabamba).

La cuenca Taquiña tiene una extensión aproximada de 11 kilómetros. Cuenta con una veintena de afluentes que desembocan en el río del mismo nombre que pasa por el área urbana de Tiquipaya.

“La cuenca Taquiña es clave por su ubicación; por eso se enfatizó en su manejo integral. Lamentablemente esa labor se ha abandonado y no hay expertos en cuencas ni en la Gobernación ni en los municipios”, asegura el ingeniero Vargas, exdirector de la desaparecida PROMIC.

El director del Servicio Departamental de Cuencas asegura que el personal de la unidad departamental es técnico y altamente capacitado. “Lo que pasa es que el servicio no tiene maquinaria, su labor es de asesoramiento concurrente. Las tareas de prevención deben estar en manos de los municipios”, asegura.

No obstante, los expertos coinciden en que debió haber un mapa de riesgos elaborado por el municipio con aval de la Gobernación. “Todo municipio debe tener un mapa de riesgos”.

Deforestación y urbanización

Otro de los factores que ha coadyuvado al desastre es la creciente deforestación de las cuencas del Tunari. “Se queman hectáreas de bosques, lo que debilita la tierra y acelera su erosión”, reitera Decker. “Urge la forestación y la conscientización”, explica.



En los últimos años el municipio de Tiquipaya ha vivido una descontrolada urbanización a orillas de la torrentera del río Taquiña (ver tomas satelitales).

“No se respetó la norma ambiental, técnica e hidráulica. A esto se suma el tema político, que permitió la aprobación de esta mancha urbana”, asegura el ingeniero Maldonado.

La Ley 348 de Gobiernos Autónomos Municipales determina que los ríos, quebradas, torrenteras, torrentes, riachuelos, lechos y taludes hasta su coronamiento son bienes municipales, por lo que corresponde a los municipios evitar construcciones en esos predios y a 30 metros a cada lado de su eje de máxima crecida.

Medidas de emergencia

Tras el aluvión que enlutó Tiquipaya se han puesto en marcha medidas de emergencia. El director del Servicio Departamental de Cuencas anunció que se instalarán colmatadores, que son disipadores de energía, en la cuenca Taquiña. Se pone en marcha también un plan de reforestación.

“La medida más emergente son los colmatadores, que le van a dar mayor tranquilidad a la gente del lugar. Es una de las medidas recomendadas”, explica Soria.

Añadió que la cuenca Taquiña tiene características singulares referentes a las demás, por lo que no hay necesidad de alarmar a la gente que está en las otras cuencas, sino simplemente mantener un nivel de alerta.



Después del desastre, la Gobernación anunció que coadyuvará con los municipios en la elaboración de un mapa de riesgos locales para luego integrarlos, priorizando el eje metropolitano.

“Un trabajo responsable con técnicos idóneos debe complementarse con el compromiso de la sociedad”, reitera Decker.

Punto de vista
Gonzalo Maldonado Rojas
Presidente Asociación de Ingenieros Eméritos de Cochabamba




Desastres y cuencas

El concepto de “cuenca” es vital, un espacio físico donde se desarrolla vida, están los seres humanos, el agua, suelo y aire, además encontraremos flora y fauna. Por lo tanto, es una riqueza que debemos cuidar mediante la planificación, planes y proyectos que aseguren su permanencia en el tiempo, hoy diríamos la sostenibilidad del sistema.

En el caso de Cochabamba todos debemos conocer que el Parque Nacional Tunari encierra una riqueza como sistema ambiental, con una riqueza que brinda servicios dentro la Cuenca del Río Rocha, por estudios del programa financiado por la Cooperación Suiza del PROMIC (1990) “Programa de Manejo Integral de Cuencas”, que existen 39 cuencas, desde las pequeñas hasta las más complejas, he aquí donde se identifican a Taquiña (Tiquipaya), Khora, La Pajcha y Pintu Mayu (Cercado), La Llave y Huallaquea (Vinto).

PROMIC identificó como modelo a la cuenca de la torrentera Taquiña, se modeló mediante la hidráulica con sus componentes de geología, hidrología y geotecnia, para luego aplicar los resultados de su manejo al resto de las torrenteras, cerca de 10 años de investigación, estudios y proyecto permitieron desarrollar el control y manejo no sólo de los suelos, sino también el sistema productivo, por esa razón la Cooperación Suiza otorgó más de 20 millones de dólares y en esta cuenca cerca de 11 millones.



Alrededor del año 2007, los administradores del departamento, por intereses políticos, fueron eliminando el PROMIC, finalizando su accionar los años 2009, aquí es el punto de inflexión, se olvidaron, incluidas las alcaldías, le dieron más importancia al maquillaje de la ciudad.

Cordeco los años 75-85 realizaba trabajos en las torrenteras, para evitar daños en la parte baja, hoy el trabajo no se puede limitar a esta actividad, es un conjunto de acciones para evitar un nuevo desastre, actualizar datos y estudios básicos de ingeniería, trabajos de forestación, trincheras de infiltración, colmatadores, barreras vivas con arbustos, y muros de sostenimiento con gaviones y/o de hormigón, con inversiones importantes que el Estado deberá asignar.

Cuando las autoridades señalan que “nosotros estamos viendo el tema de las cuencas, vamos a poner más atención a los estudios para impedir que se sucedan estos desastres, de manera que es un trabajo permanente. Primero, vamos a encauzar el río Taquiña”, están reconociendo que no hubo trabajo y hoy las consecuencias son casi irreversibles. “En el K’ora trabajaremos en infiltración, barreras vivas y colmatadores para que el agua baje con calma”.

Las fotografías de Google muestran cómo en 15 años sin respetar las franjas de seguridad se han establecido áreas urbanas en pleno cono de deyección, construyendo viviendas que hoy sufren las consecuencias de este fenómeno, como también no se continuaron con las tareas que realizaba el PROMIC.



Luto en Tiquipaya

La noche del martes 6 de febrero, una mazamorra de grandes proporciones bajó por el río Taquiña y se desbordó en el municipio cochabambino de Tiquipaya.

6-II El martes 6 de febrero, los habitantes de Tiquipaya se alarmaron por un fuerte ruido proveniente del río Taquiña, que se había desbordado con tierra y agua. En breve, la mazamorra arrasó con todo a su paso.

200 casas enterradas por el lodo fue la evaluación preliminar del desastre. Las primeras noches, un centenar de personas fueron trasladadas a los albergues de emergencia que instaló la Gobernación en Cochabamba.

16 horas se requirieron para que los equipos de emergencias rescaten el cuerpo de la primera víctima fátal de la mazamorra, Gamadiel Rojas, de 12 años, murió sepultado bajo el lodo.

8-II Dos días después de la mazamorra, habitantes de Tiquipaya reportaban cuantiosas pérdidas. El vicepresidente Álvaro García Linera prometió la reconstrucción de las viviendas.

10-11 El sábado se encontró el cuerpo de la cuarta víctima fatal de la mazamorra. Tres adultos y un niño perdieron la vida tras quedar atrapados en el lodo que bajó con fuerza en la zona de Juventud Chilimarca.

500 viviendas han resultado afectadas por el desastre en Tiquipaya. Hay cientos de personas en albergues. El municipio y la Gobernación llevan adelante planes de emergencia para prevenir más daños.

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