“Quizás la izquierda y la derecha ya tienen una crisis de identidad”
El líder, autor de Encrucijada y futuro del ser humano, considera que esas categorías quedaron fuera de época y prefiere hablar de humanismo y antihumanismo.
Pablo Peralta M. / La Paz
Guillermo Sullings, uno de los fundadores del Partido Humanista en Argentina, plantea que la izquierda y la derecha "ya son conceptos quizás anacrónicos”. Agrega que como categorías tienen crisis de identidad.
Sullings es autor de Encrucijada y futuro del ser humano, los pasos hacia la Nación Humana Universal, un libro que se presentó en La Paz este mes. El autor llegó invitado por miembros del Movimiento Humanista.
Ante la encrucijada, ¿hay terreno para las utopías?
Siempre lo hubo, siempre decimos: las muchas de las realidades hoy son las utopías de ayer y eso ha dependido de que la gente se haya movilizado o haya hecho algo por sus derechos o por salvar la paz en el mundo, o por los adelantos tecnológicos, por distribuir la riqueza de otro modo. Siempre la gente se ha movilizado, ha logrado avanzar a lo largo de la historia.
Quizás en esta encrucijada, como titulamos el libro, es más difícil, pues en un mundo globalizado a veces la gente siente que no tiene dónde protestar o quejarse, porque a veces le pasan cosas de medidas que se toman en el exterior.
Pero precisamente esa es la propuesta: dar respuestas globales a problemas globales y confiamos en que la humanidad va a salir de esta encrucijada como en algún momento de la historia ha salido.
Plantea una nación humana universal no sólo ideal, sino una necesidad histórica. ¿Por qué?
Uno podría plantearse que si a veces es difícil solucionar problemas de un barrio, de una ciudad, por qué ponerse a pensar en los problemas mundiales, cuando problemas menores quizás todavía no los podemos resolver. Pero muchos de esos problemas que son locales, que son de nuestra ciudad, de nuestro país, tienen sus raíces en problemáticas que atraviesan a todo el mundo.
Entonces, cada vez es más difícil resolver un problema local o nacional si no se van resolviendo simultáneamente las contradicciones que hay en el mundo que generan esos problemas nacionales.
En términos de cultura política, ¿por dónde va su propuesta?
En el libro, nosotros hablamos de muchos cambios que hay que hacer en el mundo y dentro de cada país, pero el detonante de los cambios para que en todo lo demás haya cambios es cambiar la democracia formal por una democracia real, porque si realmente los gobiernos no representan al pueblo, y representan a intereses económicos, va a ser muy difícil que todos los cambios que son necesarios hacer, se hagan. El pueblo debe recuperar esa soberanía que ha perdido en las últimas décadas.
Cuando se hablaba en las primeras democracias, en las primeras repúblicas, de soberanía se decía que el pueblo era soberano y tenía que delegar la gestión en sus representantes. Con el transcurrir del tiempo eso se fue tergiversandose, quizás porque el poder económico fue cooptando a la casta política, por lo menos los partidos tradicionales, y entonces las elecciones parecen ser un evento como para refrendar a lo que postula el poder económico. Entonces se transforma en una democracia formal, en la que la gente elige cada cuatro, cinco años, según sea el país, pero después no participa.
Nosotros creemos que debe existir mecanismos de democracia real para que el pueblo realmente recupere la soberanía y el gobernante se transforme en un gerente o en un gestor que tenga que estar permanentemente con control, que tiene que haber una ley de responsabilidad política para que los funcionarios cumplan sus promesas.
Debe haber revocatorias de mandato, iniciativas populares, plebiscitos, pero todo eso a su vez requiere un cambio cultural en la población, porque si esos canales de participación existen -que en algunos países existen en mayor o menor medida- y la gente no los toma, no asume como que el destino debe estar en sus propias manos, esos canales quedan vacíos y en definitiva siguen siendo las cúpulas políticas las que deciden.
¿Es necesario crear un partido? o ¿cómo hacer que estos temas ingresen en la agenda?
Evidentemente, hoy por hoy, el único modo de transformar el mundo y los países a través de medidas y leyes, a través de políticas, es teniendo el poder político. Ahora, el poder político, el pueblo lo puede obtener a través de un partido que ya existe y que consiga el pueblo, tomar las decisiones dentro de ese partido o forzar, o presionar, o influir para que los dirigentes realmente gerencien lo que el pueblo quiere y no hagan lo que ellos prefieran.
Y si el pueblo debe organizarse en partidos, en nuevas organizaciones políticas para participar en democracia, porque hay una reacción muy importante en todo el mundo contra la política tradicional, pero que es inorgánica y generalmente se traduce en que la gente no va a votar, o que vota en blanco, el voto protesta, y eso no cambia el sistema porque aunque el 70% no va a votar, como pasaban en algunos países, con el otro 30% que vota la casta política de siempre vuelve a encaramarse en el poder y vuelve a tomar las medidas que toma siempre.
¿La propuesta implica dejar de hablar de derecha o izquierda?
Las izquierdas y las derechas ya son conceptos quizás anacrónicos y quizás ya la izquierda y la derecha tienen una crisis de identidad. Cada ciudadano medio tiene en su cabeza tres ideas de derecha, dos de izquierda, una de centro. Los políticos, lo mismo. ¿Quién es socialista? El partido socialista de España, el nuevo socialismo del siglo XXI, el comunismo, muchas veces hay etiquetas, hay títulos y, sin embargo, a las políticas que se llevan adelante se aplican criterios del neoliberalismo y quizás con algunos criterios más progresistas en los derechos sociales, pero en lo económico son más de derecha.
Está todo muy confuso... Para mí esas categorías han quedado fuera de época y yo definiría más bien entre humanismo y antihumanismo, los valores que habría que considerar para ponernos de un lado o del otro.
HOJA DE VIDA
Perfil Guillermo Sullings es uno de los fundadores del Partido Humanista en Argentina y fue candidato presidencial el año 2003.
Autor Escribió el libro Encrucijada y futuro del ser humano, los pasos hacia la Nación Humana Universal, texto que se presentó en Bolivia.
Pablo Peralta M. / La Paz
Guillermo Sullings, uno de los fundadores del Partido Humanista en Argentina, plantea que la izquierda y la derecha "ya son conceptos quizás anacrónicos”. Agrega que como categorías tienen crisis de identidad.
Sullings es autor de Encrucijada y futuro del ser humano, los pasos hacia la Nación Humana Universal, un libro que se presentó en La Paz este mes. El autor llegó invitado por miembros del Movimiento Humanista.
Ante la encrucijada, ¿hay terreno para las utopías?
Siempre lo hubo, siempre decimos: las muchas de las realidades hoy son las utopías de ayer y eso ha dependido de que la gente se haya movilizado o haya hecho algo por sus derechos o por salvar la paz en el mundo, o por los adelantos tecnológicos, por distribuir la riqueza de otro modo. Siempre la gente se ha movilizado, ha logrado avanzar a lo largo de la historia.
Quizás en esta encrucijada, como titulamos el libro, es más difícil, pues en un mundo globalizado a veces la gente siente que no tiene dónde protestar o quejarse, porque a veces le pasan cosas de medidas que se toman en el exterior.
Pero precisamente esa es la propuesta: dar respuestas globales a problemas globales y confiamos en que la humanidad va a salir de esta encrucijada como en algún momento de la historia ha salido.
Plantea una nación humana universal no sólo ideal, sino una necesidad histórica. ¿Por qué?
Uno podría plantearse que si a veces es difícil solucionar problemas de un barrio, de una ciudad, por qué ponerse a pensar en los problemas mundiales, cuando problemas menores quizás todavía no los podemos resolver. Pero muchos de esos problemas que son locales, que son de nuestra ciudad, de nuestro país, tienen sus raíces en problemáticas que atraviesan a todo el mundo.
Entonces, cada vez es más difícil resolver un problema local o nacional si no se van resolviendo simultáneamente las contradicciones que hay en el mundo que generan esos problemas nacionales.
En términos de cultura política, ¿por dónde va su propuesta?
En el libro, nosotros hablamos de muchos cambios que hay que hacer en el mundo y dentro de cada país, pero el detonante de los cambios para que en todo lo demás haya cambios es cambiar la democracia formal por una democracia real, porque si realmente los gobiernos no representan al pueblo, y representan a intereses económicos, va a ser muy difícil que todos los cambios que son necesarios hacer, se hagan. El pueblo debe recuperar esa soberanía que ha perdido en las últimas décadas.
Cuando se hablaba en las primeras democracias, en las primeras repúblicas, de soberanía se decía que el pueblo era soberano y tenía que delegar la gestión en sus representantes. Con el transcurrir del tiempo eso se fue tergiversandose, quizás porque el poder económico fue cooptando a la casta política, por lo menos los partidos tradicionales, y entonces las elecciones parecen ser un evento como para refrendar a lo que postula el poder económico. Entonces se transforma en una democracia formal, en la que la gente elige cada cuatro, cinco años, según sea el país, pero después no participa.
Nosotros creemos que debe existir mecanismos de democracia real para que el pueblo realmente recupere la soberanía y el gobernante se transforme en un gerente o en un gestor que tenga que estar permanentemente con control, que tiene que haber una ley de responsabilidad política para que los funcionarios cumplan sus promesas.
Debe haber revocatorias de mandato, iniciativas populares, plebiscitos, pero todo eso a su vez requiere un cambio cultural en la población, porque si esos canales de participación existen -que en algunos países existen en mayor o menor medida- y la gente no los toma, no asume como que el destino debe estar en sus propias manos, esos canales quedan vacíos y en definitiva siguen siendo las cúpulas políticas las que deciden.
¿Es necesario crear un partido? o ¿cómo hacer que estos temas ingresen en la agenda?
Evidentemente, hoy por hoy, el único modo de transformar el mundo y los países a través de medidas y leyes, a través de políticas, es teniendo el poder político. Ahora, el poder político, el pueblo lo puede obtener a través de un partido que ya existe y que consiga el pueblo, tomar las decisiones dentro de ese partido o forzar, o presionar, o influir para que los dirigentes realmente gerencien lo que el pueblo quiere y no hagan lo que ellos prefieran.
Y si el pueblo debe organizarse en partidos, en nuevas organizaciones políticas para participar en democracia, porque hay una reacción muy importante en todo el mundo contra la política tradicional, pero que es inorgánica y generalmente se traduce en que la gente no va a votar, o que vota en blanco, el voto protesta, y eso no cambia el sistema porque aunque el 70% no va a votar, como pasaban en algunos países, con el otro 30% que vota la casta política de siempre vuelve a encaramarse en el poder y vuelve a tomar las medidas que toma siempre.
¿La propuesta implica dejar de hablar de derecha o izquierda?
Las izquierdas y las derechas ya son conceptos quizás anacrónicos y quizás ya la izquierda y la derecha tienen una crisis de identidad. Cada ciudadano medio tiene en su cabeza tres ideas de derecha, dos de izquierda, una de centro. Los políticos, lo mismo. ¿Quién es socialista? El partido socialista de España, el nuevo socialismo del siglo XXI, el comunismo, muchas veces hay etiquetas, hay títulos y, sin embargo, a las políticas que se llevan adelante se aplican criterios del neoliberalismo y quizás con algunos criterios más progresistas en los derechos sociales, pero en lo económico son más de derecha.
Está todo muy confuso... Para mí esas categorías han quedado fuera de época y yo definiría más bien entre humanismo y antihumanismo, los valores que habría que considerar para ponernos de un lado o del otro.
HOJA DE VIDA
Perfil Guillermo Sullings es uno de los fundadores del Partido Humanista en Argentina y fue candidato presidencial el año 2003.
Autor Escribió el libro Encrucijada y futuro del ser humano, los pasos hacia la Nación Humana Universal, texto que se presentó en Bolivia.