Un debate en Davos analiza soluciones a la crisis de la UE
La alianza de periódicos LENA organiza una mesa redonda para reflexionar sobre las consecuencias en la UE del 'Brexit' y de la presidencia de Trump
Úrsula O'Kuinghttons
Davos, El País
El enfado de los votantes con la élite económica, la sacudida que ha supuesto para Europa el Brexit, la inminente llegada del magnate Donald Trump a la presidencia de EE UU y la amenaza que supone para el comercio mundial fueron analizadas ayer en una mesa redonda organizada en Davos (Suiza) por la alianza de periódicos LENA (de la que forma parte EL PAÍS), que reunió a varios invitados europeos el día posterior del desembarco chino en Davos, y a dos de que Trump asuma el poder.
Boris Johnson, secretario de Estado de Reino Unido, siempre ha sido controvertido. Su populismo ha levantado fuertes polémicas en su país. Y esta nueva forma de hacer política se ha notado. Los votantes han dado un giro producto del enfado con la élite económica y su tendencia a acaparar los estragos de la globalización. Esta ola de ira ha entregado a Donald Trump la Casa Blanca a partir del próximo viernes, ha enviado a Reino Unido hacia la salida de la Unión Europea y ha amenazado el futuro del comercio mundial.
Y previo a este remezón, Europa comenzó a temblar a partir de la fuerte crisis económica que ha azotado al continente desde 2008, levantando dudas del modelo. A esta ola se sumó el tema de los refugiados, asunto al que la Unión Europea aún no ha encontrado una respuesta.
El italiano Leonardo Quattrucci, asistente político en la Comisión Europea, asegura que no “podemos seguir pensando como las victimas, sino que tomar acciones”, frente a un auditorio de más de 200 personas que no necesitaron acreditarse bajo las estrictas condiciones que el Foro Económico Mundial solicita. Este es un espacio abierto para debatir ideas candentes con gente que no tiene acceso a las exclusivas reuniones que se llevan a puerta cerrada en Davos.
Por su parte, Jacques de Watteville, diplomático suizo, se considera un optimista por naturaleza y dice que le gustaría “que la UE se preguntara qué pasa”. Pese a que Suiza no forma parte del bloque europeo, el diplomático considera que la relación europea debe considerarse como un matrimonio”, con sus altos y bajos. Y que la solución vendrá con una “Europa a la carta”, ya que cada país deberá avanzar en distintas velocidades y que se necesita estar fuerte para mantener un balance mundial con China, Rusia y EE UU.
La catedrática británica de la Universidad de Oxford, Ngaire Woods, asegura que los riesgos de la UE están en la base de sus propios países, “creo que hay un llanto en la población europea por sentirse escuchadas”. Y los desafíos de futuro no son Rusia ni Trump, sino que más bien los países internos. Woods añade que la gente ha perdido la confianza en todos los aspectos, “ en sus gobiernos, académicos e incluso los medios de comunicación. Las redes sociales han ayudado hacer eco de lo que sucede, pero hay que asegurarse de que éstas sean ciertas”. De esta manera, la gente se siente con miedo, lo cual “ayuda a que aparezcan los populistas, y de eso tenemos que estar alertas”
Junto a Wood, los invitados del acto coincidieron de que Europa debe reformular un nuevo modelo de distintas velocidades. Un programa a la carta para la unión de los 28 países. Y a este ritmo, la académica estima que se reforzará la cooperación entre Alemania, Holanda y Bélgica”, mientras que los países del sur, España, Italia y Portugal deberán avanzar a otras velocidades. Veremos un gran cambio de los países que cooperan entre ellos. Habrá un modelo a la carta.
El empresario Peter Brabeck-Letmathe, presidente de la multinacional Nestlé, explica que “los populismos quieren llevarnos al futuro, empujándonos del pasado. Por ello se acepta mejor en la generación adulta, más que en los jóvenes”. Así asegura que solución deberá ser mirando hacía adelante, con el futuro en perspectiva. Asimismo que Europa debe avanzar con una “unión digital”, ya que vivimos inmersos en una época marcada por la cuarta revolución industrial.
El encuentro también contó con Aurelia Frick, ministra de Asuntos Exteriores de Liechtenstein, país vecino de Suiza y con comparte la misma moneda, franco suizo. La política aseguró que solemos “ser nostálgicos y pensamos que antes en Europa estábamos mejor”, algo que recordó se debe enmendar mirando al futuro. Al igual que sus contertulios, Frick cree en una Europa a distintas velocidades. Y asegura que “no tenemos que encontrar una nueva Europa, sino que una definición de qué queremos”, como continente.
La académica Ngaire Woods, resaltó que los referendos son corrosivos para la democracia. Y cita como ejemplo lo que pasó en Reino Unido con el Brexit, lo mismo que ocurrió en Colombia con la firma de paz, e Italia con el plebiscito que quitó a Renzi del poder. “No creo que la mejor manera sea realizar referéndums”. Y agrega que el mayor problema es que la gente se siente “desplazada por la tecnología, o porque los inmigrantes vendrán a quitarles sus trabajos”, dice.
En lo económico, Brabeck-Letmathe asegura que hoy en día hay más repartición de la riqueza en la UE. “Hay que pensar en la época que se unió España, Italia y Portugal”, países que han mejorado sus infraestructuras. Otro de los asuntos que preocupa al político son los sistemas democráticos actuales, era en que ya no solo existen dos partidos que se alternan el poder, sino que “hay ocho representaciones políticas que gastan mucho tiempo político pensando en coaliciones”.
La gente que se ha reunido esta semana en los Alpes suizos, en el Foro Económico Mundial anual están deseosos de hablar sobre cómo arreglar las cosas, calmando la furia populista, haciendo de la globalización una propuesta más lucrativa para las masas. Lo que sorprende es lo que generalmente no se discuten temas para reforzar el poder de los trabajadores, ni para negociar mejores salarios ni redistribuir la riqueza de arriba a abajo.
La desigualdad global ha crecido hasta el punto de que solo ocho de las personas más ricas del planeta ahora tienen una riqueza igual a la de la mitad más pobre de la población mundial, según un estudio publicado por Oxfam.
Así, el alto ejecutivo de Nestlé asegura que Europa necesita una nueva narrativa. Y unos políticos y empresarios que miren a largo plazo. Ya que “en el mundo financiero no se ha pensado a largo término. Muchos lideres están tan preocupados con lo que pasa ahora mismo”, que se les escapa el presente.
Woods finaliza la charla asegurando que la gran gloria de la Unión Europea es que “países que antiguamente fueron enemigos, hoy se sientan en la misma mesa y dialogan, en vez de ir a la guerra”, sentencia.
Úrsula O'Kuinghttons
Davos, El País
El enfado de los votantes con la élite económica, la sacudida que ha supuesto para Europa el Brexit, la inminente llegada del magnate Donald Trump a la presidencia de EE UU y la amenaza que supone para el comercio mundial fueron analizadas ayer en una mesa redonda organizada en Davos (Suiza) por la alianza de periódicos LENA (de la que forma parte EL PAÍS), que reunió a varios invitados europeos el día posterior del desembarco chino en Davos, y a dos de que Trump asuma el poder.
Boris Johnson, secretario de Estado de Reino Unido, siempre ha sido controvertido. Su populismo ha levantado fuertes polémicas en su país. Y esta nueva forma de hacer política se ha notado. Los votantes han dado un giro producto del enfado con la élite económica y su tendencia a acaparar los estragos de la globalización. Esta ola de ira ha entregado a Donald Trump la Casa Blanca a partir del próximo viernes, ha enviado a Reino Unido hacia la salida de la Unión Europea y ha amenazado el futuro del comercio mundial.
Y previo a este remezón, Europa comenzó a temblar a partir de la fuerte crisis económica que ha azotado al continente desde 2008, levantando dudas del modelo. A esta ola se sumó el tema de los refugiados, asunto al que la Unión Europea aún no ha encontrado una respuesta.
El italiano Leonardo Quattrucci, asistente político en la Comisión Europea, asegura que no “podemos seguir pensando como las victimas, sino que tomar acciones”, frente a un auditorio de más de 200 personas que no necesitaron acreditarse bajo las estrictas condiciones que el Foro Económico Mundial solicita. Este es un espacio abierto para debatir ideas candentes con gente que no tiene acceso a las exclusivas reuniones que se llevan a puerta cerrada en Davos.
Por su parte, Jacques de Watteville, diplomático suizo, se considera un optimista por naturaleza y dice que le gustaría “que la UE se preguntara qué pasa”. Pese a que Suiza no forma parte del bloque europeo, el diplomático considera que la relación europea debe considerarse como un matrimonio”, con sus altos y bajos. Y que la solución vendrá con una “Europa a la carta”, ya que cada país deberá avanzar en distintas velocidades y que se necesita estar fuerte para mantener un balance mundial con China, Rusia y EE UU.
La catedrática británica de la Universidad de Oxford, Ngaire Woods, asegura que los riesgos de la UE están en la base de sus propios países, “creo que hay un llanto en la población europea por sentirse escuchadas”. Y los desafíos de futuro no son Rusia ni Trump, sino que más bien los países internos. Woods añade que la gente ha perdido la confianza en todos los aspectos, “ en sus gobiernos, académicos e incluso los medios de comunicación. Las redes sociales han ayudado hacer eco de lo que sucede, pero hay que asegurarse de que éstas sean ciertas”. De esta manera, la gente se siente con miedo, lo cual “ayuda a que aparezcan los populistas, y de eso tenemos que estar alertas”
Junto a Wood, los invitados del acto coincidieron de que Europa debe reformular un nuevo modelo de distintas velocidades. Un programa a la carta para la unión de los 28 países. Y a este ritmo, la académica estima que se reforzará la cooperación entre Alemania, Holanda y Bélgica”, mientras que los países del sur, España, Italia y Portugal deberán avanzar a otras velocidades. Veremos un gran cambio de los países que cooperan entre ellos. Habrá un modelo a la carta.
El empresario Peter Brabeck-Letmathe, presidente de la multinacional Nestlé, explica que “los populismos quieren llevarnos al futuro, empujándonos del pasado. Por ello se acepta mejor en la generación adulta, más que en los jóvenes”. Así asegura que solución deberá ser mirando hacía adelante, con el futuro en perspectiva. Asimismo que Europa debe avanzar con una “unión digital”, ya que vivimos inmersos en una época marcada por la cuarta revolución industrial.
El encuentro también contó con Aurelia Frick, ministra de Asuntos Exteriores de Liechtenstein, país vecino de Suiza y con comparte la misma moneda, franco suizo. La política aseguró que solemos “ser nostálgicos y pensamos que antes en Europa estábamos mejor”, algo que recordó se debe enmendar mirando al futuro. Al igual que sus contertulios, Frick cree en una Europa a distintas velocidades. Y asegura que “no tenemos que encontrar una nueva Europa, sino que una definición de qué queremos”, como continente.
La académica Ngaire Woods, resaltó que los referendos son corrosivos para la democracia. Y cita como ejemplo lo que pasó en Reino Unido con el Brexit, lo mismo que ocurrió en Colombia con la firma de paz, e Italia con el plebiscito que quitó a Renzi del poder. “No creo que la mejor manera sea realizar referéndums”. Y agrega que el mayor problema es que la gente se siente “desplazada por la tecnología, o porque los inmigrantes vendrán a quitarles sus trabajos”, dice.
En lo económico, Brabeck-Letmathe asegura que hoy en día hay más repartición de la riqueza en la UE. “Hay que pensar en la época que se unió España, Italia y Portugal”, países que han mejorado sus infraestructuras. Otro de los asuntos que preocupa al político son los sistemas democráticos actuales, era en que ya no solo existen dos partidos que se alternan el poder, sino que “hay ocho representaciones políticas que gastan mucho tiempo político pensando en coaliciones”.
La gente que se ha reunido esta semana en los Alpes suizos, en el Foro Económico Mundial anual están deseosos de hablar sobre cómo arreglar las cosas, calmando la furia populista, haciendo de la globalización una propuesta más lucrativa para las masas. Lo que sorprende es lo que generalmente no se discuten temas para reforzar el poder de los trabajadores, ni para negociar mejores salarios ni redistribuir la riqueza de arriba a abajo.
La desigualdad global ha crecido hasta el punto de que solo ocho de las personas más ricas del planeta ahora tienen una riqueza igual a la de la mitad más pobre de la población mundial, según un estudio publicado por Oxfam.
Así, el alto ejecutivo de Nestlé asegura que Europa necesita una nueva narrativa. Y unos políticos y empresarios que miren a largo plazo. Ya que “en el mundo financiero no se ha pensado a largo término. Muchos lideres están tan preocupados con lo que pasa ahora mismo”, que se les escapa el presente.
Woods finaliza la charla asegurando que la gran gloria de la Unión Europea es que “países que antiguamente fueron enemigos, hoy se sientan en la misma mesa y dialogan, en vez de ir a la guerra”, sentencia.