Un ciclón derritió el hielo del Ártico a mínimos históricos
El calor y la humedad de la borrasca redujeron la extensión y grosor del mar helado el invierno pasado
Miguel Ángel Criado
El País
La Navidad de 2015 llevó hasta el océano Ártico los vientos cálidos y húmedos de una profunda borrasca. La intensidad del ciclón fue tal que, a pesar de que las bajas presiones duraron sólo unos días, derritió una amplia área de mar helado e impidió que la banquisa ártica recuperara su extensión normal en el resto del invierno. Los científicos no están seguros de que esté relacionado con el cambio climático, pero sí de que estos fenómenos se repetirán en el futuro.
Las noticias sobre el deshielo del Ártico, sobre los mínimos históricos de la extensión de la banquisa o sobre la navegación por el polo norte eran cosa del verano. Al llegar el invierno, en especial los meses de diciembre y enero, cuando no hay ni un rayo de sol que toque el hielo, el casquete polar se recuperaba robándole agua al océano.
Pero el año pasado no fue así. La extensión de la banquisa en el invierno de 2015 a 2016 fue la menor desde que se tienen datos. Además, y relacionado, la temporada invernal pasada fue la más cálida en la zona desde 1880. Los científicos saben del fenómeno llamado amplificación ártica, por el que allí el aumento de la temperatura por culpa de cambio climático está siendo superior a la media global. Pero lo del año pasado fue extraordinario. Y un ciclón pudo provocarlo todo.
"Normalmente, durante los meses de invierno, la superficie del océano y el hielo marino pierden calor hacia la atmósfera (balance de energía superficial negativo) formándose el mar de hielo. Sin embargo, una tormenta especialmente cálida respecto a las condiciones normales provocó que la atmósfera transfiriera grandes cantidades de calor a la superficie (balance de energía superficial positivo), lo que derritió el mar de hielo", dice en un correo la investigadora de la NASA, Linette Boisvert. "Que se derrita el hielo en los meses invernales, cuando se supone que debería estar congelándose y creciendo, nunca es algo bueno", añade Boisvert, que acaba de publicar un estudio sobre qué pasó la Navidad pasada.
El 28 de diciembre de 2015 se formó una profunda depresión atmosférica al noroeste de las Azores. Tras rozar las Islas Británicas y pasar por Islandia, la borrasca se instaló entre los mares de Barents y Kara, que bañan la parte occidental del norte siberiano. Estos ciclones son habituales en el invierno ártico y son los vehículos principales para que llegue algo de calor y humedad hasta el Ártico.
Pero esta borrasca, que tuvo su pico el 4 de enero, fue tan cálida y húmeda que elevó la temperatura de la zona unos 10º por encima de la media de la última década en invierno y la humedad específica también muy por encima de la media. Hubo zonas y momentos donde la elevación térmica fue de 20º y la humedad específica de 3 gramos de vapor de agua por kilogramo de aire de más. Todos los datos atmosféricos proceden de la misión AIRS, a bordo del satélite AQUA.
Todo ello provocó que unos 170.000 Km2 del mar helado de Kara, algo así como el doble de la extensión de Andalucía, se deshelara. Además, el grosor medio de los mares de Kara y Barents, que es de 64 centímetros en esas fechas, se redujo casi en 10 centímetros. Aunque la cifra del deshielo parece pequeña si se compara con los 16 millones de Km2 de extensión total que la banquisa ártica llegó a alcanzar en los años 80, sí pudo ser decisiva para que el invierno pasado fuera el menos helado del Ártico, con apenas 14 millones de Km2.
"Yo no diría decisiva, pero sí que echó la bola a rodar. Las temperaturas de diciembre de 2015 estaban siendo normales comparadas con las de la última década, incluso algo más frías", comenta la investigadora de la NASA, especializada en el Ártico. En esas fechas, la extensión del mar helado entraba también dentro de la media de décadas anteriores. "Sin embargo, a comienzos de enero, después de que el ciclón perturbara la zona, las temperaturas del aire fueron las más cálidas desde que se tienen registros y esta calidez se mantuvieron en febrero", añade Boisvert. Eso hizo que el máximo de mar de helado invernal marcara mínimos y el grosor del hielo en una amplia zona del Ártico adelgazara.
Los autores del estudio no las tienen todas consigo para establecer una conexión directa entre el cambio climático y el ciclón más intenso en lo que va de siglo y la consiguiente reducción del hielo ártico. "Creo que la mejor respuesta sería que es posible que su maginutud, es decir su validez, sí esté conectada con el cambio climático", mantiene Boisvert. De lo que está mas segura es que en el futuro habrá más borrascas y que, sin ser tan profundas, podrían tener un gran impacto en un mar helado que cada vez es más pequeño y fino.
Miguel Ángel Criado
El País
La Navidad de 2015 llevó hasta el océano Ártico los vientos cálidos y húmedos de una profunda borrasca. La intensidad del ciclón fue tal que, a pesar de que las bajas presiones duraron sólo unos días, derritió una amplia área de mar helado e impidió que la banquisa ártica recuperara su extensión normal en el resto del invierno. Los científicos no están seguros de que esté relacionado con el cambio climático, pero sí de que estos fenómenos se repetirán en el futuro.
Las noticias sobre el deshielo del Ártico, sobre los mínimos históricos de la extensión de la banquisa o sobre la navegación por el polo norte eran cosa del verano. Al llegar el invierno, en especial los meses de diciembre y enero, cuando no hay ni un rayo de sol que toque el hielo, el casquete polar se recuperaba robándole agua al océano.
Pero el año pasado no fue así. La extensión de la banquisa en el invierno de 2015 a 2016 fue la menor desde que se tienen datos. Además, y relacionado, la temporada invernal pasada fue la más cálida en la zona desde 1880. Los científicos saben del fenómeno llamado amplificación ártica, por el que allí el aumento de la temperatura por culpa de cambio climático está siendo superior a la media global. Pero lo del año pasado fue extraordinario. Y un ciclón pudo provocarlo todo.
"Normalmente, durante los meses de invierno, la superficie del océano y el hielo marino pierden calor hacia la atmósfera (balance de energía superficial negativo) formándose el mar de hielo. Sin embargo, una tormenta especialmente cálida respecto a las condiciones normales provocó que la atmósfera transfiriera grandes cantidades de calor a la superficie (balance de energía superficial positivo), lo que derritió el mar de hielo", dice en un correo la investigadora de la NASA, Linette Boisvert. "Que se derrita el hielo en los meses invernales, cuando se supone que debería estar congelándose y creciendo, nunca es algo bueno", añade Boisvert, que acaba de publicar un estudio sobre qué pasó la Navidad pasada.
El 28 de diciembre de 2015 se formó una profunda depresión atmosférica al noroeste de las Azores. Tras rozar las Islas Británicas y pasar por Islandia, la borrasca se instaló entre los mares de Barents y Kara, que bañan la parte occidental del norte siberiano. Estos ciclones son habituales en el invierno ártico y son los vehículos principales para que llegue algo de calor y humedad hasta el Ártico.
Pero esta borrasca, que tuvo su pico el 4 de enero, fue tan cálida y húmeda que elevó la temperatura de la zona unos 10º por encima de la media de la última década en invierno y la humedad específica también muy por encima de la media. Hubo zonas y momentos donde la elevación térmica fue de 20º y la humedad específica de 3 gramos de vapor de agua por kilogramo de aire de más. Todos los datos atmosféricos proceden de la misión AIRS, a bordo del satélite AQUA.
Todo ello provocó que unos 170.000 Km2 del mar helado de Kara, algo así como el doble de la extensión de Andalucía, se deshelara. Además, el grosor medio de los mares de Kara y Barents, que es de 64 centímetros en esas fechas, se redujo casi en 10 centímetros. Aunque la cifra del deshielo parece pequeña si se compara con los 16 millones de Km2 de extensión total que la banquisa ártica llegó a alcanzar en los años 80, sí pudo ser decisiva para que el invierno pasado fuera el menos helado del Ártico, con apenas 14 millones de Km2.
"Yo no diría decisiva, pero sí que echó la bola a rodar. Las temperaturas de diciembre de 2015 estaban siendo normales comparadas con las de la última década, incluso algo más frías", comenta la investigadora de la NASA, especializada en el Ártico. En esas fechas, la extensión del mar helado entraba también dentro de la media de décadas anteriores. "Sin embargo, a comienzos de enero, después de que el ciclón perturbara la zona, las temperaturas del aire fueron las más cálidas desde que se tienen registros y esta calidez se mantuvieron en febrero", añade Boisvert. Eso hizo que el máximo de mar de helado invernal marcara mínimos y el grosor del hielo en una amplia zona del Ártico adelgazara.
Los autores del estudio no las tienen todas consigo para establecer una conexión directa entre el cambio climático y el ciclón más intenso en lo que va de siglo y la consiguiente reducción del hielo ártico. "Creo que la mejor respuesta sería que es posible que su maginutud, es decir su validez, sí esté conectada con el cambio climático", mantiene Boisvert. De lo que está mas segura es que en el futuro habrá más borrascas y que, sin ser tan profundas, podrían tener un gran impacto en un mar helado que cada vez es más pequeño y fino.