El fútbol, más igualitario que los países de América Latina

Las grandes disparidades entre los clubes ricos y pobres no se acercan, ni de lejos, a las que imperan fuera de los estadios

México, El País
Boca Juniors puede comprar casi doce veces el plantel del Rafaela, el equipo más modesto de Argentina. Los cuatro jugadores mejor cotizados de Tigres valen más que los 25 futbolistas del recién ascendido Necaxa, el club mexicano más humilde. El poderoso Palmeiras de Brasil, el plantel más rico del continente, es casi cien veces más caro que el San Carlos de Costa Rica. América es un continente desigual.


En el paisaje urbano de las grandes metrópolis estadounidenses los indigentes viven y sobreviven a sólo unas calles de las zonas más acomodadas. Naciones Unidas revela que en la Ciudad de México coexisten barrios ricos tan desarrollados como los de Países Bajos y tan marginados como los de Irán. En Chile, el decil con mayores ingresos gana 26 veces más que el 10% de la población más pobre, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. El fútbol, un negocio que mueve a millones de fanáticos y a miles de millones de dólares, no es ajeno a estas realidades sociales, en las que muchos tienen poco y pocos tienen mucho, pero las diferencias económicas dentro del campo no se acercan, ni de lejos, a las que imperan fuera de los estadios.

El coeficiente de Gini se utiliza para medir el impacto de la desigualdad. Los economistas suelen agrupar a la población de un país de acuerdo a la distribución del ingreso. La medida va de 0 a 1: entre más igualitario es un país el índice tiende a 0 y entre más grandes son las diferencias entre ricos y pobres se acerca más a 1. Si cada equipo de fútbol tiene una plantilla más humilde o acomodada es posible obtener pistas de cuán desiguales son las ligas de balompié en América. Con esto en mente se recopilaron datos de Transfermarkt, una web especializada en el mercado mundial de fichajes, para 200 equipos de 11 países del continente: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, México, Perú, Venezuela y Uruguay.

“Entre mayor desigualdad de ingresos hay en una liga, existen menos oportunidades de competir en un terreno de juego justo”, señala Ricardo Fuentes, director de Oxfam México, una organización no gubernamental especializada en pobreza y disparidades económicas. “Eso genera dos tipos de ‘sociedades’ los que tienen y los que no, los que pueden destacar a nivel internacional y los que se quedan relegados luchando por el descenso”, agrega. El economista explica que el mismo fenómeno pasa en las economías del continente y que por eso la desigualdad en la distribución del ingreso es uno de los retos más preocupantes de nuestro tiempo.
Los torneos más y menos igualitarios

Argentina, Brasil y Colombia tienen las competiciones más desiguales, con indicadores de disparidad similares a los que se ven en las economías de Montenegro (0,35), Ucrania (0,24) y Noruega (0,23), de acuerdo con los últimos cálculos del Banco Mundial. En el otro extremo, la Major League Soccer (MLS) de Estados Unidos (0,12), el Torneo Descentralizado de Perú (0,14) y la Liga MX de México (0,15) son las ligas más justas en el terreno económico. Los valores de estas tres competencias son tan bajos que no existen países que se puedan equiparar, serían sociedades más igualitarias que las de Europa Occidental y, en particular, que las de los Estados escandinavos, que cuentan con las comunidades más equitativas del mundo.

Fuentes asegura que una explicación posible de estos resultados es que las ligas deportivas profesionales de Estados Unidos suelen aplicar muchas medidas redistributivas para fomentar la competencia entre los equipos como los drafts de nuevos talentos, los topes salariales —3.660.000 dólares en el caso de la MLS— y el reparto compartido de los derechos televisivos entre los clubes. La llamada “Ley Beckham”, acuñada de manera informal tras la llegada del exgaláctico David Beckham al Galaxy de Los Ángeles, permite a los equipos estadounidenses fichar a estrellas internacionales o locales que ganen por encima del límite presupuestal, pero no pueden ser más de tres futbolistas y deben pagar penalizaciones de entre 150.000 y 200.000 dólares por tener un tercer jugador que perciba esa cantidad de dinero.

El grueso de las ligas latinoamericanas sigue un “modelo europeo”, en el que un grupo pequeño de equipos tiene más recursos que el resto. En Uruguay (0,18), Venezuela (0,20) y Chile (0,20), los planteles del equipo más caro (Nacional, Táchira y Universidad Católica) triplican el de las plantillas más pobres. En Costa Rica (0,17) el valor conjunto del Herediano es siete veces mayor que el modesto San Carlos y en Ecuador, la plantilla del Emelec representa el doble que la del Mushuc Runa. Aun con estas diferencias, ninguna liga tiene un coeficiente de Gini superior al de las economías de los once países analizados.
El fútbol, una burbuja

Rolando Cordera, economista de la Universidad Nacional Autónoma de México, subraya que la desigualdad es un desafío que ha acompañado a América desde la etapa de descolonización. El especialista en desarrollo y disparidades económicas afirma que en el mundo del fútbol otro fenómeno notable son las diferencias entre lo que gana un trabajador medio y un futbolista. “Hay una desproporción grotesca”, denuncia. Cordera afirma que los fichajes se dan en un mundo encapsulado, ajeno a las posibilidades económicas de los países en circunstancias normales y que muchas veces no corresponde al nivel mostrado en la cancha.

“Es cierto que el fútbol a nivel mundial está ‘inflado’, las cantidades que se manejan demuestran que este deporte es negocio”, afirma el comentarista deportivo de la cadena ESPN Roberto Gómez Junco, quien explica que este fenómeno se ha dado de forma gradual conforme se profesionalizó el balompié.

Anita Elberse, académica de Harvard, expone en su libro Superventas que clubes como el Real Madrid o el Barcelona funcionan como los estudios de Hollywood. Pagan salarios estratosféricos a los protagonistas estelares porque pueden ofrecer entretenimiento que el resto no y capitalizar otras entradas de dinero como la publicidad o la venta de camisetas. Lionel Messi y Cristiano Ronaldo son como Brad Pitt o Tom Cruise, mientras que la mayoría de los jugadores son actores convencionales. Los equipos sudamericanos, exportadores mundiales de futbolistas jóvenes, suelen apostar por reclutar talentos que puedan vender más caros en el futuro, aunque las diferencias entre los ricos y los pobres a nivel nacional prevalecen.
El peso de los bolsillos en el terreno de juego

Tener a los jugadores más caros no siempre se traduce en títulos. La excepción más notable es el Leicester, que se coronó en Inglaterra en la temporada pasada con la segunda plantilla más modesta. De los 11 países analizados en América Latina, sólo cuatro veces el equipo con la plantilla más cara se llevó el campeonato en la temporada pasada: Herediano (Costa Rica), Universidad Católica (Chile), Nacional (Uruguay) y Emelec (Ecuador). “Por supuesto que el dinero pesa, si se utiliza bien te da ciertas ventajas, pero siempre hay excepciones y parte del encanto del fútbol es que, aunque haya un plantel más fuerte que otro, no se puede garantizar que ese equipo vaya a producir más”, comenta Gómez Junco.

En cuanto a las competencias continentales llama la atención el caso del Atlético Nacional, el vigente campeón de la Copa Libertadores. El equipo verdolaga es el plantel más caro de Colombia, pero sería el más barato de México o de Brasil. El Independiente del Valle, subcampeón y revelación del torneo continental, es la cuarta nómina más alta de Ecuador y dejó en el camino a equipos como los gigantes argentinos River Plate y Boca Juniors que al menos cuadriplican el valor de su plantel.

De cualquier forma, las posibilidades económicas de los equipos del continente están lejos de las de los clubes europeos. De los 20 equipos americanos con los jugadores más caros, cuatro son mexicanos, cinco de Argentina y 11 de Brasil. Si jugaran en la misma liga, las nóminas alcanzarían un valor de casi 1.120 millones de euros, parecido al de la Ligue 1 de Francia (1.550 millones), pero lejos de Alemania (2.440 millones), Italia (2.620), España (3.500 millones) e Inglaterra (4.830 millones). Los 20 equipos más pobres de América no superan, a su vez, los 50 millones de euros. Los 589 jugadores que los componen valen menos en el mercado de piernas que estrellas latinas en Europa como el colombiano James Rodríguez (70 millones) o el chileno Alexis Sánchez (55 millones).
Nota metodológica

E.C.

El coeficiente de Gini se utiliza para medir el impacto de la desigualdad. Los economistas suelen agrupar a la población de un país de acuerdo a la distribución del ingreso. La medida va de 0 a 1: entre más igualitario es un país el índice tiende a 0 y entre más grandes son las diferencias entre ricos y pobres se acerca más a 1. Se calcula mediante la siguiente fórmula:

G = | 1 - ∑(XK+1 - XK)(YK+1 - YK)|

Donde G = Coeficiente de Gini; x = la proporción acumulada de la población; y = la proporción acumulada de los ingresos

Los resultados de los coeficientes de Gini han sido revisados por el equipo del Doctor Fernando Cortés del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM. Hay una discrepancia de una centésima en la estimación puntual de Colombia, que en los resultados presentados por EL PAÍS da 0.21 y en los del PUED 0.22.

Se recopilaron datos de Transfermarkt, una web especializada en el mercado mundial de fichajes, para 200 equipos de 11 países del continente: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, México, Perú, Venezuela y Uruguay. La base de datos se conformó a finales de agosto, antes del cierre del mercado de verano de fichajes, por lo que algunas cifras pueden cambiar a los valores actuales. En la web no había datos actualizados para el torneo uruguayo, se tomaron los últimos valores disponibles. No se consideraron otras competencias nacionales de la región porque no habían datos disponibles.

Un análisis más completo debe incluir todos los ingresos de los clubes, no sólo el valor de sus nóminas, por ejemplo, las entradas por patrocinios, derechos de transmisión o asistencia a sus encuentros de local. Estos datos no son públicos, pero el cálculo a partir del valor de la ficha de los jugadores puede servir como un resultado ilustrativo de las diferencias. “Hay muy poca transparencia, la mayoría son empresas privadas y tienen derecho a no compartir esa información, lamentablemente también hay casos de financiamiento público y ahí debería ser más transparente, ni siquiera debería existir en primer lugar, debería ocuparse en cosas que realmente se necesiten”, afirma el comentarista deportivo Roberto Gómez Junco.

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