La corona homérica de la maratonista Madaí Pérez
Gustavo Borges
Río de Janeiro, EFE
Para la mexicana Madaí Pérez llegar a la meta del maratón de los Juegos Olímpicos de Río 2016 ha sido ganar la más homéricas de sus batallas, la mejor desde que en 2014 le cortaron un pedazo al tendón de Áquiles del pie izquierdo.
"He llegado con dolores en todos lados, pero el corazón está intacto. Hace año y medio no podía caminar, no sabía si volvería a correr, y hoy he terminado el maratón más hermoso, el de los Juegos Olímpicos", dijo a Efe.
Se trata de la maratonista latinoamericana más rápida de la historia con un mejor registro de 2h 22:59, pero que después de los Mundiales de Moscú 2013 tocó fondo con una lesión cuya cura consistió en quitar una parte del tendón y asumir una dolorosa terapia para evitar fibrosis y mantener la elasticidad.
Es Madaí una corredora competitiva, subcampeona del maratón de Rotterdam, tercera en Chicago y Boston, pero hoy en la meta celebró sin sentirse menos el acto humilde de volver a sentir sed, dolor y ganas de llorar por primera vez en mucho tiempo.
"Me duele todo, menos el corazón", dijo y luego contó los detalles de las terapias casi inhumanas que soportó a cambio de sanar y volver a recorrer la más mística de las pruebas del atletismo de los Juegos Olímpicos.
Hoy Madaí hizo una carrera inteligente, en el kilómetro cinco estaba en el lugar 71, en el diez subió al 48, a la mitad se colocaba en el 41 y en el 35 ascendió al 28. Al final el calor la disminuyó y entró en el lugar 32 con 2h 34:42, pero aún deshidrata agradeció.
"Quien ha corrido maratón sabe lo que se siente en los últimos kilómetros, en el cierre todas buscamos el mejor lugar posible pero en nuestras miradas había una complicidad, las de las ganadoras que fuimos en la lucha contra el calor y la sed", dijo.
Este domingo Madaí no estuvo cerca de las medallas por primera vez en mucho tiempo, pero dio uno de los mejores ejemplos de civismo de la romántica carrera surgida en homenaje a un soldado griego que corrió hasta Atenas como mensajero de una buena noticia y cuando la entregó cayó al suelo y murió.
Honrar a Filípides, aquel guerrero, pareció ser la fuente de felicidad del pelotón de segunda que escoltó hoy a las medallistas africanas.
"Si el maratón fuera una persona y viniera por ahí le daría las gracias", dijo la peruana Gladys Tejeda, ubicada en el decimoquinto lugar, mientras su compatriota Jovana de la Cruz se reconoció a si misma como la incoherente del día porque en el kilómetro 39 juró nunca más volver a correr maratón y en la meta anunció que reaparecer en Houston en enero suena como música para sus oídos.
En cuanto a Madaí, hoy se colocó en la frente la corona homérica de su vida, que ganó al vencer la cólera del Áquiles, uno de los tendones que mejor ha usado para sus triunfos deportivos de los últimos 20 años.
"Si me pudiera escuchar le diría, te gané, o mejor, lo abrazaría porque gracias a todo esto crecí como persona y ahora sé que volveré a correr bien", dijo.
Río de Janeiro, EFE
Para la mexicana Madaí Pérez llegar a la meta del maratón de los Juegos Olímpicos de Río 2016 ha sido ganar la más homéricas de sus batallas, la mejor desde que en 2014 le cortaron un pedazo al tendón de Áquiles del pie izquierdo.
"He llegado con dolores en todos lados, pero el corazón está intacto. Hace año y medio no podía caminar, no sabía si volvería a correr, y hoy he terminado el maratón más hermoso, el de los Juegos Olímpicos", dijo a Efe.
Se trata de la maratonista latinoamericana más rápida de la historia con un mejor registro de 2h 22:59, pero que después de los Mundiales de Moscú 2013 tocó fondo con una lesión cuya cura consistió en quitar una parte del tendón y asumir una dolorosa terapia para evitar fibrosis y mantener la elasticidad.
Es Madaí una corredora competitiva, subcampeona del maratón de Rotterdam, tercera en Chicago y Boston, pero hoy en la meta celebró sin sentirse menos el acto humilde de volver a sentir sed, dolor y ganas de llorar por primera vez en mucho tiempo.
"Me duele todo, menos el corazón", dijo y luego contó los detalles de las terapias casi inhumanas que soportó a cambio de sanar y volver a recorrer la más mística de las pruebas del atletismo de los Juegos Olímpicos.
Hoy Madaí hizo una carrera inteligente, en el kilómetro cinco estaba en el lugar 71, en el diez subió al 48, a la mitad se colocaba en el 41 y en el 35 ascendió al 28. Al final el calor la disminuyó y entró en el lugar 32 con 2h 34:42, pero aún deshidrata agradeció.
"Quien ha corrido maratón sabe lo que se siente en los últimos kilómetros, en el cierre todas buscamos el mejor lugar posible pero en nuestras miradas había una complicidad, las de las ganadoras que fuimos en la lucha contra el calor y la sed", dijo.
Este domingo Madaí no estuvo cerca de las medallas por primera vez en mucho tiempo, pero dio uno de los mejores ejemplos de civismo de la romántica carrera surgida en homenaje a un soldado griego que corrió hasta Atenas como mensajero de una buena noticia y cuando la entregó cayó al suelo y murió.
Honrar a Filípides, aquel guerrero, pareció ser la fuente de felicidad del pelotón de segunda que escoltó hoy a las medallistas africanas.
"Si el maratón fuera una persona y viniera por ahí le daría las gracias", dijo la peruana Gladys Tejeda, ubicada en el decimoquinto lugar, mientras su compatriota Jovana de la Cruz se reconoció a si misma como la incoherente del día porque en el kilómetro 39 juró nunca más volver a correr maratón y en la meta anunció que reaparecer en Houston en enero suena como música para sus oídos.
En cuanto a Madaí, hoy se colocó en la frente la corona homérica de su vida, que ganó al vencer la cólera del Áquiles, uno de los tendones que mejor ha usado para sus triunfos deportivos de los últimos 20 años.
"Si me pudiera escuchar le diría, te gané, o mejor, lo abrazaría porque gracias a todo esto crecí como persona y ahora sé que volveré a correr bien", dijo.