ANÁLISIS / El MAS y sectores sociales: ¿síntomas del fin de una afinidad?
Analistas consideran que estamos frente al estallido de una forma de vínculo que creó el Gobierno en torno a su relación con sectores sociales; desde el masismo se sostiene que es normal que a más de diez años de Gobierno haya “diferencias” entre sectores sociales y el Ejecutivo, como las que hubo con la reciente movilización de la COB.
Pablo Peralta Miranda Periodista
"La nueva gestión estatal ponía en práctica algo inédito en democracia: un Gobierno de los movimientos sociales. Evo instruyó convertir el Palacio en una casa del pueblo, a la que accedan obreros, indígenas y todos los sectores populares cuya unidad como bloque social revolucionario sustenta este proceso e impulsa las políticas de gobierno”.
El texto lo escribió Alfredo Rada, viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, y forma parte del artículo A los 10 años de un gobierno de los movimientos sociales, que se publicó el 22 de enero de este año.
"Si no hubieran sido los movimientos sociales, no habría Evo presidente”, expresó Morales el pasado el 8 de mayo en un ampliado de sectores campesinos en Chuquisaca.
La frase del Primer Mandatario y el fragmento del artículo de Rada muestran el valor que el Ejecutivo otorga a los movimientos o sectores sociales. No obstante, los recientes acontecimientos en torno a la movilización de la Central Obrera Boliviana (COB) por Enatex dan cuenta -según analistas- de que algo está pasando en la relación entre el Gobierno y ciertos sectores sociales.
En plena escalada del conflicto entre la entidad matriz de los trabajadores y el Ejecutivo, el presidente Evo Morales les pidió a los dirigentes "cuidar la imagen de la COB”. En una conferencia de prensa, el Jefe de Estado dijo: "A mí me duele -yo soy afiliado a la COB- que estén desgastando con falso discurso y con falso paro, me duele”.
¿A qué estamos asistiendo? Para analistas entrevistados estamos frente al estallido de una forma de vínculo que creó el Gobierno en su relación con los movimientos sociales, y ante una etapa, además, en la que el Movimiento Al Socialismo (MAS) se va consolidando como una "corporación política”. Desde el masismo se sostiene que es normal que a más de diez años de gobierno haya este "tipo de diferencias”.
¿Una detonación?
"Lo que estamos viendo es la explosión de una situación creada por el Gobierno, exclusivamente, con el único antecedente histórico de gran importancia que fue el MNR, en sus tiempos de celoso guardián de la relación con mineros de la COB, campesinos... Siguiendo aquella experiencia, el Gobierno ha capturado de una manera más amplia y rigurosa a gran parte de la dirigencia social fomentando una dinámica corporativa”, sostiene el investigador Roger Cortez.
Pero, ¿a qué se puede atribuir este tipo de rompimiento o estas situaciones de tensiones críticas con ciertos sectores sociales? "Para entender el rompimiento hay que comprender cómo el Gobierno pudo cercenar, llegar a destruir, en cierto momento, la autonomía de las organizaciones sociales, que esa es la situación particular, llamativa de este periodo”, afirma Cortez.
Este investigador explica que el masismo consiguió aquello "amalgamando una gran expectativa” del conjunto de la sociedad, que se expresó de una manera muy concentrada en organizaciones sociales, que al inicio del Gobierno del MAS tuvieron la ilusión de una gran proximidad y de una identidad plena.
Según Cortez "este sentimiento, esencialmente positivo y noble, se mezcló y fue instrumentalizado por el Gobierno, mediante el más crudo clientelismo, prebendalismo y patrimonialismo: viejos vicios de la política tradicional, entregando una franja de candidaturas al parlamento, de varios cargos elegibles en municipios y otros no elegibles en la administración pública; y transfiriendo, además, una importante cuota de privilegios monetarios en materia de viajes, de viáticos, y una disponibilidad en efectivo de recursos que supuestamente tendrían que haberse empleado para el desarrollo de comunidades, como fue el caso del Fondo Indígena”.
Desde que el MAS asumió el poder han pasado más de 10 años y ocurrió una serie de hechos políticos, que van desde la Asamblea Constituyente hasta el escándalo del Fondioc. En el primer caso, el Pacto de Unidad (CSUTCB, las Bartolinas, Cidob, Conamaq y las comunidades interculturales) fue muy importante para el proceso constituyente; luego, no obstante, la CIDOB y Conamaq llegaron a tener dirigencias críticas, aunque hoy ya no se registra ese panorama. En el caso del Fondo Indígena, el 12 de febrero de 2015 la Contraloría reveló un daño económico al Estado de 71 millones de bolivianos por 153 proyectos inconclusos y fantasmas.
De conflictos
Cortez detecta que la desconfianza, el desgaste, la incredulidad colectiva frente a los actos del gobierno y la disminución de disponibilidad de recursos (por el fin de la bonanza) generan que estalle el corporativismo al que ha sido inducido el movimiento sindical boliviano y el de otras organizaciones.
"Me refiero a lo corporativo en el sentido de organizaciones que pugnan por intereses particulares; las más de las veces lo hacen con un sentido de egoísmo particular”, explica Cortez.
El analista político Yerko Ilijic considera que los conflictos "más duros” entre el Gobierno y los sectores sociales "se han dado por la reivindicación de derechos fundamentales, de los derechos centrales de la hoja de ruta de nuestro sistema constitucional”.
"El TIPNIS empezó como una reivindicación local, muy focalizada, pero a la larga se fue transformando en una tesis de supervivencia de los derechos del resto de la gente. Hoy día, tú tienes a las personas con capacidades diferenciadas en las calles solicitando un reconocimiento especial, no solamente el tema del bono, el reconocimiento especial a la condición de tener la vida más dura y eso está también generando en la sociedad una respuesta interesante, todavía contenida. No ha explotado”, explica.
Ilijic afirma que aquello se debe a que el MAS dejó de ser una organización política y se convirtió en una corporación política-económica. En ese marco, considera que el masismo "va a continuar teniendo conflictos y conflictividad con la ciudadanía, porque ésta se ha dado cuenta que el proyecto hegemónico del MAS es frágil y, claro, la ciudadanía reacciona porque también piensa que lo que se viene hacia adelante va a ser bastante duro”.
La postura del MAS
"Es normal que a un poco más de diez años de Gobierno se presenten este tipo de diferencias entre ciertos sectores sociales y el Gobierno, en particular me refiero a la COB”, sostiene la diputada oficialista Valeria Silva, que también es dirigente de Generación Evo.
La legisladora agrega que en el caso de la COB, esta organización "se ha sentado al diálogo, encabezada por el Vicepresidente y los ministros designados para esta temática, y nosotros creemos que se ha avanzado bastante en el diálogo; las organizaciones de la COB que evidentemente también han sido movidas desde adentro por ciertas dirigencias trasnochadas han reculado. La COB no ha roto ningún pacto con el Gobierno porque nosotros creemos firmemente que la COB no está apoyando al Gobierno por cuestiones coyunturales, sino por principios revolucionarios”.
Silva considera que, "como Gobierno, sabemos que tenemos que estar en constante diálogo con los sectores sociales, pero que nuestros principios nos hacen que sigamos siendo el Gobierno de los movimientos sociales”.
Pablo Peralta Miranda Periodista
"La nueva gestión estatal ponía en práctica algo inédito en democracia: un Gobierno de los movimientos sociales. Evo instruyó convertir el Palacio en una casa del pueblo, a la que accedan obreros, indígenas y todos los sectores populares cuya unidad como bloque social revolucionario sustenta este proceso e impulsa las políticas de gobierno”.
El texto lo escribió Alfredo Rada, viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, y forma parte del artículo A los 10 años de un gobierno de los movimientos sociales, que se publicó el 22 de enero de este año.
"Si no hubieran sido los movimientos sociales, no habría Evo presidente”, expresó Morales el pasado el 8 de mayo en un ampliado de sectores campesinos en Chuquisaca.
La frase del Primer Mandatario y el fragmento del artículo de Rada muestran el valor que el Ejecutivo otorga a los movimientos o sectores sociales. No obstante, los recientes acontecimientos en torno a la movilización de la Central Obrera Boliviana (COB) por Enatex dan cuenta -según analistas- de que algo está pasando en la relación entre el Gobierno y ciertos sectores sociales.
En plena escalada del conflicto entre la entidad matriz de los trabajadores y el Ejecutivo, el presidente Evo Morales les pidió a los dirigentes "cuidar la imagen de la COB”. En una conferencia de prensa, el Jefe de Estado dijo: "A mí me duele -yo soy afiliado a la COB- que estén desgastando con falso discurso y con falso paro, me duele”.
¿A qué estamos asistiendo? Para analistas entrevistados estamos frente al estallido de una forma de vínculo que creó el Gobierno en su relación con los movimientos sociales, y ante una etapa, además, en la que el Movimiento Al Socialismo (MAS) se va consolidando como una "corporación política”. Desde el masismo se sostiene que es normal que a más de diez años de gobierno haya este "tipo de diferencias”.
¿Una detonación?
"Lo que estamos viendo es la explosión de una situación creada por el Gobierno, exclusivamente, con el único antecedente histórico de gran importancia que fue el MNR, en sus tiempos de celoso guardián de la relación con mineros de la COB, campesinos... Siguiendo aquella experiencia, el Gobierno ha capturado de una manera más amplia y rigurosa a gran parte de la dirigencia social fomentando una dinámica corporativa”, sostiene el investigador Roger Cortez.
Pero, ¿a qué se puede atribuir este tipo de rompimiento o estas situaciones de tensiones críticas con ciertos sectores sociales? "Para entender el rompimiento hay que comprender cómo el Gobierno pudo cercenar, llegar a destruir, en cierto momento, la autonomía de las organizaciones sociales, que esa es la situación particular, llamativa de este periodo”, afirma Cortez.
Este investigador explica que el masismo consiguió aquello "amalgamando una gran expectativa” del conjunto de la sociedad, que se expresó de una manera muy concentrada en organizaciones sociales, que al inicio del Gobierno del MAS tuvieron la ilusión de una gran proximidad y de una identidad plena.
Según Cortez "este sentimiento, esencialmente positivo y noble, se mezcló y fue instrumentalizado por el Gobierno, mediante el más crudo clientelismo, prebendalismo y patrimonialismo: viejos vicios de la política tradicional, entregando una franja de candidaturas al parlamento, de varios cargos elegibles en municipios y otros no elegibles en la administración pública; y transfiriendo, además, una importante cuota de privilegios monetarios en materia de viajes, de viáticos, y una disponibilidad en efectivo de recursos que supuestamente tendrían que haberse empleado para el desarrollo de comunidades, como fue el caso del Fondo Indígena”.
Desde que el MAS asumió el poder han pasado más de 10 años y ocurrió una serie de hechos políticos, que van desde la Asamblea Constituyente hasta el escándalo del Fondioc. En el primer caso, el Pacto de Unidad (CSUTCB, las Bartolinas, Cidob, Conamaq y las comunidades interculturales) fue muy importante para el proceso constituyente; luego, no obstante, la CIDOB y Conamaq llegaron a tener dirigencias críticas, aunque hoy ya no se registra ese panorama. En el caso del Fondo Indígena, el 12 de febrero de 2015 la Contraloría reveló un daño económico al Estado de 71 millones de bolivianos por 153 proyectos inconclusos y fantasmas.
De conflictos
Cortez detecta que la desconfianza, el desgaste, la incredulidad colectiva frente a los actos del gobierno y la disminución de disponibilidad de recursos (por el fin de la bonanza) generan que estalle el corporativismo al que ha sido inducido el movimiento sindical boliviano y el de otras organizaciones.
"Me refiero a lo corporativo en el sentido de organizaciones que pugnan por intereses particulares; las más de las veces lo hacen con un sentido de egoísmo particular”, explica Cortez.
El analista político Yerko Ilijic considera que los conflictos "más duros” entre el Gobierno y los sectores sociales "se han dado por la reivindicación de derechos fundamentales, de los derechos centrales de la hoja de ruta de nuestro sistema constitucional”.
"El TIPNIS empezó como una reivindicación local, muy focalizada, pero a la larga se fue transformando en una tesis de supervivencia de los derechos del resto de la gente. Hoy día, tú tienes a las personas con capacidades diferenciadas en las calles solicitando un reconocimiento especial, no solamente el tema del bono, el reconocimiento especial a la condición de tener la vida más dura y eso está también generando en la sociedad una respuesta interesante, todavía contenida. No ha explotado”, explica.
Ilijic afirma que aquello se debe a que el MAS dejó de ser una organización política y se convirtió en una corporación política-económica. En ese marco, considera que el masismo "va a continuar teniendo conflictos y conflictividad con la ciudadanía, porque ésta se ha dado cuenta que el proyecto hegemónico del MAS es frágil y, claro, la ciudadanía reacciona porque también piensa que lo que se viene hacia adelante va a ser bastante duro”.
La postura del MAS
"Es normal que a un poco más de diez años de Gobierno se presenten este tipo de diferencias entre ciertos sectores sociales y el Gobierno, en particular me refiero a la COB”, sostiene la diputada oficialista Valeria Silva, que también es dirigente de Generación Evo.
La legisladora agrega que en el caso de la COB, esta organización "se ha sentado al diálogo, encabezada por el Vicepresidente y los ministros designados para esta temática, y nosotros creemos que se ha avanzado bastante en el diálogo; las organizaciones de la COB que evidentemente también han sido movidas desde adentro por ciertas dirigencias trasnochadas han reculado. La COB no ha roto ningún pacto con el Gobierno porque nosotros creemos firmemente que la COB no está apoyando al Gobierno por cuestiones coyunturales, sino por principios revolucionarios”.
Silva considera que, "como Gobierno, sabemos que tenemos que estar en constante diálogo con los sectores sociales, pero que nuestros principios nos hacen que sigamos siendo el Gobierno de los movimientos sociales”.