La microcefalia fetal por el virus zika aumenta en Brasil
El Gobierno brasileño ya contabiliza 3.893 casos sospechosos de haber desarrollado la anomalía
Antonio Jiménez Barca
São Paulo, El País
Los casos de microcefalia causada por el virus zika (una malformación que ataca los cerebros de los fetos causándoles graves dolencias para toda la vida) se expanden por Brasil. El Gobierno brasileño ya contabiliza 3.893 casos sospechosos de haber desarrollado la anomalía. Hace una semana eran 3.500 y en noviembre del año pasado, 1.248. Han fallecido ya 49 bebés, pero aún no hay datos de las consecuencias graves que el virus, que se transmite por la picadura de un mosquito, previsiblemente dejará en todos los casos registrados.
El epicentro de la enfermedad, que amedrenta a toda América Latina, se sitúa en Brasil, en el Nordeste, en concreto en el Estado de Pernambuco, aunque ya se ha extendido a lo largo de veinte estados más. Ayer se detectó el primer caso en Israel, en una niña de dos años que regresó recientemente de un viaje a Colombia y ya ha sido dada de alta.
El virus entra en contacto con el cuerpo de la madre gestante a través del mosquito Aedes Aegypti, muy común en el país, el mismo que en Brasil causa la enfermedad del dengue, del Chikunguya y de la fiebre amarilla.
Es un mosquito que por lo general prolifera en el agua estancada y que no vuela más allá de un sexto piso. Desde la sangre de la madre el virus ataca al cerebro del feto, que nace con partes del cerebro reducidas y dañadas. Esas malformaciones acarrean desde dificultades motoras o cognitivas a lesiones incompatibles con la vida.
La alarma ante este tipo de virus se ha extendido por todo el continente. En Colombia, las autoridades sanitarias han recomendado a las mujeres no quedarse embarazadas en los próximos meses. Y las de Estados Unidos recomiendan a las mujeres que están esperando un bebé no viajar a América Latina. También en Brasil, en noviembre del año pasado, un alto cargo del Ministerio de Sanidad brasileña llegó a afirmar que las mujeres, sobre todo de Estados de Pernambuco “debían pensarse la conveniencia de quedarse embarazadas ahora”.
En Brasil, algunos expertos sanitarios coinciden que considerar que el Gobierno minimizó los efectos de esta enfermedad en un principio. Acostumbradas a luchar contra el dengue, las autoridades sanitarias brasileñas no calibraron con certeza la gravedad de este nuevo virus que, al principio, aparentemente sólo causaba manchas en la piel.
Reacción tardía
Cuando se hicieron públicos los primeros casos de bebés nacidos con el cerebro anormalmente reducido, a primeros de noviembre, ya era tarde. El experto en infecciones del Hospital Edmundo Vasconcelos, en São Paulo, Artur Timerman, aseguraba en diciembre: “El cuadro del zika es dramático. El Gobierno ha tardado ocho meses en reaccionar”.
Ahora, la lucha de las autoridades sanitarias brasileñas se centra, entre otras cosas, en evitar que la epidemia salte a las grandes ciudades como Río de Janeiro o São Paulo. Hasta ahora, São Paulo, una mega urbe de 13 millones de habitantes, sólo ha registrado 18 casos.
Pero los expertos desconfían. Por una simple razón: la ciudad más populosa de Brasil tiene el récord de casos de dengue, y la enfermedad de la microcefalia se transmite de manera idéntica, por la picadura del mismo mosquito. Por lo pronto, las autoridades del Gobierno de São Paulo ya han organizado planes para adoctrinar a la población sobre cómo evitar que prolifere el mosquito y ordenado a la policía, a los bomberos y al Ejército a que colaboren en ello.
Antonio Jiménez Barca
São Paulo, El País
Los casos de microcefalia causada por el virus zika (una malformación que ataca los cerebros de los fetos causándoles graves dolencias para toda la vida) se expanden por Brasil. El Gobierno brasileño ya contabiliza 3.893 casos sospechosos de haber desarrollado la anomalía. Hace una semana eran 3.500 y en noviembre del año pasado, 1.248. Han fallecido ya 49 bebés, pero aún no hay datos de las consecuencias graves que el virus, que se transmite por la picadura de un mosquito, previsiblemente dejará en todos los casos registrados.
El epicentro de la enfermedad, que amedrenta a toda América Latina, se sitúa en Brasil, en el Nordeste, en concreto en el Estado de Pernambuco, aunque ya se ha extendido a lo largo de veinte estados más. Ayer se detectó el primer caso en Israel, en una niña de dos años que regresó recientemente de un viaje a Colombia y ya ha sido dada de alta.
El virus entra en contacto con el cuerpo de la madre gestante a través del mosquito Aedes Aegypti, muy común en el país, el mismo que en Brasil causa la enfermedad del dengue, del Chikunguya y de la fiebre amarilla.
Es un mosquito que por lo general prolifera en el agua estancada y que no vuela más allá de un sexto piso. Desde la sangre de la madre el virus ataca al cerebro del feto, que nace con partes del cerebro reducidas y dañadas. Esas malformaciones acarrean desde dificultades motoras o cognitivas a lesiones incompatibles con la vida.
La alarma ante este tipo de virus se ha extendido por todo el continente. En Colombia, las autoridades sanitarias han recomendado a las mujeres no quedarse embarazadas en los próximos meses. Y las de Estados Unidos recomiendan a las mujeres que están esperando un bebé no viajar a América Latina. También en Brasil, en noviembre del año pasado, un alto cargo del Ministerio de Sanidad brasileña llegó a afirmar que las mujeres, sobre todo de Estados de Pernambuco “debían pensarse la conveniencia de quedarse embarazadas ahora”.
En Brasil, algunos expertos sanitarios coinciden que considerar que el Gobierno minimizó los efectos de esta enfermedad en un principio. Acostumbradas a luchar contra el dengue, las autoridades sanitarias brasileñas no calibraron con certeza la gravedad de este nuevo virus que, al principio, aparentemente sólo causaba manchas en la piel.
Reacción tardía
Cuando se hicieron públicos los primeros casos de bebés nacidos con el cerebro anormalmente reducido, a primeros de noviembre, ya era tarde. El experto en infecciones del Hospital Edmundo Vasconcelos, en São Paulo, Artur Timerman, aseguraba en diciembre: “El cuadro del zika es dramático. El Gobierno ha tardado ocho meses en reaccionar”.
Ahora, la lucha de las autoridades sanitarias brasileñas se centra, entre otras cosas, en evitar que la epidemia salte a las grandes ciudades como Río de Janeiro o São Paulo. Hasta ahora, São Paulo, una mega urbe de 13 millones de habitantes, sólo ha registrado 18 casos.
Pero los expertos desconfían. Por una simple razón: la ciudad más populosa de Brasil tiene el récord de casos de dengue, y la enfermedad de la microcefalia se transmite de manera idéntica, por la picadura del mismo mosquito. Por lo pronto, las autoridades del Gobierno de São Paulo ya han organizado planes para adoctrinar a la población sobre cómo evitar que prolifere el mosquito y ordenado a la policía, a los bomberos y al Ejército a que colaboren en ello.