ANÁLISIS / Las desventuras numéricas del binomio prorroguista

El autor estima que tanto para el oficialismo como para la oposición el mayor desafío hacia el referendo de febrero se halla en el área rural.

Ricardo Calla Ortega
Sociólogo
La extensa encuesta llevada a cabo en los nueve departamentos de Bolivia por Mercados y Muestras para Página Siete y publicada por este periódico el 6 de diciembre de 2015 ha añadido una importante cuota de agobio al interior de la élite del poder del MAS y sus estrategas electorales.


La encuesta, publicada el mismo día en el que el gobierno chavista en Venezuela recibía la más dramática de las palizas electorales imaginables por parte de la oposición, ha sido un helado balde de agua para el MAS, ya que esta vez los resultados avanzados por la misma para el referendo del 21 de febrero de 2016 no solamente consideran –como en el caso de otras encuestas previas– el área urbana de Bolivia o, peor, sólo el eje de las ciudades de La Paz-El Alto-Cochabamba-Santa Cruz, sino que incluyen al área rural de los nueve departamentos de Bolivia.

Las respuestas a las dos primeras preguntas de la encuesta referida no dejan márgenes de duda: la pretensión del binomio Morales-García de lograr, el 21 de febrero venidero, su ambicioso objetivo de poder prolongarse en el poder por un nuevo periodo en 2019, con una modificación para ello del artículo 168 de la CPE, está en serios problemas.

Los resultados para las dos preguntas mencionadas, siendo relativamente poco distintos, no dejan en todo caso de ser destacables. Seguramente, la oposición desearía con el mayor alcance de su capacidad de anhelo, que sean los resultados de la pregunta 1 los que prevalezcan el 21 de febrero.

Así, cuando en la pregunta 1 se les pregunta a los encuestados si están de acuerdo con la modificación del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para facilitar la reelección del presidente y del vicepresidente del Estado, un 54%, del total a nivel del conjunto del país, afirma que NO, frente a solamente un 40% que responde que SI.

Así, enfocado el tema desde la perspectiva de la modificación de la CPE, la brecha que separa al SI del NO se le presenta como una pesadilla al MAS por la magnitud del 14% que tendría que modificar para hacerse de la victoria el 21 de febrero.

Si se consideran las respuestas diferenciadas entre área urbana y área rural a la primera pregunta tampoco es desdeñable que en este caso el NO es a nivel urbano (57%) apabullador frente al SI (38%), siendo el NO a nivel del área rural (50%) ampliamente más que el SI (42%), lo que es hasta sorprendente para quienes han estado considerando que el MAS la tiene fácil el 21 de febrero a nivel rural.

Con una indecisión solamente del 5% para el caso del área urbana, y del 8% para el área rural, el NO, si se sigue a la pregunta 1, parece tener garantizada la victoria a nivel urbano, mientras que la posibilidad de una victoria, aunque ajustada, del NO en el área rural parecería posible.

Pero no ha de ser principalmente el tenor de la pregunta 1 la que marcará el voto en febrero de 2016. Por la fuerza de la campaña del MAS, pero también por los efectos de la propia realidad de los hechos políticos que marcan al referendo de febrero, éste ha de tener inevitablemente un carácter plebiscitario con relación a la figura de Evo Morales.

El 21 de febrero, la gente ha de tener que decidir si quiere o no que Evo Morales sea reelegido como presidente en 2019, lo que es, para el grueso de los votantes, tener que calificar la gestión de éste con relación a la realidad, principalmente, tanto política como económica del país.

En febrero, el voto expresará dominantemente cómo la población boliviana en edad de votar está calificando la gestión política de Evo Morales y cómo califica su gestión económica. Por ello, la pregunta 2 de la encuesta –"¿Ud. está de acuerdo con la reelección del presidente Evo Morales para un nuevo periodo?”– es la que más vale para propósitos del juego de adivinación informada que son las encuestas y los análisis de sus resultados.

En el caso de la pregunta 2, las respuestas, aunque menos promisorias para la oposición que en el caso de la pregunta 1, son algo mejores para el MAS, aunque también lo suficientemente malas como para estar generando una aguda angustia en la cúpula y entre los estrategas del gobierno.

Así, ante la frontal y cruda pregunta 2 de la encuesta, el NO, a nivel del total de país, se impone con un 53% frente al 45% del SI. Con una indecisión del sólo 2%, una difícil distancia de 8% deberá ser revertida por el MAS para imponer su proyecto prorroguista.

Pero nótese el salto del 5% producido a favor del SI entre la primera y la segunda preguntas. Cuando con un tenor más plebiscitario se le pregunta a la gente si está o no está de acuerdo con la reelección de Morales para un nuevo periodo, las cosas para el SI mejoran en comparación a los resultados que produce la pregunta 1, de tenor más institucionalista.

Esto se hace más ambiguo, y de un modo muy llamativo e interesante, cuando se ven los resultados diferenciados a niveles urbano y rural para la pregunta 2.

Así, en el caso de la pregunta 2, en el área rural el SI (51%) triunfa sobre el NO (46%). Con una indecisión del 3%, el margen a favor del SI se proyecta formalmente muy ajustado para el 21 de febrero, lo que una vez más cuestiona la idea de que el MAS tiene fácilmente ganada de antemano al área rural. Sin embargo, puede pensarse que el énfasis plebiscitario de la campaña del MAS –que está guiando toda su artillería con la consigna "EVO SI”, una consigna que muestra que los estrategas del MAS han optado por jugar a fondo la idea de hacer del referendo de febrero un plebiscito en torno a la imagen de Morales–, consolidará sin excesivo problema la victoria del SI en el área rural.

De hecho, como se colige del salto a nivel rural del 42% a favor del SI –en la pregunta 1 más institucionalista–, al 51% del SI en la pregunta 2 más plebiscitaria, parece evidente que el MAS deberá, para consolidarse en el área rural, enfatizar el carácter de compulsa con respecto de la gestión gubernamental de Morales del referendo.

Pero, para sorprender el análisis y desmoralizar al MAS y sus estrategas, la respuesta a nivel del área urbana a la pregunta 2 de tenor más plebiscitario de la encuesta abre todo un mundo para la cavilación sobre las estrategias de campaña tanto del oficialismo como de la oposición.

Así, en el área urbana, en el caso de la pregunta 2, el NO (59%) se impone apabullantemente sobre el SI (40%), dejando solo un margen de indecisión del 1% de mínimo efecto potencial sobre resultados finales.

Como se ve, no importa que se trate de la pregunta 1 o de la 2, para el caso del área urbana los resultados de la encuesta son profundamente adversos para el MAS, ya que en ambos casos el NO aventaja al SI con el 19%, lo que en términos de votaciones políticas constituye una brecha dramática.

Para el caso del diseño de campañas, ello parece estar indicado que a nivel urbano el énfasis plebiscitario o institucionalista de las mismas no es relevante, aunque a nivel rural parece ser de la mayor relevancia.

Esto parece estar implicando que tanto para el oficialismo como para la oposición el mayor desafío hacia el referendo de febrero se halla en el área rural, donde para el MAS el potencial de crecimiento del SI con base en el recurso a la imagen y la gestión de Evo Morales parece tener aún márgenes de movimiento hacia arriba, y donde la oposición, con base en una campaña de carácter institucionalista e intensa, podría ganar aún más puntos a favor del NO.

Una lectura atenta de la encuesta por parte de los estrategas de cada bando en lo que hace a cada situación departamental seguramente podrá serles útil para orientarse en sus campañas.

Como fuere, dígase lo que se diga en los análisis de detalle, el alcance urbano y rural de la encuesta de Página Siete, y el hecho de que además se trata de una efectiva encuesta nacional sin exclusión ni omisión de ninguno de los nueve departamentos del país, convierte a sus resultados en todo un nuevo manotazo a las expectativas del MAS, de su cúpula y de sus estrategas electorales con respecto de los resultados del cercano referendo de febrero de 2016.

Efectivamente, ahora resulta más difícil argüir, como lo han venido haciendo los voceros del MAS frente a otras encuestas que se han estado conociendo en los últimos meses, que las encuestas sobre el referendo de febrero de 2016 no deben tomarse en serio debido a su carácter reductivamente urbano.

Esta vez, la encuesta que comentamos ha encajado al MAS una dosis de estadística que poca felicidad le augura a la ambición sin pudor ni recato del actual binomio gobernante. Si, no hay que dudarlo, el fantasma de la derrota ronda en el MAS, ahora con la gravedad de los números que empiezan a llegar desde el área rural.

Si a ello se añaden los efectos de demostración, en el plano político-electoral regional, de la derrota del oficialismo en la Argentina en manos de Macri, de la catástrofe sufrida el 6 de diciembre por Maduro en Venezuela, del cauteloso repliegue electoral de Correa en Ecuador, y de la amenaza de destitución que pesa hoy sobre Roussef en el Brasil, la mala hora del MAS en Bolivia también parece aproximarse. Pero en el juego de adivinos, informados o no, sobre el voto ciudadano es siempre prudente tener cautela. Uno nunca sabe.

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