La universidad estatal deja de formar presidentes argentinos
Por primera vez en 32 años de democracia, el jefe de Estado provendrá de centros privados
Alejandro Rebossio
Buenos Aires, El País
Desde que regresó la democracia a Argentina, en 1983, los siete presidentes que se han sucedido eran abogados graduados en la universidad pública, que sigue siendo gratuita, a diferencia de lo que ocurre en otros países del mundo. Pero en las elecciones primarias de voto obligatorio de este domingo los tres candidatos favoritos no pisaron las casas de altos estudios públicas sino las privadas. El kirchnerista moderado Daniel Scioli ha reanudado este año, en plena campaña electoral, su licenciatura en mercadotecnia en la Universidad Argentina de la Empresa y le faltan dos asignaturas para terminar. El centro derechista Mauricio Macri es ingeniero por la Universidad Católica Argentina y el peronista opositor Sergio Massa acabó su carrera hace solo dos años, en su anterior campaña a diputado, en la de Belgrano.
En los últimos 32 años Argentina fue presidida por graduados de la Universidad de Buenos Aires (UBA), como Raúl Alfonsín, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde, otros de la de Córdoba, como Carlos Menem y Fernando de la Rúa, y los dos últimos, los Kirchner, en la de La Plata.
En 2000 se graduaban 50.000 estudiantes en las universidades públicas de Argentina y 10.000 en las privadas, el 20% del total. En 2010, las estatales sumaron 70.000 y las de pago, 20.000, el 28%. En otros países de la región como Brasil la relación es inversa: tres cuartos de los graduados son de formación privada. En uno de los principales ránkings de universidades del mundo, el chino Shanghai Jiao Tong, que mide criterios objetivos como ganadores de premios Nobel, la UBA figura entre las tres mejores de Latinoamérica y es la única argentina entre las 500 más prestigiosas del planeta. En ese medio millar hay seis brasileñas, dos chilenas y una mexicana. No obstante, sigue llegando miles de estudiantes de países sudamericanos como Chile y Colombia a Argentina para estudiar gratis en sus universidades.
Mariana Heredia, investigadora de la UBA y la Universidad de San Martín, advierte que “para pertenecer a la alta política en Argentina es casi requisito ser universitario, pese a que solo el 6% de los argentinos es graduado”. “Además, no se puede hacer política si no se tiene mucho dinero. Cada vez hay más graduados de la universidad privada, que nació en 1958 y que se asocia en general a gente de dinero, aunque también tiene alumnos de menores recursos”, añade Heredia.
“Poseer un diploma universitario sigue siendo un elemento de construcción de distinción útil para la carrera electoral, sin importar bien en qué ni el nivel de formación o la universidad que lo certifica”, advierte Martín Unzué, investigador de la UBA y la Universidad de La Plata. Pero más allá de los presidentes, Unzué aprecia que “la universidad pública sigue formando la mayor parte de las elites políticas”.
Alejandro Rebossio
Buenos Aires, El País
Desde que regresó la democracia a Argentina, en 1983, los siete presidentes que se han sucedido eran abogados graduados en la universidad pública, que sigue siendo gratuita, a diferencia de lo que ocurre en otros países del mundo. Pero en las elecciones primarias de voto obligatorio de este domingo los tres candidatos favoritos no pisaron las casas de altos estudios públicas sino las privadas. El kirchnerista moderado Daniel Scioli ha reanudado este año, en plena campaña electoral, su licenciatura en mercadotecnia en la Universidad Argentina de la Empresa y le faltan dos asignaturas para terminar. El centro derechista Mauricio Macri es ingeniero por la Universidad Católica Argentina y el peronista opositor Sergio Massa acabó su carrera hace solo dos años, en su anterior campaña a diputado, en la de Belgrano.
En los últimos 32 años Argentina fue presidida por graduados de la Universidad de Buenos Aires (UBA), como Raúl Alfonsín, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde, otros de la de Córdoba, como Carlos Menem y Fernando de la Rúa, y los dos últimos, los Kirchner, en la de La Plata.
En 2000 se graduaban 50.000 estudiantes en las universidades públicas de Argentina y 10.000 en las privadas, el 20% del total. En 2010, las estatales sumaron 70.000 y las de pago, 20.000, el 28%. En otros países de la región como Brasil la relación es inversa: tres cuartos de los graduados son de formación privada. En uno de los principales ránkings de universidades del mundo, el chino Shanghai Jiao Tong, que mide criterios objetivos como ganadores de premios Nobel, la UBA figura entre las tres mejores de Latinoamérica y es la única argentina entre las 500 más prestigiosas del planeta. En ese medio millar hay seis brasileñas, dos chilenas y una mexicana. No obstante, sigue llegando miles de estudiantes de países sudamericanos como Chile y Colombia a Argentina para estudiar gratis en sus universidades.
Mariana Heredia, investigadora de la UBA y la Universidad de San Martín, advierte que “para pertenecer a la alta política en Argentina es casi requisito ser universitario, pese a que solo el 6% de los argentinos es graduado”. “Además, no se puede hacer política si no se tiene mucho dinero. Cada vez hay más graduados de la universidad privada, que nació en 1958 y que se asocia en general a gente de dinero, aunque también tiene alumnos de menores recursos”, añade Heredia.
“Poseer un diploma universitario sigue siendo un elemento de construcción de distinción útil para la carrera electoral, sin importar bien en qué ni el nivel de formación o la universidad que lo certifica”, advierte Martín Unzué, investigador de la UBA y la Universidad de La Plata. Pero más allá de los presidentes, Unzué aprecia que “la universidad pública sigue formando la mayor parte de las elites políticas”.