Seis de cada diez jóvenes trabajan en la informalidad en América Latina
La OIT plantea que la región debe dar prioridad a la reforma del sistema educativo
Jacqueline Fowks
Lima, El País
Unos 27 millones los jóvenes trabajan de manera irregular en América Latina y el Caribe, y “hay un potencial incremento de la informalidad en este marco de desaceleración económica en la región”, informó este miércoles Elizabeth Tinoco, la directora regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la presentación en Lima de un nuevo estudio sobre empleo juvenil.
La OIT alertó de que seis de cada diez puestos de trabajo disponibles para jóvenes latinoamericanos tienen condiciones de informalidad, es decir, de escasa calidad, salarios bajos, sin contrato, estabilidad, protección social, ni derechos.
Tinoco señaló que la tasa de informalidad en el empleo juvenil en América Latina ha caído un par de puntos desde la última medición en 2013, “aunque la reducción se debe a la disminución de la fuerza laboral, es decir, una cantidad menor de jóvenes busca trabajo porque está desalentado, porque lo que va a ganar no es suficiente, o porque decidió volver al colegio”.
La informalidad juvenil no agrícola llega al 55.7% en promedio en la región, aunque ésta trepa hasta el 86,4% en el sector de emprendedores jóvenes –o trabajadores por cuenta propia–. La misma condición afecta al 32% de los que trabajan en empresas formales.
Tinoco también planteó que la sociedad en América Latina debe dar prioridad a la reforma del sistema educativo, como un problema estructural en relación al empleo de calidad. Guillermo Dema, especialista regional de la OIT en empleo juvenil, precisó que los jóvenes con empleos precarios tienen en promedio 2.5 años menos de estudios que sus pares en un trabajo formal.
El informe ‘Formalizando la informalidad juvenil. Experiencias innovadoras en América Latina y el Caribe’ plantea algunas salidas al problema. “Por ejemplo, subsidios a las empresas que permitan a un joven acceder a un primer empleo formal. Hay un bucle continuo: si un joven tiene un primer empleo informal, le va a costar salir de ese sector. Y el subsidio se debe a la poca productividad del joven al principio”, anotó Dema.
Según el experto, entre los factores que contrarrestan la informalidad en algunos países figuran el que los programas laborales para esta población no sean temporales, “sino parte de las políticas públicas; que partan de un diagnóstico preciso de la situación de la juventud y que los jóvenes participen en los procesos de elaboración de los programas para ellos”.
“Chile está implementando un subsidio a la pequeña empresa y al trabajador, mientras que México no solo tiene un programa de primer empleo formal para el joven, sino que viene acompañado de un incentivo para que adquiera su primera casa”, precisó Tinoco.
Por su parte, Carmen Moreno, directora de la OIT para los países andinos, planteó que un componente importante debe ser la formalización de las pequeñas empresas, “con un programa de incentivos a las microempresas de baja productividad donde se concentra la informalidad”.
La directora regional de la OIT destacó que América Latina tiene en este momento la generación más educada de su historia, y si hay frustración entre quienes no encuentran las oportunidades que merecen, estos puede traducirse en cuestionamientos al sistema y a la democracia, en particular. Además, puso énfasis en que los programas destinados al empleo juvenil no pueden apartarse de la ley, menoscabando los derechos laborales de las personas: “Deben estar en armonía con la ley general”, expresó.
Jacqueline Fowks
Lima, El País
Unos 27 millones los jóvenes trabajan de manera irregular en América Latina y el Caribe, y “hay un potencial incremento de la informalidad en este marco de desaceleración económica en la región”, informó este miércoles Elizabeth Tinoco, la directora regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la presentación en Lima de un nuevo estudio sobre empleo juvenil.
La OIT alertó de que seis de cada diez puestos de trabajo disponibles para jóvenes latinoamericanos tienen condiciones de informalidad, es decir, de escasa calidad, salarios bajos, sin contrato, estabilidad, protección social, ni derechos.
Tinoco señaló que la tasa de informalidad en el empleo juvenil en América Latina ha caído un par de puntos desde la última medición en 2013, “aunque la reducción se debe a la disminución de la fuerza laboral, es decir, una cantidad menor de jóvenes busca trabajo porque está desalentado, porque lo que va a ganar no es suficiente, o porque decidió volver al colegio”.
La informalidad juvenil no agrícola llega al 55.7% en promedio en la región, aunque ésta trepa hasta el 86,4% en el sector de emprendedores jóvenes –o trabajadores por cuenta propia–. La misma condición afecta al 32% de los que trabajan en empresas formales.
Tinoco también planteó que la sociedad en América Latina debe dar prioridad a la reforma del sistema educativo, como un problema estructural en relación al empleo de calidad. Guillermo Dema, especialista regional de la OIT en empleo juvenil, precisó que los jóvenes con empleos precarios tienen en promedio 2.5 años menos de estudios que sus pares en un trabajo formal.
El informe ‘Formalizando la informalidad juvenil. Experiencias innovadoras en América Latina y el Caribe’ plantea algunas salidas al problema. “Por ejemplo, subsidios a las empresas que permitan a un joven acceder a un primer empleo formal. Hay un bucle continuo: si un joven tiene un primer empleo informal, le va a costar salir de ese sector. Y el subsidio se debe a la poca productividad del joven al principio”, anotó Dema.
Según el experto, entre los factores que contrarrestan la informalidad en algunos países figuran el que los programas laborales para esta población no sean temporales, “sino parte de las políticas públicas; que partan de un diagnóstico preciso de la situación de la juventud y que los jóvenes participen en los procesos de elaboración de los programas para ellos”.
“Chile está implementando un subsidio a la pequeña empresa y al trabajador, mientras que México no solo tiene un programa de primer empleo formal para el joven, sino que viene acompañado de un incentivo para que adquiera su primera casa”, precisó Tinoco.
Por su parte, Carmen Moreno, directora de la OIT para los países andinos, planteó que un componente importante debe ser la formalización de las pequeñas empresas, “con un programa de incentivos a las microempresas de baja productividad donde se concentra la informalidad”.
La directora regional de la OIT destacó que América Latina tiene en este momento la generación más educada de su historia, y si hay frustración entre quienes no encuentran las oportunidades que merecen, estos puede traducirse en cuestionamientos al sistema y a la democracia, en particular. Además, puso énfasis en que los programas destinados al empleo juvenil no pueden apartarse de la ley, menoscabando los derechos laborales de las personas: “Deben estar en armonía con la ley general”, expresó.