“Hay que ajustarse el cinturón para enfrentar la caída de los precios”
Reducir el gasto, ajustar el presupuesto y buscar nuevos ingresos propone Hugo del Granado.
La Paz, Página Siete
Reducir el gasto, ajustar el presupuesto y buscar nuevas fuentes de ingreso, es la fórmula que propone Hugo del Granado, experto en petróleo y energía, para hacer frente a la caída de los precios de los hidrocarburos.
Entrevistado en el Desayuno de Trabajo de Página Siete, dice que Bolivia debió haber aprovechado la época de las vacas gordas para crear un fondo de emergencia y estabilización para enfrentar una eventual crisis, pero no lo hizo y ahora no le queda otro camino que ajustar el cinturón.
Cuidándose de hacer cuentas a la ligera, estima que Bolivia podría ver reducidos sus ingresos en un 12% a partir del segundo semestre de 2015.
-Los precios de los hidrocarburos están sufriendo una fuerte caída desde hace varios meses. ¿Es producto de una situación coyuntural o estructural?
La actual caída tiene características distintas a las que vimos en años anteriores, en 2011, 2012 o 2013. Esta parece ser distinta por tres razones. Primero, porque hay una gran oferta en el mercado que ha superado los niveles de la demanda tradicional. Estados Unidos ha ido incrementando su producción en los tres últimos años a razón de un millón de barriles diarios por cada año; los países árabes que han estado en conflicto, como Libia y Siria, están retomando sus niveles de producción; pero, además, la demanda se ha constreñido por la reducción del crecimiento económico en los países asiáticos, especialmente China, y Europa. A esto se suma la mayor eficiencia energética tanto en EEUU como en los países europeos. La segunda diferencia es la posición de los países árabes, que han decidido no cortar sus cuotas de producción, como lo hicieron antes, con Arabia Saudita como líder, sino mantener sus cuotas de mercado rebajando sus precios. Lo han hecho a partir del 1 de octubre. Y la tercera diferencia es que no existen conflictos bélicos y por tanto no hay miedo a eventuales interrupciones del suministro.
-Entonces, no estamos ante una caída coyuntural …
Las señales nos dicen que podría no ser coyuntural, sino estructural. El precio podría estabilizarse en alrededor de los 80 dólares el barril. Ahora, no puedo hacer futurología, no hay nadie que pueda prever qué es lo que va a ocurrir en el mediano plazo, pero si observemos estas señales podríamos decir que estamos ante un periodo en el cual los precios se pueden estabilizar en torno a los 80 dólares el barril. Es poco probable que bajen mas allá de los 75, pero en este momento los datos nos dicen que podrían mantenerse entre 75 y 80 dólares.
-¿Cómo afectará esta caída a Bolivia?
Bolivia es exportador de gas. Su precio está indexado a los precios de los fuel. Los precios de los fuel han subido más rápido que los de los crudos. Por lo tanto, han tenido un impacto mayor sobre los ingresos que recibe el país. Es la causa del boom que tenemos en Bolivia. Pero los precios de los fuel también están bajando, no en la misma medida que los del crudo. Por lo tanto, el impacto es amortiguado. Hay otros factores de amortiguamiento de los precios. En la fórmula está el cálculo trimestral de los nuevos precios. El hecho de que las referencias no varíen tan bruscamente como el crudo es un factor de amortiguamiento, pero la caída se va a sentir, al igual que estamos sintiendo los beneficios de los precios altos. Es probable que la sintamos en el segundo semestre del próximo año.
-El Gobierno pasó de decir que la caída no va a afectar a Bolivia a convocar a un debate técnico para analizar el problema…
Todos los países que dependen de los hidrocarburos tienen que tomar sus precauciones y recaudos. El más afectado en este momento es Rusia, el segundo es Venezuela y el tercero es Ecuador. Aquí, en Bolivia, ¿qué podemos hacer? Se ha dicho durante muchos años, cuando tuvimos la crisis del 2009, año en que el precio bajó a alrededor de 34 dólares después de la subida a 147 del 2008, que había que crear un fondo de reserva, un fondo de emergencia, aprovechando el auge, para aguantar el golpe de una crisis, pero nadie prestó atención a una solución de esta naturaleza. En este momento estamos en plena bajada. A nadie se le va a ocurrir, en plena bajada, usar la recaudación menor que tenemos para crear un fondo. No tuvimos la previsión responsable de un Gobierno de crear un fondo de estabilización cuando teníamos buenos ingresos.
-Entonces, ¿qué se puede hacer ahora?
De lo que se trata ahora es de reducir el gasto, ajustar el presupuesto. Hay que ser más austeros, hay que hacer un presupuesto con un precio del petróleo más bajo del que se ha utilizado como referencia en años anteriores; hay que repartir la carga no solamente con las gobernaciones y municipios, sino que el Gobierno central tiene que estar dispuesto a absorber parte de la carga con una reducción de su gasto corriente. Queda la alternativa del camino árabe: aumentar la producción, es decir, equilibrar la disminución del ingreso con un aumento de la producción, pero ahí tenemos el problema de las reservas. Hay una declinación natural de los campos. Si volvemos la vista hacia atrás, seis o siete años, vemos que lo único que se ha hecho es producción y explotación. No hemos tomado ninguna previsión para incrementar la exploración, para incorporar nuevos campos, ni para abrir nuevos mercados.
-Se podría decir que la situación es bastante grave…
En el mediano y largo plazo, porque incrementar reservas y conseguir nuevos mercados, no es un trabajo para una época de crisis, es un tema para el largo plazo, el de prever el desarrollo sostenible del sector. Lo que debemos hacer ahora es ver cómo enfrentar una crisis que está relativamente próxima, porque hay varios estudios que nos están alertando de que entre el 2016 y el 2018 podemos tener una demanda de gas mayor a la producción, demanda interna y externa. El mercado interno no tiene una elevación significativa, se mantiene en los 10 millones de metros cúbicos, lo grave está en la declinación de los campos. Estos campos están produciendo sin interrupción desde hace dos décadas. Sobre todo en el campo San Alberto se observa una declinación acentuada. Entre el 2013 y el primer semestre del 2014 hay una declinación del 12%. La declinación normal de un campo convencional está entre 5 y 8%. Cuando está por encima de los dos dígitos es preocupante. El único campo que se mantiene estable para el 2018 es Margarita. En los últimos cinco o seis años no se ha incorporado ningún campo nuevo. La única esperanza para incrementar las reservas está en Huacareta y Azero y en el norte de La Paz , Liquimuni, pero en ninguno se ha empezado una labor exploratoria de perforación.
-¿Existe alguna estimación de las pérdidas que supondrá la caída de precios para Bolivia?
Yo no me animo a hacer cálculos, porque el precio del crudo podría mantenerse alrededor de los 80 o podría bajar a los 75. No sabemos si los precios de los fuel van a bajar en la misma proporción que los del crudo y finalmente no sabemos si ese precio del crudo puede reflotarse. Es arriesgado hacer cálculos, pero se ha estimado de manera muy gruesa que la caída podría afectar a los ingresos entre un 10 y un 12%, sin animarme a decir si serían 600 u 800 millones de dólares. Hay un rango de porcentajes en los que se podrían deteriorar las finanzas a partir del segundo semestre del 2015.
-Con la caída de los precios de la minería y de la soya hubo una primera señal de alarma. ¡Estamos ante el fin de la bonanza económica que hemos vivido en los últimos años? ¿Qué debería hacer el Gobierno para enfrentar la situación?
En este momento no puedes tomar mediadas de largo plazo, tienes que tomar medidas de corto plazo para enfrentar lo que es inminente. Eso quiere decir ajustar tu gasto y buscar nuevas fuentes de ingresos; hacer funcionar la imaginación para ver cómo puedes ajustar tu régimen recaudatorio; por ejemplo, cobrar impuestos a quienes no los han pagado nunca, formalizar a los sectores informarles dentro de la economía. Esas son medidas que pueden tener efecto inmediato para paliar una crisis. A largo plazo tenemos que pensar en crear un fondo de estabilización, encontrar nuevos mercados e incrementar nuestras reservas.
-Aquí entra el tema de inversiones…
Claro. Ahí tenemos graves problemas. Al igual que en la minería, el panorama exploratorio en el sector de hidrocarburos es desastroso, con la diferencia de que en hidrocarburos existen obstáculos estructurales y están incorporados, lamentablemente, en varios artículos de la Constitución Política del Estado. No hay libertad económica, no hay libertad de asociación, porque la asociación tiene límites, hay inseguridad jurídica, no somos competitivos y no tenemos una ley de hidrocarburos adecuada a la nueva Constitución.
"Si el Presidente habla en serio de un debate técnico para ver cómo sorteamos esta bajada de precios supongo que es para escuchar y eso de escuchar no quiere decir escuchar nomás”, dice Hugo del Granado al comentar la iniciativa presidencial para analizar los efectos de la caída de los precios de los hidrocarburos.
Y no basta con escuchar, según el experto, sino que hay tomar acciones: "Y eso quiere decir reducir y priorizar el gasto, ajustarse los cinturones, ser más eficientes y ahorrar para enfrentar los momentos de crisis. Si vamos a hablar en esos términos, entonces podemos esperar un cambio de actitud y ese cambio de actitud tiene que ir no por la vía de derrotar a nadie, sino por la vía de optar por un camino racional, responsable, que es lo que se impone en momentos como estos”.
Del Granado no quiere que Bolivia llegue a la situación de Venezuela: por cada dólar que baja el precio del crudo, el país pierde 700 millones, porque el 96% de su presupuesto depende del petróleo. "Nosotros, con el 50% dependemos del gas y ese ya es un porcentaje alto. Si vamos a seguir incrementando ese peso relativo de los ingresos del gas estamos yendo por mal camino. No se trata de bajar la producción y la exportación, sino de rebajar su importancia relativa. Eso quiere decir sembrar el gas para invertir en otros sectores que promueven la generación de más recursos”.
¿Qué hace una economía regional que depende del IDH ?
Según Hugo del Granado, los municipios y departamentos se han mal acostumbrado con la renta petrolera. "Ha habido una laxitud fiscal en las gobernaciones y municipios, se han apoltronado con los ingresos que recibían del IDH y han descuidado tremendamente su recaudación fiscal, no han creado nuevas fuentes de ingreso, no han creado instancias productivas que les permitan una mayor recaudación”, dijo.
Tampoco el Estado está preparado para sustituir la pérdida de ingresos. "No se trataba de invertir lo que se recibe en canchas de césped, en polifuncionales , en carreteras, sino de dirigir esos recursos a otros sectores productivos y a mejorar la recaudación fiscal. Eso es muy importante y se ha descuidado”.
Se ha descuido tanto la recaudación fiscal, dice Del Granado, que los ingresos por ese concepto varían enormemente entre ciudad a ciudad y entre el área urbana y rural.
La crisis tendrá una notoria incidencia en los ingresos de municipios, departamentos y universidades. Según diversos cálculos, la reducción de ingresos podría estar entre los 600 y mil millones de dólares a partir del segundo semestre del 2015.
La Paz, Página Siete
Reducir el gasto, ajustar el presupuesto y buscar nuevas fuentes de ingreso, es la fórmula que propone Hugo del Granado, experto en petróleo y energía, para hacer frente a la caída de los precios de los hidrocarburos.
Entrevistado en el Desayuno de Trabajo de Página Siete, dice que Bolivia debió haber aprovechado la época de las vacas gordas para crear un fondo de emergencia y estabilización para enfrentar una eventual crisis, pero no lo hizo y ahora no le queda otro camino que ajustar el cinturón.
Cuidándose de hacer cuentas a la ligera, estima que Bolivia podría ver reducidos sus ingresos en un 12% a partir del segundo semestre de 2015.
-Los precios de los hidrocarburos están sufriendo una fuerte caída desde hace varios meses. ¿Es producto de una situación coyuntural o estructural?
La actual caída tiene características distintas a las que vimos en años anteriores, en 2011, 2012 o 2013. Esta parece ser distinta por tres razones. Primero, porque hay una gran oferta en el mercado que ha superado los niveles de la demanda tradicional. Estados Unidos ha ido incrementando su producción en los tres últimos años a razón de un millón de barriles diarios por cada año; los países árabes que han estado en conflicto, como Libia y Siria, están retomando sus niveles de producción; pero, además, la demanda se ha constreñido por la reducción del crecimiento económico en los países asiáticos, especialmente China, y Europa. A esto se suma la mayor eficiencia energética tanto en EEUU como en los países europeos. La segunda diferencia es la posición de los países árabes, que han decidido no cortar sus cuotas de producción, como lo hicieron antes, con Arabia Saudita como líder, sino mantener sus cuotas de mercado rebajando sus precios. Lo han hecho a partir del 1 de octubre. Y la tercera diferencia es que no existen conflictos bélicos y por tanto no hay miedo a eventuales interrupciones del suministro.
-Entonces, no estamos ante una caída coyuntural …
Las señales nos dicen que podría no ser coyuntural, sino estructural. El precio podría estabilizarse en alrededor de los 80 dólares el barril. Ahora, no puedo hacer futurología, no hay nadie que pueda prever qué es lo que va a ocurrir en el mediano plazo, pero si observemos estas señales podríamos decir que estamos ante un periodo en el cual los precios se pueden estabilizar en torno a los 80 dólares el barril. Es poco probable que bajen mas allá de los 75, pero en este momento los datos nos dicen que podrían mantenerse entre 75 y 80 dólares.
-¿Cómo afectará esta caída a Bolivia?
Bolivia es exportador de gas. Su precio está indexado a los precios de los fuel. Los precios de los fuel han subido más rápido que los de los crudos. Por lo tanto, han tenido un impacto mayor sobre los ingresos que recibe el país. Es la causa del boom que tenemos en Bolivia. Pero los precios de los fuel también están bajando, no en la misma medida que los del crudo. Por lo tanto, el impacto es amortiguado. Hay otros factores de amortiguamiento de los precios. En la fórmula está el cálculo trimestral de los nuevos precios. El hecho de que las referencias no varíen tan bruscamente como el crudo es un factor de amortiguamiento, pero la caída se va a sentir, al igual que estamos sintiendo los beneficios de los precios altos. Es probable que la sintamos en el segundo semestre del próximo año.
-El Gobierno pasó de decir que la caída no va a afectar a Bolivia a convocar a un debate técnico para analizar el problema…
Todos los países que dependen de los hidrocarburos tienen que tomar sus precauciones y recaudos. El más afectado en este momento es Rusia, el segundo es Venezuela y el tercero es Ecuador. Aquí, en Bolivia, ¿qué podemos hacer? Se ha dicho durante muchos años, cuando tuvimos la crisis del 2009, año en que el precio bajó a alrededor de 34 dólares después de la subida a 147 del 2008, que había que crear un fondo de reserva, un fondo de emergencia, aprovechando el auge, para aguantar el golpe de una crisis, pero nadie prestó atención a una solución de esta naturaleza. En este momento estamos en plena bajada. A nadie se le va a ocurrir, en plena bajada, usar la recaudación menor que tenemos para crear un fondo. No tuvimos la previsión responsable de un Gobierno de crear un fondo de estabilización cuando teníamos buenos ingresos.
-Entonces, ¿qué se puede hacer ahora?
De lo que se trata ahora es de reducir el gasto, ajustar el presupuesto. Hay que ser más austeros, hay que hacer un presupuesto con un precio del petróleo más bajo del que se ha utilizado como referencia en años anteriores; hay que repartir la carga no solamente con las gobernaciones y municipios, sino que el Gobierno central tiene que estar dispuesto a absorber parte de la carga con una reducción de su gasto corriente. Queda la alternativa del camino árabe: aumentar la producción, es decir, equilibrar la disminución del ingreso con un aumento de la producción, pero ahí tenemos el problema de las reservas. Hay una declinación natural de los campos. Si volvemos la vista hacia atrás, seis o siete años, vemos que lo único que se ha hecho es producción y explotación. No hemos tomado ninguna previsión para incrementar la exploración, para incorporar nuevos campos, ni para abrir nuevos mercados.
-Se podría decir que la situación es bastante grave…
En el mediano y largo plazo, porque incrementar reservas y conseguir nuevos mercados, no es un trabajo para una época de crisis, es un tema para el largo plazo, el de prever el desarrollo sostenible del sector. Lo que debemos hacer ahora es ver cómo enfrentar una crisis que está relativamente próxima, porque hay varios estudios que nos están alertando de que entre el 2016 y el 2018 podemos tener una demanda de gas mayor a la producción, demanda interna y externa. El mercado interno no tiene una elevación significativa, se mantiene en los 10 millones de metros cúbicos, lo grave está en la declinación de los campos. Estos campos están produciendo sin interrupción desde hace dos décadas. Sobre todo en el campo San Alberto se observa una declinación acentuada. Entre el 2013 y el primer semestre del 2014 hay una declinación del 12%. La declinación normal de un campo convencional está entre 5 y 8%. Cuando está por encima de los dos dígitos es preocupante. El único campo que se mantiene estable para el 2018 es Margarita. En los últimos cinco o seis años no se ha incorporado ningún campo nuevo. La única esperanza para incrementar las reservas está en Huacareta y Azero y en el norte de La Paz , Liquimuni, pero en ninguno se ha empezado una labor exploratoria de perforación.
-¿Existe alguna estimación de las pérdidas que supondrá la caída de precios para Bolivia?
Yo no me animo a hacer cálculos, porque el precio del crudo podría mantenerse alrededor de los 80 o podría bajar a los 75. No sabemos si los precios de los fuel van a bajar en la misma proporción que los del crudo y finalmente no sabemos si ese precio del crudo puede reflotarse. Es arriesgado hacer cálculos, pero se ha estimado de manera muy gruesa que la caída podría afectar a los ingresos entre un 10 y un 12%, sin animarme a decir si serían 600 u 800 millones de dólares. Hay un rango de porcentajes en los que se podrían deteriorar las finanzas a partir del segundo semestre del 2015.
-Con la caída de los precios de la minería y de la soya hubo una primera señal de alarma. ¡Estamos ante el fin de la bonanza económica que hemos vivido en los últimos años? ¿Qué debería hacer el Gobierno para enfrentar la situación?
En este momento no puedes tomar mediadas de largo plazo, tienes que tomar medidas de corto plazo para enfrentar lo que es inminente. Eso quiere decir ajustar tu gasto y buscar nuevas fuentes de ingresos; hacer funcionar la imaginación para ver cómo puedes ajustar tu régimen recaudatorio; por ejemplo, cobrar impuestos a quienes no los han pagado nunca, formalizar a los sectores informarles dentro de la economía. Esas son medidas que pueden tener efecto inmediato para paliar una crisis. A largo plazo tenemos que pensar en crear un fondo de estabilización, encontrar nuevos mercados e incrementar nuestras reservas.
-Aquí entra el tema de inversiones…
Claro. Ahí tenemos graves problemas. Al igual que en la minería, el panorama exploratorio en el sector de hidrocarburos es desastroso, con la diferencia de que en hidrocarburos existen obstáculos estructurales y están incorporados, lamentablemente, en varios artículos de la Constitución Política del Estado. No hay libertad económica, no hay libertad de asociación, porque la asociación tiene límites, hay inseguridad jurídica, no somos competitivos y no tenemos una ley de hidrocarburos adecuada a la nueva Constitución.
"Si el Presidente habla en serio de un debate técnico para ver cómo sorteamos esta bajada de precios supongo que es para escuchar y eso de escuchar no quiere decir escuchar nomás”, dice Hugo del Granado al comentar la iniciativa presidencial para analizar los efectos de la caída de los precios de los hidrocarburos.
Y no basta con escuchar, según el experto, sino que hay tomar acciones: "Y eso quiere decir reducir y priorizar el gasto, ajustarse los cinturones, ser más eficientes y ahorrar para enfrentar los momentos de crisis. Si vamos a hablar en esos términos, entonces podemos esperar un cambio de actitud y ese cambio de actitud tiene que ir no por la vía de derrotar a nadie, sino por la vía de optar por un camino racional, responsable, que es lo que se impone en momentos como estos”.
Del Granado no quiere que Bolivia llegue a la situación de Venezuela: por cada dólar que baja el precio del crudo, el país pierde 700 millones, porque el 96% de su presupuesto depende del petróleo. "Nosotros, con el 50% dependemos del gas y ese ya es un porcentaje alto. Si vamos a seguir incrementando ese peso relativo de los ingresos del gas estamos yendo por mal camino. No se trata de bajar la producción y la exportación, sino de rebajar su importancia relativa. Eso quiere decir sembrar el gas para invertir en otros sectores que promueven la generación de más recursos”.
¿Qué hace una economía regional que depende del IDH ?
Según Hugo del Granado, los municipios y departamentos se han mal acostumbrado con la renta petrolera. "Ha habido una laxitud fiscal en las gobernaciones y municipios, se han apoltronado con los ingresos que recibían del IDH y han descuidado tremendamente su recaudación fiscal, no han creado nuevas fuentes de ingreso, no han creado instancias productivas que les permitan una mayor recaudación”, dijo.
Tampoco el Estado está preparado para sustituir la pérdida de ingresos. "No se trataba de invertir lo que se recibe en canchas de césped, en polifuncionales , en carreteras, sino de dirigir esos recursos a otros sectores productivos y a mejorar la recaudación fiscal. Eso es muy importante y se ha descuidado”.
Se ha descuido tanto la recaudación fiscal, dice Del Granado, que los ingresos por ese concepto varían enormemente entre ciudad a ciudad y entre el área urbana y rural.
La crisis tendrá una notoria incidencia en los ingresos de municipios, departamentos y universidades. Según diversos cálculos, la reducción de ingresos podría estar entre los 600 y mil millones de dólares a partir del segundo semestre del 2015.