Elecciones parlamentarias en EE UU: lo que necesitas saber sobre los comicios de mañana

EEUU, AFP 
En Estados Unidos mañana se realizan las elecciones “mid-term” o medio término, comicios caracterizados por presentar la renovación de 435 escaños de la Casa de Representantes y 33 de los 100 asientos del Senado, con un desenlace que podría dejar a Barack Obama aún más acorralado de lo que está hoy.
De manera paralela se escogerán gobernadores en 36 estados, se designarán 46 cuerpos legislativos estatales y numerosas localidades, fiscalías al igual que se efectuarán 146 referéndum (a nivel estatal) para decidir sobre diversos asuntos, tales como la legalización de la marihuana, la intervención del “fracking” o el salario mínimo.

El portal web El Confidencial a través de un artículo respondió las interrogantes más frecuentes que se suscitan en torno a este proceso electoral:

¿Qué está en juego en medio de tanto voto?

La batalla más importante se librará por el control del Senado, que podría caer en manos republicanas.
Actualmente, los conservadores son mayoría en la Casa de Representantes y eso les ha permitido bloquear casi todas las iniciativas de la Casa Blanca.
Y mientras la Cámara Baja no parece que vaya a cambiar de manos, sí podría hacerlo el Senado, hoy en poder de los demócratas y donde la competición se espera muy reñida en ocho distritos.
Los sondeos aseguran que los republicanos tienen un 65 por ciento de posibilidades de hacerse con los seis escaños que necesitan para mandar allí.

¿Pero que pasa si los republicanos ganan el Senado?

Obtendrían más munición para amargar los dos últimos años de presidencia de Obama, a quien odian por encima de cualquier predecesor y cuya herencia empieza a ser ya cuestionada, sobre todo al trasluz de las enormes expectativas que generó hace seis años. Por otro lado, el Congreso saliente acaba de cerrar la legislatura más improductiva de la historia de EE UU.
Paradójicamente, algunos analistas esperan que un nuevo equilibrio de fuerzas entre el Capitolio y la Casa Blanca propicie un mayor consenso y se aprueben más leyes. Nadie espera que vayan a ponerse a legislar como locos, pero no es dificil hacer menos de lo que han hecho en los últimos años.

¿Entonces se avecina un giro conservador en EEUU?

Nada es imposible y menos en la política estadounidense, donde todo depende de las elecciones primarias y los candidatos, pero el hecho de que salgan victoriosos de las mid-term no quiere decir que los republicanos tengan más posibilidades en las presidenciales de 2016.
La ingeniería electoral y la demografía de este complejísimo país propician situaciones en las que se puede tener todo a favor en el Capitolio y todo en contra en la Casa Blanca.
El voto urbano y las minirías siguen huyendo del Viejo Gran Partido que, simultáneamente, experimenta un proceso de creciente división entre dos corrientes enfrentadas: los ancianos que guardan las esencias conservadoras y los jóvenes “revolucionarios” del Tea Party. Las tensiones podrían reventar en las próximas primarias.

¿Por qué despiertan tan poco interés las mid-term?

Más de la mitad de la población no se las toma en serio y, de hecho, la tasa de participación suele rondar el 40-45 por ciento, unos 20 puntos menos que en las presidenciales. En general, la atención mediática es menor y la ciudadanía se siente desencantada y ajena a todo lo que ocurre en el Capitolio.
La apatía no afecta a todos por igual y eso hace que el perfil del electorado esté mucho más marcado: en estos comicios suelen votar mucho más los blancos, los hombres, las clases altas y las familias conservadoras, mientras que se suelen quedar en casa las minorías, las mujeres y las clases bajas. Circunstancias que, obviamente, benefician a los republicanos.

¿Desencanto? ¿Pues que piensan los estadounidenses de su clase política?

La clase política americana, en general, llega a estas elecciones bajo mínimos. La popularidad de Obama nunca había sido tan baja como lo es hoy, con una tasa de aprobación del 40 por ciento y con más de la mitad del electorado abiertamente en contra.
Tanto es así que algunos candidatos demócratas se han desmarcado públicamente de su presidente para evitar perder más votos. Pero todavía peor es la impresión que tienen los estadounidenses de sus congresistas y senadores, cuya aceptación si sitúa en el 14 por ciento. Remontando, eso sí, la cifra de hace un par de meses, cuando cayó a un histórico 9 por ciento.

¿Y no aparecen terceros partidos?

No, no hay alternativas serias al bipartidismo. Es decir, cada año se presentan candidatos independientes y grupos minoritarios como el Partido Libertario, pero por ahora representan opciones marginales y sus aspiraciones se suelen reducir a la posibilidad de actuar como bisagra en determinadas situaciones o a prestar sus servicios a alguno de los dos grandes.
Uno de los protagonistas de este año es Sean Haugh, un repartidor de pizza de Carolina del Norte que se presenta al Senado y que podría picotear un cinco por ciento de los votos del candidato republicano y propiciar, sin quererlo, una victoria demócrata.

¿Qué pasa con el famoso voto hispano?

Los latinos siguen creciendo y en estas elecciones hay más de 25 millones de hispanos llamados a votar, su nuevo récord. Sin embargo, y aunque constituyen ya casi el 11 por ciento de la fuerza electoral, no se espera que tengan un papel decisivo. Su problema es que son muy pocos en los ocho estados donde se decide la contienda en el Senado, con la excepción de Colorado.
Según datos del Pew Research Center, sólo conforman un 4,7 por ciento del electorado en distritos disputados. También influye su bajísima tasa de participación. Se estima que en estas elecciones sólo acudirán a las urnas uno de cada tres latinos con derecho a votar.

Decían que también se eligen gobernadores ¿Suena importante, no?

Sí, se vota en 36 de los 50 estados de la Unión y en al menos diez de ellos se va a poner interesante. El color político podría cambiar a favor de los republicanos en zonas tradicionalmente progresistas de Nueva Inglaterra como Connecticut y Massachusetts, así como también en Illinois.
Y, al contrario, los demócratas podrían hacerse con feudos conservadores como Florida y Georgia, en el sur; Maine y Michigan, en el norte; y Kansas, en el medio oeste.

¿Y en el resto de estados?

En la mayoría de los casos no se pronostican cambios, ya que los partidos en el poder están cómodos y las encuestas les dan amplios márgenes de victoria. Por ejemplo, en California el demócrata Jerry Brown tiene casi 20 puntos de diferencia sobre su contrincante republicano, Neel Kashkari.
Mientras que en Texas, el reemplazo de Rick Perry (el también republicano Greg Abbott) lleva 15 puntos de ventaja sobre la demócrata Wendy Davis.

¿Y cuál es el interés entonces?

Algunos gobernadores en alza preparan estas elecciones como una suerte de ensayo general antes de la carrera presidencial y sus primarias.
Por ejemplo, el republicano Scott Walker se convertiría en firme candidato si vuelve a ganar (por tercera vez) unas elecciones al gobierno de Wisconsin, tradicionalmente demócrata. Se sigue también con atención lo que ocurra en Ohio, Nueva York, Maryland, Nuevo México y Carolina del Sur, donde hay gobernadores con posibilidades de avanzar hacia la presidencia (o la vicepresidencia) en 2016.

¿Y los plebiscitos donde se vota por la marihuana y todo lo demás?

Son muchos (146) y muy variados. Se someten a la voluntad pública un sinfin de leyes, desde restricciones al aborto hasta nuevos reglamentos para llevar armas.
Por ejemplo, Alaska, Oregón y la capital, Washington DC, decidirán si legalizan la marihuana para fines recreativos, como ya hicieron Washington (estado) y Colorado. Mientras tanto, Alaska, Arkansas, Illinois, Nebraska y Dakota del Sur someten a la decisión de los votantes la subida del salario mínimo legal.
Y en Oregón se decidirá si permitir que los inmigrantes ilegales se saquen el carnet de conducir. Si quiere saber más, aquí tiene una recopilación de los más importantes.

¿Lo que más preocupa a los americanos es el ébola y el terrorismo islámico?

Sin duda son temas que preocupan, pero no demasiado, a pesar de los esfuerzos de la CNN. Tanto el virus ébola, como el Estado Islámico, como el terrorismo en general, aparecen a mitad de la tabla en el listado mensual que elabora Gallup, sumando entre los tres menos de un 13 por ciento de los desvelos.
Lo que más preocupa es la economía (17%), el mal gobierno (16%), el paro (10%), el acceso a la sanidad (8%) y la inmigración (7%).

¿Y sobre dichos temas han versado las campañas electorales?

Pues más o menos. Los demócratas han presumido de la recuperación económica, de la reducción del déficit y de la caída del desempleo. También han hecho hincapié en temas sociales para movilizar a su base, hablando del aumento de las desigualdades, el salario mínimo o políticas para fomentar la igualdad de género.
Por su parte, los republicanos han atacado la política exterior de Obama, su “laxitud” con los indocumentados y su reforma sanitaria (Obamacare). También han cuestionado la recuperación económica y han insistido en el problema déficit y en el “derroche” de dinero público de las autoridades federales.
Célebre ha sido el vídeo de la candidata al Senado por Iowa, Joni Ernst, quien se ofrece para castrar a los manirrotos de Washington igual que castra a los cerdos en su granja.

Por fin algo divertido. ¿No hay ninguna anécdota más de ese estilo?

Por supuesto, la campaña ha dejado cientos de anécdotas. En Internet ha hecho furor por ejemplo el fangate, el escándalo del ventilador, un vídeo durante el que el actual gobernador de Florida, Rick Scott, se resiste subir a debatir con su rival, Charlie Crist, alegando que éste partía con ventaja al haberse hecho instalar un ventilador bajo la tarima.
Los moderadores lo narraron en directo televisivo y sin ocultar su asombro, admitiendo que el refresco oculto de Crist violaba una de las muchas reglas firmadas por sus asesores al emplazar el debate.

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