Cameron, en un callejón sin salida tras dos años de errores groseros

Edumburgo, AFP
Si los escoceses deciden hoy su independencia, la historia recordará a David Cameron como el jefe de gobierno que perdió para siempre el Reino Unido. Si gana el no, Gran Bretaña seguirá existiendo, pero a él puede tocarle asumir tarde o temprano el ingrato de papel del líder que destruyó la mayor maquinaria política del país, el Partido Conservador.


Dos años de errores de cálculos, despistes y reacciones tardías en su duelo con el separatismo en Escocia colocaron a Cameron en una trampa de las que cuestan una carrera.

El referéndum es producto del acuerdo que Cameron concedió firmar con el líder separatista Alex Salmond en 2012, después de que el Partido Nacional Escocés arrasara en las elecciones regionales.

Propuso una votación a todo o nada. Una sola pregunta: ¿debe ser Escocia una nación independiente? Dos respuestas posibles: sí o no.

Cameron descontaba que los escoceses se asustarían ante la posibilidad de cortar lazos con Inglaterra y el resto de la unión. Las encuestas mostraban entonces que el apoyo a la secesión no llegaba al 30 por ciento y en la lógica del primer ministro la campaña del referéndum sería apenas un ejercicio de catarsis que terminaría por calmar durante unos buenos años los chillidos de los nacionalistas del Norte.

Pese a las sugerencias de políticos de distintos sectores, Cameron descartó incluir en la boleta electoral una tercera opción que todas las encuestas mostraban como claramente mayoritaria: una cesión amplia de competencias al Parlamento de Edimburgo para convertir a Escocia en una región autónoma sin salir del Reino Unido.

La posibilidad de una catástrofe política sin precedente despertó al líder conservador hace 10 días, cuando una encuesta reveló por primera vez que el independentismo llega a las urnas con posibilidades creíbles de ganar.

La campaña del no, basada en instalar el miedo a que el divorcio desataría un terremoto económico, había chocado contra el mensaje romántico del independentismo. Era "el látigo de Londres" contra un "sueño de libertad".

En shock, con la imagen del abismo delante de sus pies, el primer ministro se zambulló a la campaña con la promesa de conceder a Escocia de manera urgente un blindaje financiero, más competencias fiscales y poderes especiales para manejar la sanidad y la educación pública en su territorio. Una versión mejorada de la oferta que no quiso poner en la boleta que hoy se exhibe en las mesas electorales.

En su partido estalló la rebelión. El ala derecha de los conservadores se niega a otorgar privilegios económicos y más autogobierno a los escoceses y amenaza con promover la creación de un Parlamento aparte que tome las decisiones que afectan a Inglaterra.

"Estamos ante el desafío de salvar el país", se atajó ayer Cameron para minimizar las críticas internas. También descartó que un triunfo del sí vaya a forzarlo a renunciar, como sugirieron en los últimos días analistas políticos de distinta ideología.

Pero el problema seguirá ahí en caso de conseguir un alivio en el referéndum.

Cumplir su promesa a los escoceses obligará a Cameron a frustrar a buena parte de los conservadores. De cara a las elecciones generales de 2015 debería reubicar en el centro a un partido tentado a radicalizarse para enfrentar el auge del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés), con su receta de populismo, euroescepticismo y xenofobia.

Incumplir la oferta alimentaría otra vez el descontento de los escoceses, alérgicos desde hace décadas a los gobiernos tories. ¿Cuánto tardarían los separatistas en pedir un nuevo referéndum?, ¿cinco años, diez?

Para Cameron, ganar hoy equivale a comprar tiempo, además de ahorrarse una humillación de libro.

A partir del día siguiente le tocaría elegir qué romper y qué salvar: si su país o su partido.

David Cameron

Primer Ministro Británico

Partido: Conservador

Edad: 47 años

Origen: Inglaterra

Primeros pasos

En la elección de 1997 se presentó como candidato al Parlamento y perdió, cargo que obtuvo en 2001. En 2005 fue elegido líder de su partido

Joven pero sin mayoría

Cameron es el primer ministro más joven desde 1812 y su gabinete es el primer gobierno de coalición en el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial

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