Los niños, la cara más dolorosa de migración centroamericana a EE UU
San Salvador, DPA
Víctor Luna espera en el Aeropuerto Internacional “Monseñor Oscar Arnulfo Romero” el retorno obligado de su hija y su nieta, de sólo nueve años, que fueron deportadas desde Estados Unidos tras fracasar en su intento de conseguir su personal “sueño americano”.
Hombre de pocas palabras, mirada nerviosa, pelo canoso y piel tostada por demasiado sol en la siembra de maíz y frijoles, Luna sabe que su hija Silvia y su nieta Estela tuvieron “mala suerte” porque fueron capturadas por migración en Estados Unidos, pero al mismo tiempo son afortunadas por no haber muerto en el trayecto a manos de los grupos de delincuentes que se han organizado en los países de tránsito (Guatemala y México) para atacar a los migrantes.
“Ya sabe que aquí, en El Salvador, cuesta vivir, a veces uno dice que va a buscar algo mejor…”, apunta Luna mientras espera a sus familiares. La falta de oportunidades para los jóvenes, la violencia y la reunificación familiar con los parientes que residen en Estados Unidos son las causas más importantes en la actualidad de la oleada migratoria de centroamericanos hacia el norte.
Pero la novedad de los últimos tiempos es la llegada, a la frontera sur de Estados Unidos, de decenas de miles de menores de edad no acompañados.
Pero la novedad de los últimos tiempos es la llegada además a la frontera sur de Estados Unidos de decenas de miles de menores de edad no acompañados, hecho que ha causado un escándalo mundial que el propio jefe de la Casa Blanca, Barack Obama, ha catalogado como “crisis humanitaria”. Y que se ha vuelto un punto álgido en las relaciones entre Washington y sus vecinos del sur.
Las autoridades estadounidenses estiman que unos 24.000 menores procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador cruzaron su frontera sur en 2013. Y desde octubre de 2013 hasta julio han pasado más de 57.000, procedentes de la zona a la que se denomina el Triángulo Norte de Centroamérica. Según estadísticas locales, más de 9.000 salvadoreños menores de edad han sido detenidos por Estados Unidos en lo que va de 2014.
En el caso de Honduras, de donde se estima que procede la mayoría de los niños, se cree que 13.000 menores han viajado solos y se encuentran en centros de detención en suelo norteamericano. Unos 200 han sido repatriados hasta el momento, así como unos 50 acompañantes. Y se esperan más vuelos en los próximos días.
“Esta ola migratoria no se va a parar. Difícilmente será frenada, y menos con medidas de corto plazo, como la represión. Veamos el caso de El Salvador: Tenemos un dato del censo de 2009 que nos decía que hay 250.000 menores de edad que tienen a sus padres en Estados Unidos”, explica Juan José García, académico salvadoreño experto en temas de migración.
García, que en el periodo de gobierno 2009-2014 fue viceministro de Relaciones Exteriores encargado de los salvadoreños en el exterior, afirma que como mínimo esos menores de edad y jóvenes con padres en Estados Unidos siempre van a estar “pujando por la reunificación familiar”.
Pero García también cree que la violencia interna, especialmente de las pandillas, así como la falta de oportunidades de superación y de trabajo, impulsa a las familias a arriesgarse a mandar a sus hijos a Estados Unidos, incluso pese a los grandes riesgos que corren.
La parte de la familia Luna que reside en Estados Unidos pagó a un “coyote” (traficante) salvadoreño 21.000 dólares para que llevara a Silvia y a Estela hacia el añorado “sueño americano”. Pero en la frontera tejana fueron detenidas por migración y deportadas a El Salvador desde el Centro de Entrenamiento de Aplicación de la Ley Federal (FLETC), en Artesia, Nuevo México, donde estuvieron retenidas varios días.
Al reencontrarse don Víctor, Silvia y la pequeña Estela se funden en un fuerte abrazo, derraman lágrimas por la suerte de estar vivas, mezcladas con la frustración de no haber alcanzado su objetivo, aunque seguramente, como otros, lo volverán a intentar.
El ex viceministro García estima que “el coyotaje”, como llaman en tierras centroamericanas al tráfico o trasiego de personas para llevarlas a Estados Unidos, “se ha vuelto un gran negocio. Es el segundo tráfico ilegal, después de las drogas, más rentable y con montos de más de 40.000 millones de dólares anuales, de los cuales se lucran muchas personas”.
“Los presidentes llevarán propuestas concretas en materia de seguridad y de desarrollo económico, propuestas que se están consolidando”.
En un intento de poner freno a la “crisis humanitaria” de la frontera sur de Estados Unidos, los presidentes de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; Honduras, Juan Orlando Hernández, y Guatemala, Otto Pérez Molina, se reunirán el viernes con el jefe de la Casa Blanca, Barack Obama. Pero antes lo harán sólo entre ellos para definir una estrategia a mediano y largo plazo.
“Los presidentes llevarán propuestas concretas en materia de seguridad y de desarrollo económico, propuestas que se están consolidando”, aseveró el jefe de la diplomacia salvadoreña, Hugo Martínez, quien reveló que se abordará el tema de la seguridad para combatir el tráfico de personas y otros proyectos de desarrollo económico.
El hondureño Hernández considera que Estados Unidos tiene una corresponsabilidad en el tema migratorio en tanto que los narcos usan el espacio centroamericano, en especial el hondureño, para trasegar la droga que va a territorio norteamericano, lo que provoca violentas disputas por el control de rutas y mercados. Y reclama una especie de Plan Colombia o Plan Mérida para Honduras y la región, a fin de enfrentar a los grupos criminales.
Pero mientras tanto, el tema siempre postergado de la ola migratoria de Centroamérica a Estados Unidos está ahora en la agenda mundial gracias paradójicamente a decenas de miles de menores. Niños que cruzaron la frontera sin acompañantes y han sido detenidos en diferentes albergues en territorio estadounidense, en un hecho sin precedentes en la historia moderna.
Víctor Luna espera en el Aeropuerto Internacional “Monseñor Oscar Arnulfo Romero” el retorno obligado de su hija y su nieta, de sólo nueve años, que fueron deportadas desde Estados Unidos tras fracasar en su intento de conseguir su personal “sueño americano”.
Hombre de pocas palabras, mirada nerviosa, pelo canoso y piel tostada por demasiado sol en la siembra de maíz y frijoles, Luna sabe que su hija Silvia y su nieta Estela tuvieron “mala suerte” porque fueron capturadas por migración en Estados Unidos, pero al mismo tiempo son afortunadas por no haber muerto en el trayecto a manos de los grupos de delincuentes que se han organizado en los países de tránsito (Guatemala y México) para atacar a los migrantes.
“Ya sabe que aquí, en El Salvador, cuesta vivir, a veces uno dice que va a buscar algo mejor…”, apunta Luna mientras espera a sus familiares. La falta de oportunidades para los jóvenes, la violencia y la reunificación familiar con los parientes que residen en Estados Unidos son las causas más importantes en la actualidad de la oleada migratoria de centroamericanos hacia el norte.
Pero la novedad de los últimos tiempos es la llegada, a la frontera sur de Estados Unidos, de decenas de miles de menores de edad no acompañados.
Pero la novedad de los últimos tiempos es la llegada además a la frontera sur de Estados Unidos de decenas de miles de menores de edad no acompañados, hecho que ha causado un escándalo mundial que el propio jefe de la Casa Blanca, Barack Obama, ha catalogado como “crisis humanitaria”. Y que se ha vuelto un punto álgido en las relaciones entre Washington y sus vecinos del sur.
Las autoridades estadounidenses estiman que unos 24.000 menores procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador cruzaron su frontera sur en 2013. Y desde octubre de 2013 hasta julio han pasado más de 57.000, procedentes de la zona a la que se denomina el Triángulo Norte de Centroamérica. Según estadísticas locales, más de 9.000 salvadoreños menores de edad han sido detenidos por Estados Unidos en lo que va de 2014.
En el caso de Honduras, de donde se estima que procede la mayoría de los niños, se cree que 13.000 menores han viajado solos y se encuentran en centros de detención en suelo norteamericano. Unos 200 han sido repatriados hasta el momento, así como unos 50 acompañantes. Y se esperan más vuelos en los próximos días.
“Esta ola migratoria no se va a parar. Difícilmente será frenada, y menos con medidas de corto plazo, como la represión. Veamos el caso de El Salvador: Tenemos un dato del censo de 2009 que nos decía que hay 250.000 menores de edad que tienen a sus padres en Estados Unidos”, explica Juan José García, académico salvadoreño experto en temas de migración.
García, que en el periodo de gobierno 2009-2014 fue viceministro de Relaciones Exteriores encargado de los salvadoreños en el exterior, afirma que como mínimo esos menores de edad y jóvenes con padres en Estados Unidos siempre van a estar “pujando por la reunificación familiar”.
Pero García también cree que la violencia interna, especialmente de las pandillas, así como la falta de oportunidades de superación y de trabajo, impulsa a las familias a arriesgarse a mandar a sus hijos a Estados Unidos, incluso pese a los grandes riesgos que corren.
La parte de la familia Luna que reside en Estados Unidos pagó a un “coyote” (traficante) salvadoreño 21.000 dólares para que llevara a Silvia y a Estela hacia el añorado “sueño americano”. Pero en la frontera tejana fueron detenidas por migración y deportadas a El Salvador desde el Centro de Entrenamiento de Aplicación de la Ley Federal (FLETC), en Artesia, Nuevo México, donde estuvieron retenidas varios días.
Al reencontrarse don Víctor, Silvia y la pequeña Estela se funden en un fuerte abrazo, derraman lágrimas por la suerte de estar vivas, mezcladas con la frustración de no haber alcanzado su objetivo, aunque seguramente, como otros, lo volverán a intentar.
El ex viceministro García estima que “el coyotaje”, como llaman en tierras centroamericanas al tráfico o trasiego de personas para llevarlas a Estados Unidos, “se ha vuelto un gran negocio. Es el segundo tráfico ilegal, después de las drogas, más rentable y con montos de más de 40.000 millones de dólares anuales, de los cuales se lucran muchas personas”.
“Los presidentes llevarán propuestas concretas en materia de seguridad y de desarrollo económico, propuestas que se están consolidando”.
En un intento de poner freno a la “crisis humanitaria” de la frontera sur de Estados Unidos, los presidentes de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; Honduras, Juan Orlando Hernández, y Guatemala, Otto Pérez Molina, se reunirán el viernes con el jefe de la Casa Blanca, Barack Obama. Pero antes lo harán sólo entre ellos para definir una estrategia a mediano y largo plazo.
“Los presidentes llevarán propuestas concretas en materia de seguridad y de desarrollo económico, propuestas que se están consolidando”, aseveró el jefe de la diplomacia salvadoreña, Hugo Martínez, quien reveló que se abordará el tema de la seguridad para combatir el tráfico de personas y otros proyectos de desarrollo económico.
El hondureño Hernández considera que Estados Unidos tiene una corresponsabilidad en el tema migratorio en tanto que los narcos usan el espacio centroamericano, en especial el hondureño, para trasegar la droga que va a territorio norteamericano, lo que provoca violentas disputas por el control de rutas y mercados. Y reclama una especie de Plan Colombia o Plan Mérida para Honduras y la región, a fin de enfrentar a los grupos criminales.
Pero mientras tanto, el tema siempre postergado de la ola migratoria de Centroamérica a Estados Unidos está ahora en la agenda mundial gracias paradójicamente a decenas de miles de menores. Niños que cruzaron la frontera sin acompañantes y han sido detenidos en diferentes albergues en territorio estadounidense, en un hecho sin precedentes en la historia moderna.