Arranca el primer juicio en Francia por el genocidio de Ruanda
París, EP
Veinte años después del genocidio de Ruanda, este martes ha comenzado en Francia el primer juicio en este país contra un presunto cómplice en la masacre de 800.000 personas, en concreto, un antiguo jefe de los servicios de Inteligencia al que se acusa de crímenes contra la Humanidad.
Pascal Simbikangwa, de 54 años, ha comparecido ante un tribunal en Parías en el primer día del esperado juicio, en el que está previsto que declaren más de 50 testigos de la acusación sobre el presunto papel del exsoldado en armar y dirigir a los asesinos hutu.
Activistas de Derechos Humanos y periodistas llegados desde Ruanda han abarrotado la sala para seguir el proceso, en el que Simbikangwa ha negado los cargos presentados en su contra.
"No estamos aquí en nuestro nombre, sino en nombre del millón de víctimas que fueron exterminadas en Ruanda en 1994", ha declarado Alain Gauthier, cofundador de la organización de víctimas ruandesas que es parte en el proceso.
Durante mucho tiempo considerada un refugio seguro para los responsables del genocidio de 1994, Francia va por detrás de vecinos como Bélgica, Suiza y Alemania, que ya han llevado a sospechosos que vivían en su territorio ante la justicia.
En virtud de una ley francesa de 1996, los ruandeses sospechosos de estar implicados en el genocidio pueden ser juzgados en un tribunal galo. Tras ser multada hace una década por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por su lentitud en las causas presentadas desde 1995, Francia creó una unidad especial de investigación sobre el genocidio hace dos años que ha estudiado unas 20 denuncias contra presuntos autores.
Parapléjico desde 1986, Simbikangwa está acusado de complicidad en genocidio y crímenes contra la Humanidad y podría ser condenado a cadena perpetua, con la obligación de pasar 22 años entre rejas. El acusado fue detenido en la isla francesa de Mayotte, en el océano Indico, en 2008.
Simbikangwa, un aliado de Habyarimana, está acusado entre otras cosas de fomentar el sentimiento anti-tutsi mediante las radios y las televisiones, algo que según la acusación ayudó a financiar. En una medida poco frecuente, el juicio será grabado y estará disponible una vez termine.
EL GENOCIDIO
La matanza durante tres meses en 1994 por parte de extremistas hutu tuvo a los tutsis como principal objetivo, pero también murieron numerosos tutsis moderados, durante la ola de violencia que siguió al accidente de avión en el que falleció el presidente ruandés, Juvenal Habyarimana.
Tras el genocidio, el actual presidente ruandés, Paul Kagame, acusó a Francia de entrenar y armar a las milicias hutu, un cargo que París siempre ha negado, lo que generó un distanciamiento diplomático.
El juicio contra Simbikangwa representa un importante paso en el tímido acercamiento entre los dos países y diplomáticos franceses afirman en privado que una absolución sería un paso atrás.
El presidente francés, François Hollande, espera reforzar las relaciones diplomáticas y económicas con Ruanda, país considerado crucial para mantener la estabilidad en Africa Oriental.
Veinte años después del genocidio de Ruanda, este martes ha comenzado en Francia el primer juicio en este país contra un presunto cómplice en la masacre de 800.000 personas, en concreto, un antiguo jefe de los servicios de Inteligencia al que se acusa de crímenes contra la Humanidad.
Pascal Simbikangwa, de 54 años, ha comparecido ante un tribunal en Parías en el primer día del esperado juicio, en el que está previsto que declaren más de 50 testigos de la acusación sobre el presunto papel del exsoldado en armar y dirigir a los asesinos hutu.
Activistas de Derechos Humanos y periodistas llegados desde Ruanda han abarrotado la sala para seguir el proceso, en el que Simbikangwa ha negado los cargos presentados en su contra.
"No estamos aquí en nuestro nombre, sino en nombre del millón de víctimas que fueron exterminadas en Ruanda en 1994", ha declarado Alain Gauthier, cofundador de la organización de víctimas ruandesas que es parte en el proceso.
Durante mucho tiempo considerada un refugio seguro para los responsables del genocidio de 1994, Francia va por detrás de vecinos como Bélgica, Suiza y Alemania, que ya han llevado a sospechosos que vivían en su territorio ante la justicia.
En virtud de una ley francesa de 1996, los ruandeses sospechosos de estar implicados en el genocidio pueden ser juzgados en un tribunal galo. Tras ser multada hace una década por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por su lentitud en las causas presentadas desde 1995, Francia creó una unidad especial de investigación sobre el genocidio hace dos años que ha estudiado unas 20 denuncias contra presuntos autores.
Parapléjico desde 1986, Simbikangwa está acusado de complicidad en genocidio y crímenes contra la Humanidad y podría ser condenado a cadena perpetua, con la obligación de pasar 22 años entre rejas. El acusado fue detenido en la isla francesa de Mayotte, en el océano Indico, en 2008.
Simbikangwa, un aliado de Habyarimana, está acusado entre otras cosas de fomentar el sentimiento anti-tutsi mediante las radios y las televisiones, algo que según la acusación ayudó a financiar. En una medida poco frecuente, el juicio será grabado y estará disponible una vez termine.
EL GENOCIDIO
La matanza durante tres meses en 1994 por parte de extremistas hutu tuvo a los tutsis como principal objetivo, pero también murieron numerosos tutsis moderados, durante la ola de violencia que siguió al accidente de avión en el que falleció el presidente ruandés, Juvenal Habyarimana.
Tras el genocidio, el actual presidente ruandés, Paul Kagame, acusó a Francia de entrenar y armar a las milicias hutu, un cargo que París siempre ha negado, lo que generó un distanciamiento diplomático.
El juicio contra Simbikangwa representa un importante paso en el tímido acercamiento entre los dos países y diplomáticos franceses afirman en privado que una absolución sería un paso atrás.
El presidente francés, François Hollande, espera reforzar las relaciones diplomáticas y económicas con Ruanda, país considerado crucial para mantener la estabilidad en Africa Oriental.