Nicaragua avanza sobre adoquines hacia la reducción de la pobreza
Un 75% de las rutas del país están en malas condiciones, pero la repavimentación con adoquines ha logrado aumentar los ingresos de los pobladores rurales
María Victoria Ojea
Managua, El País
Como es habitual en el trópico, los caminos de Nicaragua atraviesan las sombras de frondosos árboles de coco y plátano, un paisaje grato a los ojos y al espíritu. Pero no necesariamente para el espíritu comercial.
Con más de 60% de la población rural viviendo por debajo de la línea nacional de pobreza, las carreteras juegan un papel fundamental no sólo para el comercio sino también para la ejecución de servicios básicos, como ir al hospital o a la escuela –la deserción escolar en áreas rurales está vinculada a los contratiempos del camino y el transporte.
Según estimaciones del Ministerio de Transporte e Infraestructura de Nicaragua (MTI), el 75% de las rutas del país están en malas condiciones.
Es más: sólo una fracción de los más de 23 mil kilómetros de vías públicas están pavimentadas y un porcentaje aún menor está acondicionado para resistir las duras condiciones climáticas de un paísvulnerable a los fenómenos naturales.
Mientras que en ciudades como Buenos Aires o Bogotá, los adoquines son el símbolo del urbanismo colonial, en Nicaragua se han convertido en una solución para las dificultades de conectividad.
A lo largo de 800 kilómetros –la distancia desde Managua a San José, por ejemplo- los pequeños bloques de concreto se acoplan como un perfecto rompecabezas. Además de mejorar el comercio, esta alternativa de pavimentación en caminos rurales también le brinda trabajo a la mano de obra local.
“He sacado adelante a mis hijos” explica José Ángel Sandoval, que tiene más de 35 años de trabajar en una de las 95 micro-empresas formadas por jóvenes de la zona para la colocación de estos bloques.
Estudios del Banco Mundial evaluaron los ingresos de los pobladores de los municipios beneficiados por el trabajo de pavimentación –entre ellos con adoquines- y mejoras en rutas que realizó el MTI.
Entre 2005 y 2011, alrededor de 380 mil personas aumentaron sus ingresos mensuales en 861 córdobas (el equivalente USD 34,25), lo que significó un aumento del 27%. En comparación, la media para toda Nicaragua en ese periodo fue de un 22%.
De acuerdo al estudio, el impacto económico se triplicó en las mujeres. Las mejoras en las carreteras les permitieron, entre otras cosas, facilitar la venta de mercadería que producen en sus hogares. “El mayor beneficio es la facilidad de transportar nuestros productos”, señala Martha Blandón, productora deTelpaneca, a pocos kilómetros de la frontera con Honduras.
Lo destacado de este sistema es el sentido de comunidad que ha creado entre los lugareños, “porque ellos la viven, ellos la trabajan, ellos la cuidan y la seguirán cuidando”, según anota el ingeniero Pablo Fernando Martínez, ministro de Transporte e Infraestructura de Nicaragua.
María Victoria Ojea
Managua, El País
Como es habitual en el trópico, los caminos de Nicaragua atraviesan las sombras de frondosos árboles de coco y plátano, un paisaje grato a los ojos y al espíritu. Pero no necesariamente para el espíritu comercial.
Con más de 60% de la población rural viviendo por debajo de la línea nacional de pobreza, las carreteras juegan un papel fundamental no sólo para el comercio sino también para la ejecución de servicios básicos, como ir al hospital o a la escuela –la deserción escolar en áreas rurales está vinculada a los contratiempos del camino y el transporte.
Según estimaciones del Ministerio de Transporte e Infraestructura de Nicaragua (MTI), el 75% de las rutas del país están en malas condiciones.
Es más: sólo una fracción de los más de 23 mil kilómetros de vías públicas están pavimentadas y un porcentaje aún menor está acondicionado para resistir las duras condiciones climáticas de un paísvulnerable a los fenómenos naturales.
Mientras que en ciudades como Buenos Aires o Bogotá, los adoquines son el símbolo del urbanismo colonial, en Nicaragua se han convertido en una solución para las dificultades de conectividad.
A lo largo de 800 kilómetros –la distancia desde Managua a San José, por ejemplo- los pequeños bloques de concreto se acoplan como un perfecto rompecabezas. Además de mejorar el comercio, esta alternativa de pavimentación en caminos rurales también le brinda trabajo a la mano de obra local.
“He sacado adelante a mis hijos” explica José Ángel Sandoval, que tiene más de 35 años de trabajar en una de las 95 micro-empresas formadas por jóvenes de la zona para la colocación de estos bloques.
Estudios del Banco Mundial evaluaron los ingresos de los pobladores de los municipios beneficiados por el trabajo de pavimentación –entre ellos con adoquines- y mejoras en rutas que realizó el MTI.
Entre 2005 y 2011, alrededor de 380 mil personas aumentaron sus ingresos mensuales en 861 córdobas (el equivalente USD 34,25), lo que significó un aumento del 27%. En comparación, la media para toda Nicaragua en ese periodo fue de un 22%.
De acuerdo al estudio, el impacto económico se triplicó en las mujeres. Las mejoras en las carreteras les permitieron, entre otras cosas, facilitar la venta de mercadería que producen en sus hogares. “El mayor beneficio es la facilidad de transportar nuestros productos”, señala Martha Blandón, productora deTelpaneca, a pocos kilómetros de la frontera con Honduras.
Lo destacado de este sistema es el sentido de comunidad que ha creado entre los lugareños, “porque ellos la viven, ellos la trabajan, ellos la cuidan y la seguirán cuidando”, según anota el ingeniero Pablo Fernando Martínez, ministro de Transporte e Infraestructura de Nicaragua.