¿Por qué Europa no despega?

El FMI reclama a la zona euro que acabe con la fragmentación financiera para sacar a la economía del laberinto
La falta de crédito sigue siendo una losa

Amanda Mars
Washington, El País
El euro tiene en las manos un cubo de Rubik, un rompecabezas desquiciante en el que hay que coordinar el movimiento de 36 piezas a la vez y cada una de ellas está conectada al resto. Pero, mientras que en la red se pueden encontrar decenas de tutoriales y algoritmos para resolver ese popular cubo, y se han grabado hazañas de jóvenes completando el juego en cuestión de segundos, de la primera gran crisis de la zona euro nadie sabe cómo salir. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha constatado esta semana en su asamblea anual que la eurozona ha logrado estabilizarse en los mercados financieros y salir del retroceso: tras una recesión del 0,4%, se espera un avance del 1% para 2014. Pero la mejora de la economía resulta tan débil y llena de dificultades que nadie en Washington ha lanzado las campanas al vuelo. Europa no acaba de despegar.


El paro deprime la demanda interna y los países no pueden hacer gran cosa para animarla porque la mayor parte afrontan duros ajustes de sus cuentas públicas. El acceso a la financiación, que podría romper este círculo vicioso, no solo renquea, sino que tiene a Europa partida en dos: la de la periferia, que crece poco y está muy endeudada, y a la que el dinero prestado llega a cuenta gotas y con altos intereses; y la del corazón de la eurozona, más fuerte, y a la que sin embargo el crédito llega con más facilidad. El escenario de estos desequilibrios no es un cubo con seis colores, sino uno de 17 países con niveles de paro, de inflación y necesidades dispares, pero sometidos a una misma política monetaria. España y Grecia, excluyendo el efecto de los impuestos, se encuentran en números negativos de inflación, por ejemplo, mientras Estonia casi duplica la media

“La zona euro se enfrenta al famoso cubo de Rubik porque sus retos están interrelacionados y tienes que resolverlos todos para reforzar cada pieza y lograr crecimiento y empleo”, admitió Reza Moghadam, el responsable para Europa del FMI, en un encuentro con periodistas. La revisión al alza del PIB ha sido respecto a julio de solo una décima para 2013 y para 2018 no se prevé un avance de más del 1,5%.

El poderío europeo encoge el planeta: el FMI calcula que su cuota de PIB per cápita en conjunto del mundo, en paridad de poder de compra, cae: del 18% en 2000 al 16% en 2006, y del 13% de este año al 11% en 2018.

“Los pronósticos sugieren que la economía de la zona euro ha tocado un suelo, es bueno, pero el verdadero reto es moverse de ahí. La esperanza habitual es que las exportaciones harán el trabajo, ¿pero exportaciones adónde? La economía de EE UU aún no es bastante dinámica y la de los emergentes está frenando. ¿Se volverán optimistas los consumidores europeos? Lo espero de veras, pero no veo por qué…”, resume Charles Wyplosz, de la Graduate School, en Ginebra. La economía global crecerá en 2014 dos décimas menos de lo previsto en julio, sobre todo porque el PIB de los emergentes ha dado un frenazo no esperado, y EE UU, enredado en su pelea fiscal, tampoco está acelerando.

Para el Fondo, la fragmentación financiera es una las grandes trabas europeas. Antonio García Pascual, de Barclays, que ha acudido al FMI, coincide: “¿Puede el sur pagar 250 puntos básicos de interés por encima del norte? Pues no por mucho tiempo, porque desde luego no son 2,5 puntos más productivos”.

La mejora de los mercados ha acortado las diferencias entre el coste de los bonos públicos alemanes y los de países como España o Italia. Si hace un año la diferencia de rentabilidad exigida era 4,34 puntos porcentuales, ahora está en el 2,43 puntos. “Pero más que la evolución, que ha sido buena, hay que mirar el nivel en el que están, y todavía es alto”, añade Pascual.

El panorama empeora cuando se trata de las pequeñas y medianas empresas, que forman el grueso del tejido productivo sobre todo en el sur. El crédito ha caído un 66% en España en los últimos cinco años, un 82% en Irlanda y un 45% en Portugal, aunque en Italia, con más problemas de deuda pública que privada, el retroceso ha sido del 21%, según un estudio del Instituto de Finanzas Internacionales. Y el coste por un mismo préstamo —de hasta un millón de euros, el más habitual de estas compañías— ha llegado a duplicar al de las empresas alemanas en lo peor del declive. Pero, al mismo tiempo, preocupa el nivel de apalancamiento de las compañías en el sur de Europa, un foco de riesgo para la banca de estos países que el FMI ha puesto de relieve esta semana.

“Además, no sabemos lo sanos —o insanos— que están los bancos. Después de varios años de recesión, muchos cargan con créditos dudosos y, si esto es cierto, los consumidores optimistas tendrán dificultades de lograr préstamos... Y, si las economías siguen paradas en el fondo, es solo cuestión de tiempo lograr una nueva crisis bancaria”, advierte Wyplosz.

El Fondo reclama que Europa acabe con el saneamiento de sus entidades financieras y avance en su unión bancaria para poder romper esta dinámica, pero el proceso es lento. Para el FMI, es urgente también una mayor unión fiscal. El Fondo reclamó que Europa suavizase el ritmo de ajuste para que la austeridad no perjudicase demasiado el crecimiento, y estos días sus responsables han sacado pecho por las prórrogas obtenidas y piden que sigan las reformas estructurales, aunque estas no den frutos inmediatos.

“La política fiscal es contractiva, y los tipos de interés están demasiado altos. Las reformas sirven para preparar la economía para aprovechar mejor el tirón de demanda, pero por sí solas no generan crecimiento”, apunta Ángel Ubide, investigador del Peterson Institute.

La deuda pública genera interrogantes. Desde que comenzó la crisis, el pasivo de los gobiernos ha crecido del 70% al 95% del PIB. En concreto, el FMI cree que para España estará en 105% en 2018 y en el 123% para Italia. ¿Cuánto costará digerir ese lastre con crecimientos tan bajos?

Luis Servén, responsable del departamento de análisis macroeconómico del Banco Mundial, advierte de que “el volumen de deuda ya supera el 100% del PIB en varios países y absorberla sin ningún tipo de reestructuración requerirá muchos años… Y no está claro cuánto más va a poder soportar el tejido social, que ya lleva años de austeridad”. El rompecabezas europeo necesita comodines.

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