OPINIÓN / España japonizada
Hay que dejar de ayudar a los bancos y ayudar directamente a empresas y familias
José Carlos Díez, El País
Esta semana hemos conocido las previsiones de otoño del Fondo Monetario Internacional. La economía mundial seguirá creciendo a velocidad de crucero. Los países desarrollados mantienen casi intactas sus previsiones de primavera pero los emergentes sufren recortes. Especialmente intensos en México, India y Brasil.
En Europa mejora ligeramente las perspectivas de recuperación, pero seguirá siendo muy débil en la periferia. Pero el escenario que dibuja para la recuperación en España es desolador. Crecimiento por debajo del 1%, desempleo por encima del 25% y deuda pública superando el 100% del PIB.
Más interesante que el cuadro macro es el análisis que hacen sobre la solvencia de nuestras empresas. Tres de cada cuatro están pasadas de deuda o con insuficiente recursos propios y destaca la vulnerabilidad sobre la solvencia de nuestros bancos. El Fondo acierta en destacar el problema pero se equivoca en el diagnóstico y en la medicación.
Cuando analizas la central de balances del Banco de España el problema de nuestras empresas es que sus ventas caen y con ellas la rentabilidad de sus inversiones. Sin embargo, su deuda disminuye y el escaso crédito que llega lo hace a unos costes de financiación elevados y crecientes. Por eso, no iniciarán un ciclo de inversión y de creación de empleo. Y por eso nos hemos japonizado.
Lo que debería advertir el Fondo es que un escenario japonés para España no es sostenible. En primer lugar, Japón tenía un 4% de desempleo. Nosotros tenemos un 26%. Cualquier escenario que no plantee una rápida reducción del desempleo, como ha conseguido EEUU, es entrópico y acabará en una crisis social. Detrás viene el deterioro de la democracia y los “ismos”.
El otro problema es como financiar un escenario japonés. Japón tenía exceso de ahorro y posición excedentaria de inversiones con el exterior. Esto permitió a su Gobierno obligar por ley a los fondos de pensiones a comprar su deuda pública. España tiene una posición de deuda neta con el exterior de casi un billón de euros y ha empeorado significativamente el último año.
Nuestro Gobierno no puede obligar a comprar nuestra deuda pública a los inversores internacionales y en 2014, el Tesoro tendrá que emitir 250.000 millones de deuda. Entre enero y julio de 2012 el 90% de deuda emitida ha sido comprado por la banca española. Esta dinámica es insostenible y empeora significativamente nuestra vulnerabilidad ante posibles arreglos de la deuda pública en el futuro.
Entonces ¿qué más se puede hacer? La prioridad es reconocer que la devaluación salarial y los ajustes excesivos nos llevan por un camino a ninguna parte. En segundo lugar acometer un saneamiento adicional del sistema bancario para estabilizar el crédito. Como ha reconocido el Gobierno, su reforma bancaria nos ha salido carísima y ha desplomado el crédito a empresas y familias.
Hay que cambiar radicalmente la estrategia. Hay que dejar de ayudar a los bancos y ayudar directamente a empresas y familias. El banco malo debería pasar de comprar préstamos de promotores a comprar hipotecas en riesgo de impago que son muchas más de las que aparecen como morosas. En segundo lugar una reforma fiscal. Pero como propone el Fondo para subir los impuestos. Desde Washington dicen que hay margen en tipos reducidos de IVA y para grabar más la riqueza. Yo añado, hay muchísimo margen en el impuesto de sociedades.
En vez de bajar los salarios hay que devaluar el euro hasta al menos su paridad de 1,20 contra el dólar y esto es misión del BCE. Y por último, aunque no menos importante, hay que reestructurar muchas deudas en Europa que no se van a pagar.
José Carlos Díez, El País
Esta semana hemos conocido las previsiones de otoño del Fondo Monetario Internacional. La economía mundial seguirá creciendo a velocidad de crucero. Los países desarrollados mantienen casi intactas sus previsiones de primavera pero los emergentes sufren recortes. Especialmente intensos en México, India y Brasil.
En Europa mejora ligeramente las perspectivas de recuperación, pero seguirá siendo muy débil en la periferia. Pero el escenario que dibuja para la recuperación en España es desolador. Crecimiento por debajo del 1%, desempleo por encima del 25% y deuda pública superando el 100% del PIB.
Más interesante que el cuadro macro es el análisis que hacen sobre la solvencia de nuestras empresas. Tres de cada cuatro están pasadas de deuda o con insuficiente recursos propios y destaca la vulnerabilidad sobre la solvencia de nuestros bancos. El Fondo acierta en destacar el problema pero se equivoca en el diagnóstico y en la medicación.
Cuando analizas la central de balances del Banco de España el problema de nuestras empresas es que sus ventas caen y con ellas la rentabilidad de sus inversiones. Sin embargo, su deuda disminuye y el escaso crédito que llega lo hace a unos costes de financiación elevados y crecientes. Por eso, no iniciarán un ciclo de inversión y de creación de empleo. Y por eso nos hemos japonizado.
Lo que debería advertir el Fondo es que un escenario japonés para España no es sostenible. En primer lugar, Japón tenía un 4% de desempleo. Nosotros tenemos un 26%. Cualquier escenario que no plantee una rápida reducción del desempleo, como ha conseguido EEUU, es entrópico y acabará en una crisis social. Detrás viene el deterioro de la democracia y los “ismos”.
El otro problema es como financiar un escenario japonés. Japón tenía exceso de ahorro y posición excedentaria de inversiones con el exterior. Esto permitió a su Gobierno obligar por ley a los fondos de pensiones a comprar su deuda pública. España tiene una posición de deuda neta con el exterior de casi un billón de euros y ha empeorado significativamente el último año.
Nuestro Gobierno no puede obligar a comprar nuestra deuda pública a los inversores internacionales y en 2014, el Tesoro tendrá que emitir 250.000 millones de deuda. Entre enero y julio de 2012 el 90% de deuda emitida ha sido comprado por la banca española. Esta dinámica es insostenible y empeora significativamente nuestra vulnerabilidad ante posibles arreglos de la deuda pública en el futuro.
Entonces ¿qué más se puede hacer? La prioridad es reconocer que la devaluación salarial y los ajustes excesivos nos llevan por un camino a ninguna parte. En segundo lugar acometer un saneamiento adicional del sistema bancario para estabilizar el crédito. Como ha reconocido el Gobierno, su reforma bancaria nos ha salido carísima y ha desplomado el crédito a empresas y familias.
Hay que cambiar radicalmente la estrategia. Hay que dejar de ayudar a los bancos y ayudar directamente a empresas y familias. El banco malo debería pasar de comprar préstamos de promotores a comprar hipotecas en riesgo de impago que son muchas más de las que aparecen como morosas. En segundo lugar una reforma fiscal. Pero como propone el Fondo para subir los impuestos. Desde Washington dicen que hay margen en tipos reducidos de IVA y para grabar más la riqueza. Yo añado, hay muchísimo margen en el impuesto de sociedades.
En vez de bajar los salarios hay que devaluar el euro hasta al menos su paridad de 1,20 contra el dólar y esto es misión del BCE. Y por último, aunque no menos importante, hay que reestructurar muchas deudas en Europa que no se van a pagar.