Europa admite que el ajuste progresivo castiga menos el crecimiento
Un informe constata el impacto de tres años de recortes en el crecimiento español
Amanda Mars
Madrid, El País
Los halcones de la austeridad en Europa no perdieron la batalla en una mesa de debate, sino que la propia realidad económica se impuso y Bruselas acabó dando más tiempo a los países como España para ajustar sus cuentas públicas, tal y como demandaban los afectados y apoyaba el Fondo Monetario Internacional (FMI), en tanto que la dureza de los ajustes castigaba la economía y, de rebote, alejaba más la consecución de los objetivos de déficit. Un informe técnico elaborado por el equipo del comisario Olli Rehn señala cómo los sucesivos procesos de consolidación fiscal han deprimido la actividad y que, tal y como resumen fuentes europeas, “un ajuste más repartido en el tiempo tiene un menor impacto negativo”. Además, los ajustes lastran más la economía cuando se basan en el recorte de gasto que cuando se centran en aumentar los ingresos públicos.
En el caso de España, por ejemplo, el efecto de tres rondas de ajuste equivalente al 1% del PIB anual, el efecto se come un 0,5% del PIB si se basa en el ingreso y un 1,1% si se ciñe al gasto, mientras que un ajuste equilibrado arroja un saldo del 0,8%, según el estudio.
El informe, elaborado por la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros, realiza diferentes simulaciones sobre los efectos de las medidas adoptadas en los diferentes países de la zona euro y recoge tanto la repercusión interna como las derivadas por contagio a otros países (por ejemplo, el menoscabo a las exportaciones que supone para un país la austeridad en un país que suele ser cliente habitual). Mientras los impactos internos negativos oscilan entre el medio punto y el punto del PIB, las consecuencias para otros países añaden entre 1,5 y 2,5 puntos porcentuales a los efectos negativos del PIB.
Sobre la base de los cambios observados en los balances de 2011 y 2013, el estudio calcula que las pérdidas del PIB acumuladas después de tres años de consolidación oscilan entre el 3% y el 8% según los países: 3,9 puntos para Alemania, 4,8 para Francia, 4,9 para Italia, 5,4 para España, 4,5 para Irlanda, 6,9 para Portugal y 8,1 para Grecia. Además, el estudio advierte de que todas estas derivadas se retroalimentan y resultan más severas si todos los países ajustan sus cuentas al mismo tiempo, que es básicamente lo que ha ocurrido en Europa en los últimos años.
No obstante, “la constatación de estos efectos negativos para el crecimiento y su contagio no implica desde luego que los ajustes fiscales deberían haberse evitado”, recalca el estudio, ya que “los países altamente endeudados afrontaban presiones de los mercados financieros, en algunos casos habían perdido completamente el acceso a ellos, y un ritmo de consolidación más lento hubiese disparado los temores a una suspensión de pagos soberana”. Y estos miedos, advierte el informe, hubiesen resultado más letales para el crecimiento que la austeridad en sí misma.
“En tanto que las consolidaciones en Alemania y el corazón de la zona euro han empeorado el conjunto de la situación económica, la pregunta es hasta qué punto un estímulo temporal podrá ahora respaldar el crecimiento en la eurozona”, apunta el estudio. Es la misma idea que el FMI deslizó hace unos meses, cuando en la asamblea de primavera instó a los países con margen de maniobra suficiente a aplicar una política económica más expansiva para poder contribuir al crecimiento.
Los técnicos de la Comisión han hecho unos números sobre lo que podría significar una ronda de estímulos fiscales en Alemania y otros países con superávit a la hora de impulsar la economía del país y respaldar a los países en proceso de ajuste. El aumento de a inversión pública de un 1% con relación al PIB durante dos años en Alemania y otros países del núcleo central (Holanda, Austria y Finlandia) supone un impacto multiplicador del crecimiento en estas zonas de entre el 0,8% y el 1%, un impulso no muy elevado, aunque persistente incluso después de los estímulos debido a la mejora de la productividad. Además, este dinamismo contagia en positivo a los países periféricos, ya que impulsa las exportaciones de los países con superávit y aumenta el crecimiento de los periféricos entre dos y tres décimas.
Estos impactos transnacionales, advierte el informe, “no suponen una cura milagrosa para los países con déficit”, que no pueden confiar en la locomotora germana como sustituto de sus ajustes, sino solo como un respaldo.
Amanda Mars
Madrid, El País
Los halcones de la austeridad en Europa no perdieron la batalla en una mesa de debate, sino que la propia realidad económica se impuso y Bruselas acabó dando más tiempo a los países como España para ajustar sus cuentas públicas, tal y como demandaban los afectados y apoyaba el Fondo Monetario Internacional (FMI), en tanto que la dureza de los ajustes castigaba la economía y, de rebote, alejaba más la consecución de los objetivos de déficit. Un informe técnico elaborado por el equipo del comisario Olli Rehn señala cómo los sucesivos procesos de consolidación fiscal han deprimido la actividad y que, tal y como resumen fuentes europeas, “un ajuste más repartido en el tiempo tiene un menor impacto negativo”. Además, los ajustes lastran más la economía cuando se basan en el recorte de gasto que cuando se centran en aumentar los ingresos públicos.
En el caso de España, por ejemplo, el efecto de tres rondas de ajuste equivalente al 1% del PIB anual, el efecto se come un 0,5% del PIB si se basa en el ingreso y un 1,1% si se ciñe al gasto, mientras que un ajuste equilibrado arroja un saldo del 0,8%, según el estudio.
El informe, elaborado por la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros, realiza diferentes simulaciones sobre los efectos de las medidas adoptadas en los diferentes países de la zona euro y recoge tanto la repercusión interna como las derivadas por contagio a otros países (por ejemplo, el menoscabo a las exportaciones que supone para un país la austeridad en un país que suele ser cliente habitual). Mientras los impactos internos negativos oscilan entre el medio punto y el punto del PIB, las consecuencias para otros países añaden entre 1,5 y 2,5 puntos porcentuales a los efectos negativos del PIB.
Sobre la base de los cambios observados en los balances de 2011 y 2013, el estudio calcula que las pérdidas del PIB acumuladas después de tres años de consolidación oscilan entre el 3% y el 8% según los países: 3,9 puntos para Alemania, 4,8 para Francia, 4,9 para Italia, 5,4 para España, 4,5 para Irlanda, 6,9 para Portugal y 8,1 para Grecia. Además, el estudio advierte de que todas estas derivadas se retroalimentan y resultan más severas si todos los países ajustan sus cuentas al mismo tiempo, que es básicamente lo que ha ocurrido en Europa en los últimos años.
No obstante, “la constatación de estos efectos negativos para el crecimiento y su contagio no implica desde luego que los ajustes fiscales deberían haberse evitado”, recalca el estudio, ya que “los países altamente endeudados afrontaban presiones de los mercados financieros, en algunos casos habían perdido completamente el acceso a ellos, y un ritmo de consolidación más lento hubiese disparado los temores a una suspensión de pagos soberana”. Y estos miedos, advierte el informe, hubiesen resultado más letales para el crecimiento que la austeridad en sí misma.
“En tanto que las consolidaciones en Alemania y el corazón de la zona euro han empeorado el conjunto de la situación económica, la pregunta es hasta qué punto un estímulo temporal podrá ahora respaldar el crecimiento en la eurozona”, apunta el estudio. Es la misma idea que el FMI deslizó hace unos meses, cuando en la asamblea de primavera instó a los países con margen de maniobra suficiente a aplicar una política económica más expansiva para poder contribuir al crecimiento.
Los técnicos de la Comisión han hecho unos números sobre lo que podría significar una ronda de estímulos fiscales en Alemania y otros países con superávit a la hora de impulsar la economía del país y respaldar a los países en proceso de ajuste. El aumento de a inversión pública de un 1% con relación al PIB durante dos años en Alemania y otros países del núcleo central (Holanda, Austria y Finlandia) supone un impacto multiplicador del crecimiento en estas zonas de entre el 0,8% y el 1%, un impulso no muy elevado, aunque persistente incluso después de los estímulos debido a la mejora de la productividad. Además, este dinamismo contagia en positivo a los países periféricos, ya que impulsa las exportaciones de los países con superávit y aumenta el crecimiento de los periféricos entre dos y tres décimas.
Estos impactos transnacionales, advierte el informe, “no suponen una cura milagrosa para los países con déficit”, que no pueden confiar en la locomotora germana como sustituto de sus ajustes, sino solo como un respaldo.