La UE sigue adelante con la unión bancaria pese a las objeciones de Berlín
Los Veintisiete pactan poner en marcha el proceso de entrada de Serbia
La próxima cita electoral alemana condiciona cada paso que da Europa
Lucía Abellán / Claudi Pérez
Bruselas, El País
La cuestión más trascendente que acordaron los líderes europeos en la cumbre de dos días celebrada en Bruselas mereció “apenas tres minutos de debate”. Es el tiempo que han tardado los Veintisiete en dar su visto bueno a la negociación con Serbia para acceder a la Unión Europea, según ha explicado este viernes una alta fuente comunitaria. Tras un largo camino, el inicio de esos contactos, fijado para enero del año próximo como fecha límite, representa un paso clave en el futuro comunitario: Europa se dispone a restañar sus últimas heridas de guerra.
La cumbre ha permitido desatascar los presupuestos entre 2014 y 2020, aprobar medidas de estímulo para el paro juvenil y para la financiación a la economía real, y ha certificado que los Veintisiete siguen firmes, a pesar de los continuos retrasos y de las objeciones de Alemania, en el tortuoso viaje hacia la unión bancaria, que debería estar lista a final de año. Para ello deben alcanzarse acuerdos definitivos sobre la directiva de resolución —el cierre— de bancos, que esta semana dio un primer paso adelante, y sobre el diseño de la garantía de depósitos. Dominados por la temática económica desde el estallido de la crisis, los Veintisiete se han saltado ese guion este viernes, en la segunda jornada de esta cumbre, y han conseguido desbloquear las conversaciones sobre el acceso de Serbia. El asunto ya había sido largamente debatido por los ministros de Exteriores. Los líderes se limitaron a aprobar lo acordado. Consciente de que la palabra está ya demasiado gastada, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se ha atrevido a considerar “histórica” esta decisión en un momento en que Europa apenas puede levantar la cabeza del estrangulamiento económico que sufre. Otras fuentes han bautizado la reunión como “la cumbre feliz”, pese a que muchos de los acuerdos aprobados tienen fecha de hace un año y pecan de falta de ambición respecto a las expectativas generadas.
En lo económico, las conclusiones de la cumbre resultan relevantes, pero dejan algunos flecos pendientes y, sobre todo, dependen en buena medida de la voluntad de los Estados miembros. “Hay que evitar la complacencia. Las tensiones persisten: el crédito se da de forma muy estricta y el crecimiento es demasiado lento”, ha advertido Barroso al inicio de su comparecencia posterior al Consejo Europeo, la reunión de jefes de Estado y de Gobierno. Esa frase recoge el descontento que existe en la Comisión Europea por las iniciativas adoptadas por Berlín y París para aliviar el alarmante desempleo juvenil, de espaldas a Bruselas. La Comisión tiene la sensación de que el dúo germano-francés ha contado, con más ruido que nueces, el proyecto de destinar 6.000 millones de euros a mejorar el empleo entre los jóvenes, que estaba listo desde principios de año. Apenas nada más.
A pesar de esas divergencias, Barroso y Merkel han coincidido en enfriar las expectativas sobre lo que esta partida contra el paro —ampliable hasta los 8.000 millones— puede conseguir. “En España hay aproximadamente un millón de jóvenes desempleados. No es tan fácil decir que en breve podremos ofrecer a cada uno un puesto de trabajo”, ha dicho la canciller en su último Consejo antes de las elecciones de septiembre.
En realidad esa cita electoral condiciona cada paso que da Europa desde hace meses. Con inusual franqueza, el primer ministro italiano, Enrico Letta, ha asegurado que Alemania había intentado eliminar del documento de conclusiones el término unión bancaria, pese a que el propio presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, la ha definido este viernes como “gran prioridad”. Finalmente la expresión se ha restablecido, aunque algunas de sus mayores ambiciones se han quedado por el camino.
Entre los más partidarios de agilizar y mejorar este proceso —cuyo último jirón, la directiva de resolución bancaria, persigue, en esencia, evitar que el contribuyente acabe pagando en caso de futuros rescates— figura el presidente francés, François Hollande. “Los países del euro deben ir más lejos y más rápido”, ha asegurado. A ese grupo de Estados que comparten moneda se incorporará Letonia a partir del próximo 1 de enero, según lo aprobado el viernes.
La próxima cita electoral alemana condiciona cada paso que da Europa
Lucía Abellán / Claudi Pérez
Bruselas, El País
La cuestión más trascendente que acordaron los líderes europeos en la cumbre de dos días celebrada en Bruselas mereció “apenas tres minutos de debate”. Es el tiempo que han tardado los Veintisiete en dar su visto bueno a la negociación con Serbia para acceder a la Unión Europea, según ha explicado este viernes una alta fuente comunitaria. Tras un largo camino, el inicio de esos contactos, fijado para enero del año próximo como fecha límite, representa un paso clave en el futuro comunitario: Europa se dispone a restañar sus últimas heridas de guerra.
La cumbre ha permitido desatascar los presupuestos entre 2014 y 2020, aprobar medidas de estímulo para el paro juvenil y para la financiación a la economía real, y ha certificado que los Veintisiete siguen firmes, a pesar de los continuos retrasos y de las objeciones de Alemania, en el tortuoso viaje hacia la unión bancaria, que debería estar lista a final de año. Para ello deben alcanzarse acuerdos definitivos sobre la directiva de resolución —el cierre— de bancos, que esta semana dio un primer paso adelante, y sobre el diseño de la garantía de depósitos. Dominados por la temática económica desde el estallido de la crisis, los Veintisiete se han saltado ese guion este viernes, en la segunda jornada de esta cumbre, y han conseguido desbloquear las conversaciones sobre el acceso de Serbia. El asunto ya había sido largamente debatido por los ministros de Exteriores. Los líderes se limitaron a aprobar lo acordado. Consciente de que la palabra está ya demasiado gastada, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se ha atrevido a considerar “histórica” esta decisión en un momento en que Europa apenas puede levantar la cabeza del estrangulamiento económico que sufre. Otras fuentes han bautizado la reunión como “la cumbre feliz”, pese a que muchos de los acuerdos aprobados tienen fecha de hace un año y pecan de falta de ambición respecto a las expectativas generadas.
En lo económico, las conclusiones de la cumbre resultan relevantes, pero dejan algunos flecos pendientes y, sobre todo, dependen en buena medida de la voluntad de los Estados miembros. “Hay que evitar la complacencia. Las tensiones persisten: el crédito se da de forma muy estricta y el crecimiento es demasiado lento”, ha advertido Barroso al inicio de su comparecencia posterior al Consejo Europeo, la reunión de jefes de Estado y de Gobierno. Esa frase recoge el descontento que existe en la Comisión Europea por las iniciativas adoptadas por Berlín y París para aliviar el alarmante desempleo juvenil, de espaldas a Bruselas. La Comisión tiene la sensación de que el dúo germano-francés ha contado, con más ruido que nueces, el proyecto de destinar 6.000 millones de euros a mejorar el empleo entre los jóvenes, que estaba listo desde principios de año. Apenas nada más.
A pesar de esas divergencias, Barroso y Merkel han coincidido en enfriar las expectativas sobre lo que esta partida contra el paro —ampliable hasta los 8.000 millones— puede conseguir. “En España hay aproximadamente un millón de jóvenes desempleados. No es tan fácil decir que en breve podremos ofrecer a cada uno un puesto de trabajo”, ha dicho la canciller en su último Consejo antes de las elecciones de septiembre.
En realidad esa cita electoral condiciona cada paso que da Europa desde hace meses. Con inusual franqueza, el primer ministro italiano, Enrico Letta, ha asegurado que Alemania había intentado eliminar del documento de conclusiones el término unión bancaria, pese a que el propio presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, la ha definido este viernes como “gran prioridad”. Finalmente la expresión se ha restablecido, aunque algunas de sus mayores ambiciones se han quedado por el camino.
Entre los más partidarios de agilizar y mejorar este proceso —cuyo último jirón, la directiva de resolución bancaria, persigue, en esencia, evitar que el contribuyente acabe pagando en caso de futuros rescates— figura el presidente francés, François Hollande. “Los países del euro deben ir más lejos y más rápido”, ha asegurado. A ese grupo de Estados que comparten moneda se incorporará Letonia a partir del próximo 1 de enero, según lo aprobado el viernes.