Copa del Rey: La final del contragolpe
Futre y Schuster, verdugos del Madrid en la final de Copa de 1992, coinciden en que tanto Mourinho y Simeone se sienten más cómodos sin la pelota
Ladislao J. Moñino
Madrid, El País
En aquel Atlético que le pintó la cara al Real Madrid en la final de Copa del 92 en el Bernabéu (2-0), el binomio Schuster-Futre fue decisivo por sus goles, ambos marcaron, y porque eran las piezas que plasmaban con más distinción la cultura del contragolpe que Luis Aragonés les había inculcado. “Como me hacían un marcaje al hombre, yo me ponía por delante del defensa para que no me viera las señas. Si le ponía el pulgar hacia abajo, le estaba diciendo a Schuster que me la diera al pie. Si lo levantaba hacia arriba, me la daba en largo y era capaz de ponerla a 40 metros. Bernardo ha sido el centrocampista que mejor me comprendió”, rememora Futre mientras apura uno de los tantos cigarros que ha consumido mientras concede entrevistas en un acto promocional. “Nunca llegué al nivel de Mlynarczyk, el portero que jugó conmigo en el Oporto, que fumaba en los descansos”, bromea el extremo que encandiló al Calderón con aquellas carreras que dibujaban una silueta de melena al viento y la pelota pegada al pie como pocos la han conducido a esa velocidad. “Era una cuestión de miradas, Futre sabía que cuando yo recibía la pelota, levantaba la cabeza para buscarle. Paulo era muy rápido y esos contragolpes los entrenábamos. Se habla mucho de la charla de Luis, que fue importante, pero habíamos hecho una gran temporada con un esquema para jugar a la contra muy definido”, explica Schuster, ganador de seis Copas, tres con el Barcelona, dos con el Atlético y una con el Madrid. “La contra es nuestro estilo histórico, lo hacíamos muy bien”, incide Futre. Ayer mismo, en el entrenamiento se pudo escuchar al cuerpo técnico gritar: “¡Pase y contragolpe!”
“La mejor virtud del Atlético de Simeone y del Madrid de Mourinho son las contras, en el 92 el Madrid jugaba más a tener el balón, en eso han cambiado. El viernes, las pérdidas de balón en el medio de campo y las transiciones de defensa a ataque van a ser decisivas. El Madrid tiene mucha velocidad con Cristiano, con Di María e incluso con Özil, y Xabi Alonso les lanza bien en corto y en largo”, analiza Schuster. “Los dos equipos se sienten más cómodos sin la pelota porque tienen jugadores muy rápidos, pero creo que el Madrid va a tener más el balón”, apostilla Futre, que reconoce los problemas de fluidez que tiene el Atlético: “Es una cuestión de los que tienen que trasladar la pelota hasta el área”. Y en ese punto, Futre medita sobre la elección que tendrá que hacer Simeone entre Mario Suárez y Tiago: “Mario trabaja mucho, Tiago tiene más calidad y más llegada, pero hay que cerrar ahí”. Ayer el técnico probó en la sesión con el primero.
“También hay que estar pendientes de las jugadas a balón parado porque en las finales pueden ser decisivas”, advierte Schuster, que con un lanzamiento de falta hizo el 1-0 en la final del 92: “Le dije a Buyo en el túnel de vestuarios que la primera que tuviera iría dentro. Él sabía que este alemán le podía joder”.
Futre hizo el 2-0 con un zurdazo sin demasiado ángulo que se coló por la escuadra. “Me dio el pase Manolo, fue al revés de lo que hacíamos normalmente”, asiente Futre, que no olvida la noche previa a la final. “Luis me despertó a las tres de la mañana para recordarme lo que le habían hecho a Pizo Gómez, Míchel, Gordillo y Ruggeri tres años atrás, que le habían pedido autógrafos y le dijeron que era su ídolo. Tenéis que vengaros de lo de Pizo, me dijo, y ese fue el espíritu de aquella final”, concluye Futre.

Madrid, El País
En aquel Atlético que le pintó la cara al Real Madrid en la final de Copa del 92 en el Bernabéu (2-0), el binomio Schuster-Futre fue decisivo por sus goles, ambos marcaron, y porque eran las piezas que plasmaban con más distinción la cultura del contragolpe que Luis Aragonés les había inculcado. “Como me hacían un marcaje al hombre, yo me ponía por delante del defensa para que no me viera las señas. Si le ponía el pulgar hacia abajo, le estaba diciendo a Schuster que me la diera al pie. Si lo levantaba hacia arriba, me la daba en largo y era capaz de ponerla a 40 metros. Bernardo ha sido el centrocampista que mejor me comprendió”, rememora Futre mientras apura uno de los tantos cigarros que ha consumido mientras concede entrevistas en un acto promocional. “Nunca llegué al nivel de Mlynarczyk, el portero que jugó conmigo en el Oporto, que fumaba en los descansos”, bromea el extremo que encandiló al Calderón con aquellas carreras que dibujaban una silueta de melena al viento y la pelota pegada al pie como pocos la han conducido a esa velocidad. “Era una cuestión de miradas, Futre sabía que cuando yo recibía la pelota, levantaba la cabeza para buscarle. Paulo era muy rápido y esos contragolpes los entrenábamos. Se habla mucho de la charla de Luis, que fue importante, pero habíamos hecho una gran temporada con un esquema para jugar a la contra muy definido”, explica Schuster, ganador de seis Copas, tres con el Barcelona, dos con el Atlético y una con el Madrid. “La contra es nuestro estilo histórico, lo hacíamos muy bien”, incide Futre. Ayer mismo, en el entrenamiento se pudo escuchar al cuerpo técnico gritar: “¡Pase y contragolpe!”
“La mejor virtud del Atlético de Simeone y del Madrid de Mourinho son las contras, en el 92 el Madrid jugaba más a tener el balón, en eso han cambiado. El viernes, las pérdidas de balón en el medio de campo y las transiciones de defensa a ataque van a ser decisivas. El Madrid tiene mucha velocidad con Cristiano, con Di María e incluso con Özil, y Xabi Alonso les lanza bien en corto y en largo”, analiza Schuster. “Los dos equipos se sienten más cómodos sin la pelota porque tienen jugadores muy rápidos, pero creo que el Madrid va a tener más el balón”, apostilla Futre, que reconoce los problemas de fluidez que tiene el Atlético: “Es una cuestión de los que tienen que trasladar la pelota hasta el área”. Y en ese punto, Futre medita sobre la elección que tendrá que hacer Simeone entre Mario Suárez y Tiago: “Mario trabaja mucho, Tiago tiene más calidad y más llegada, pero hay que cerrar ahí”. Ayer el técnico probó en la sesión con el primero.
“También hay que estar pendientes de las jugadas a balón parado porque en las finales pueden ser decisivas”, advierte Schuster, que con un lanzamiento de falta hizo el 1-0 en la final del 92: “Le dije a Buyo en el túnel de vestuarios que la primera que tuviera iría dentro. Él sabía que este alemán le podía joder”.
Futre hizo el 2-0 con un zurdazo sin demasiado ángulo que se coló por la escuadra. “Me dio el pase Manolo, fue al revés de lo que hacíamos normalmente”, asiente Futre, que no olvida la noche previa a la final. “Luis me despertó a las tres de la mañana para recordarme lo que le habían hecho a Pizo Gómez, Míchel, Gordillo y Ruggeri tres años atrás, que le habían pedido autógrafos y le dijeron que era su ídolo. Tenéis que vengaros de lo de Pizo, me dijo, y ese fue el espíritu de aquella final”, concluye Futre.