Berlín impone duros límites al fondo de choque anticrisis a cambio de reformas
Merkel retrasa las propuestas encaminadas a compartir riesgos en la Unión Europea
CLAUDI PÉREZ / MIGUEL GONZÁLEZ
Bruselas, El País
Complicados vehículos, extraños mecanismos, indescifrables tecnicismos; la UE se empeña en enzarzarse en complejidades para eludir la única pregunta relevante: ¿Están dispuestos los socios a poner dinero encima de la mesa para acabar con esta pesadilla? Alemania demostró ayer que los países del Norte están lejos de eso. La Comisión y el Consejo proponían a los líderes un fondo de choque anticrisis —con una oscura etiqueta: capacidad fiscal—, para paliar los efectos más devastadores de la recesión en los países que apliquen recortes a rajatabla. Nein: una vez más, la canciller alemana, Angela Merkel, aguó tanto el vino y aplicó con tal saña la tijera que el resultado final apenas resulta reconocible. El jueves, ese mecanismo incluía un subsidio de paro común en casos de un drástico y coyuntural aumento del desempleo. 24 horas después, los líderes se marcharon con algo muy distinto: un encargo a los presidentes del Consejo y de la Comisión, Herman Van Rompuy y José Manuel Durão Barroso, para que en junio de 2013 propongan crear un “mecanismo de solidaridad para la competitividad y el crecimiento” con poderes muy inferiores a los inicialmente previstos. Y sin rastro del subsidio de desempleo comunitario, desde luego. Nunca antes el suflé bajó tanto y tan rápido. El presidente francés, François Hollande, el español Mariano Rajoy y el italiano Mario Monti se dieron por satisfechos. Obviaron que Merkel vetó la propuesta inicial y se apuntaron el éxito de la enmienda planteada conjuntamente por España, Francia e Italia para salvar al menos una parte del fondo de choque anticrisis. “Estamos hablando del embrión de una capacidad fiscal”, enfatizó Rajoy con optimismo.
Merkel llegó de inmediato con las rebajas. Advirtió de que su potencia de fuego será reducida, entre 10.000 y 15.000 millones de euros. Y lo más importante: tendrá carácter temporal y estará vinculado a la firma de un “contrato individual” con la UE en el que los países se comprometan a aplicar ajustes. Se trata de un paso más en esa senda que lleva a formalizar la sacrosanta austeridad de inspiración alemana en leyes nacionales y tratados europeos, incluso en las constituciones, y ahora también en contratos.
Merkel admitió que España podría ser uno de los beneficiarios del nuevo fondo, pero anunció que una de las condiciones imprescindibles para acceder a él será tener un déficit máximo del 3% del PIB. Si España cumple el exigente calendario europeo de recorte del déficit (algo improbable), eso sucederá allá por 2014.
Rajoy hizo una valoración positiva de la cumbre: “Cuando uno va a una negociación no puede pretender sacar el 100% de sus propuestas”, dijo. Lo importante, para la delegación española, es que de Bruselas sale una hoja de ruta con calendarios concretos. Aunque puede que lo más importante llegue tarde para España: en junio de 2013 deberá alcanzarse un acuerdo sobre la definición de los activos heredados del sistema financiero para recapitalizar directamente la banca cuando esté en marcha el supervisor único (no antes de marzo de 2014). En plata: se trata de que sea la Unión quien inyecte capital en los bancos, para que la deuda pública no se dispare. Madrid no renuncia a beneficiarse de este sistema y descargar de la deuda pública una parte del coste del rescate bancario (unos 40.000 millones, cuatro puntos de PIB), pero se cura en salud: “La prima de riesgo no depende de cuatro puntos de PIB”.
Las cosas van para largo tanto con la recapitalización directa de bancos como con la creación de un fondo de resolución de entidades financieras, que llegará también a partir de 2014: siguen los retrasos en todo lo que pueda suponer una cierta mutualización de los riesgos en Europa, una especie de anatema en Berlín.
En una cumbre presidida por las urgencias económicas, Van Rompuy quiso incluir al final de la agenda una mejora en la capacidad y la coordinación militar de Europa para finales de 2013, apoyándose precisamente en una justificación económica: es costoso mantener 27 ejércitos aislados. La cumbre recogió como último punto una mención especial para Siria, aunque la diplomacia europea ha sido incapaz de traducir ese apoyo en un reconocimiento conjunto de la principal coalición opositora, informa Lucía Abellán.
CLAUDI PÉREZ / MIGUEL GONZÁLEZ
Bruselas, El País
Complicados vehículos, extraños mecanismos, indescifrables tecnicismos; la UE se empeña en enzarzarse en complejidades para eludir la única pregunta relevante: ¿Están dispuestos los socios a poner dinero encima de la mesa para acabar con esta pesadilla? Alemania demostró ayer que los países del Norte están lejos de eso. La Comisión y el Consejo proponían a los líderes un fondo de choque anticrisis —con una oscura etiqueta: capacidad fiscal—, para paliar los efectos más devastadores de la recesión en los países que apliquen recortes a rajatabla. Nein: una vez más, la canciller alemana, Angela Merkel, aguó tanto el vino y aplicó con tal saña la tijera que el resultado final apenas resulta reconocible. El jueves, ese mecanismo incluía un subsidio de paro común en casos de un drástico y coyuntural aumento del desempleo. 24 horas después, los líderes se marcharon con algo muy distinto: un encargo a los presidentes del Consejo y de la Comisión, Herman Van Rompuy y José Manuel Durão Barroso, para que en junio de 2013 propongan crear un “mecanismo de solidaridad para la competitividad y el crecimiento” con poderes muy inferiores a los inicialmente previstos. Y sin rastro del subsidio de desempleo comunitario, desde luego. Nunca antes el suflé bajó tanto y tan rápido. El presidente francés, François Hollande, el español Mariano Rajoy y el italiano Mario Monti se dieron por satisfechos. Obviaron que Merkel vetó la propuesta inicial y se apuntaron el éxito de la enmienda planteada conjuntamente por España, Francia e Italia para salvar al menos una parte del fondo de choque anticrisis. “Estamos hablando del embrión de una capacidad fiscal”, enfatizó Rajoy con optimismo.
Merkel llegó de inmediato con las rebajas. Advirtió de que su potencia de fuego será reducida, entre 10.000 y 15.000 millones de euros. Y lo más importante: tendrá carácter temporal y estará vinculado a la firma de un “contrato individual” con la UE en el que los países se comprometan a aplicar ajustes. Se trata de un paso más en esa senda que lleva a formalizar la sacrosanta austeridad de inspiración alemana en leyes nacionales y tratados europeos, incluso en las constituciones, y ahora también en contratos.
Merkel admitió que España podría ser uno de los beneficiarios del nuevo fondo, pero anunció que una de las condiciones imprescindibles para acceder a él será tener un déficit máximo del 3% del PIB. Si España cumple el exigente calendario europeo de recorte del déficit (algo improbable), eso sucederá allá por 2014.
Rajoy hizo una valoración positiva de la cumbre: “Cuando uno va a una negociación no puede pretender sacar el 100% de sus propuestas”, dijo. Lo importante, para la delegación española, es que de Bruselas sale una hoja de ruta con calendarios concretos. Aunque puede que lo más importante llegue tarde para España: en junio de 2013 deberá alcanzarse un acuerdo sobre la definición de los activos heredados del sistema financiero para recapitalizar directamente la banca cuando esté en marcha el supervisor único (no antes de marzo de 2014). En plata: se trata de que sea la Unión quien inyecte capital en los bancos, para que la deuda pública no se dispare. Madrid no renuncia a beneficiarse de este sistema y descargar de la deuda pública una parte del coste del rescate bancario (unos 40.000 millones, cuatro puntos de PIB), pero se cura en salud: “La prima de riesgo no depende de cuatro puntos de PIB”.
Las cosas van para largo tanto con la recapitalización directa de bancos como con la creación de un fondo de resolución de entidades financieras, que llegará también a partir de 2014: siguen los retrasos en todo lo que pueda suponer una cierta mutualización de los riesgos en Europa, una especie de anatema en Berlín.
En una cumbre presidida por las urgencias económicas, Van Rompuy quiso incluir al final de la agenda una mejora en la capacidad y la coordinación militar de Europa para finales de 2013, apoyándose precisamente en una justificación económica: es costoso mantener 27 ejércitos aislados. La cumbre recogió como último punto una mención especial para Siria, aunque la diplomacia europea ha sido incapaz de traducir ese apoyo en un reconocimiento conjunto de la principal coalición opositora, informa Lucía Abellán.