Las agencias de calificación dan mejores notas a sus buenos clientes
Un estudio publicado por el BCE muestra que Moody’s, S&P y Fitch favorecen "sistemáticamente” a las entidades que las contratan para otros negocios
Miguel Jiménez
Madrid, El País
Un estudio recién publicado por el Banco Central Europeo (BCE) muestra que las agencias de calificación tratan de forma más benevolente a los bancos que les proporcionan negocio por otras vías. Los resultados del estudio sugieren que “existen conflictos de intereses entre los bancos y las agencias de calificación que parecen alterar el proceso de calificación”. “Las agencias de calificación dan calificaciones sistemáticamente mejores a los bancos que proporcionan a la agencia una gran cantidad de negocio por calificar bonos de titulización de activos”, añade el informe.
El estudio publicado por el Banco Central Europeo está realizado a partir de una muestra de 38.753 calificaciones de bancos de Estados Unidos y Europa recogidas de forma trimestral desde 1990 hasta 2011. Dichas calificaciones han sido realizadas por las tres principales firmas del sector: Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch. El informe está firmado por el español David Marqués Ibáñez, economista del Banco Central Europeo; por Sam Langield, del supervisor financiero británico (FSA) y de la Junta Europea de Riesgos Sistémicos, y por Harald Hau, profesor de Economía y Finanzas de la Universidad de Ginebra, que han contado con la ayuda de una veintena de economistas y colaboradores para su trabajo.
El informe se hace eco de algunos de los errores que han tenido las agencias, entre los más sonados es el caso de Lehman Brothers
Aunque el documento ha sido divulgado por el BCE y en él han participado algunos de sus economistas, es responsabilidad exclusiva de sus autores y el organismo deja claro que no necesariamente refleja sus puntos de vista.
El informe se hace eco de algunos de los errores garrafales en la calificación que han tenido las agencias, entre los que los más sonados son algunos como el caso de Lehman Brothers o de las titulizaciones de hipotecas basura en Estados Unidos. El estudio trata de ver la relación entre las calificaciones concedidas por las agencias y su situación real de riesgo dos años después de recibir esas notas. El análisis se ha hecho en términos relativos u ordinales. Es decir, trata de ver si aquellos bancos que tienen mejores calificaciones siguen siendo luego los que tienen una mejor posición relativa. Las conclusiones son demoledoras.
“Nuestros resultados sugieren que las agencias asignan calificaciones más positivas a los grandes bancos y a las entidades con más probabilidades de proporcionar a la agencia de calificación negocios adicionales de calificación de valores”, señala el estudio. “Estas distorsiones competitivas son económicamente importantes y ayudan a perpetuar la existencia de bancos demasiado grandes para caer”, añade.
Los autores recogen que el sesgo a favor de los grandes bancos puede estar relacionado con los conflictos de intereses relacionados con el tamaño y el poder económico de las entidades y, en una pequeña parte, con el mayor respaldo por parte de los Estados. El informe señala que ese sesgo es económicamente significativo y que equivale a un abaratamiento del coste de financiación de unos 40 puntos básicos.
Pero ese favoritismo se acentúa en el caso de los bancos que son buenos clientes de las agencias de calificación, según se deduce del análisis de 1.189 emisores de bonos de titulización de activos con un valor nominal de seis billones de dólares (unos 4,6 billones de euros), realizado por los autores del estudio. “Cuanto más utiliza un banco una agencia de calificación concreta para la calificación de sus emisiones de bonos de titulización, mayor es la recompensa de esta agencia al banco en forma de una mejor calificación crediticia”, dice el informe. “Consideramos que esto representa una clara prueba de que los conflictos de interés en el negocio de la titulización de activos ponen en peligro la calidad de las calificaciones crediticias de los bancos”, concluye.
Además, el estudio también señala que las diferencias de calificación entre entidades con grado de inversión (las más elevadas) no son lo suficientemente atinadas como para que se haga descansar en las notas de las agencias la ponderación por riesgo, como hacen los Acuerdos de Basilea, las normas internacionales que regulan las exigencias de capital a la banca. Según esas normas, se establece una ponderación por riesgo del 20% para las exposiciones a bancos con calificaciones muy altas (de AAA a AA-), del 50% para las que se mueven entre A+ y A-, y del 100% para las de grado de inversión más bajo (de BBB+ a BBB-). Pero el estudio publicado por el BCE muestra que en la práctica, la evidencia empírica no arroja diferencias entre las dos primeras categorías sobre la situación futura de la entidad. Aunque suene un poco técnico, eso tiene enormes consecuencias. En la medida en que se asigna una mayor ponderación por riesgo, los requerimientos de capital aumentan. Por ello, los autores del estudio creen que las agencias de calificación pueden distorsionar injustificadamente el mercado interbancario con sus calificaciones.
La conclusión del informe es que, “a la luz de las deficiencias en el proceso de calificación actual, deben fomentarse fuentes alternativas de información de calificación crediticia”. En particular, los autores propugnan que se exija una mayor cantidad y calidad de información pública a las entidades financieras para facilitar análisis de calificación crediticia mejores y más baratos y “reducir el poder y la exorbitante influencia de las agencias de calificación en el sistema actual”.
El informe llega a decir que, con los cambios en la regulación que reducen la dependencia de las agencias, ciertos segmentos de la calificación crediticia podrían llegar a ser productos básicos de bajo coste dominados por organizaciones sin ánimo de lucro. Está por ver.
Menos poder, pero mucho poder
“Las agencias de calificación siempre van por detrás de los mercados. El Gobierno español no se va a mover en función de lo que hagan”. Esas palabras las pronunció el ministro de Economía, Luis de Guindos, la semana pasada en Tokio. Standard & Poor’s acababa de rebajar la calificación de la deuda española y lo cierto es que los mercados ignoraron por completo la decisión. El día que S&P bajó la nota de forma general a los bancos españoles esta semana, sus cotizaciones se dispararon en Bolsa, pues el mercado estaba más pendiente de las noticias sobre un posible rescate.
El impacto de las calificaciones de las agencias en los mercados se ha reducido, pero los inversores siguen prestando una enorme atención a si un Estado, banco o empresa está dentro de las llamadas categorías de inversión o de las especulativas (bonos basura). Las normas internas de muchos inversores institucionales les limitan o prohíben invertir en bonos basura, así que ese paso es decisivo. Eso explica la gran acogida que tuvo este miércoles en los mercados la decisión de Moody’s de mantener a España dentro del grado de inversión.
El informe publicado por el BCE esta semana muestra que las agencias se equivocan más en tiempos de bonanza que de crisis. En la última etapa de bonanza no solo se equivocaron, sino que fueron en parte las causantes de la crisis. Así lo concluyó la comisión del Congreso de EE UU que estudió la crisis financiera: “Concluimos que los fallos de las agencias de calificación crediticia fueron engranajes esenciales en la maquinaria de la destrucción financiera. Las tres agencias fueron herramientas clave del caos financiero. Los valores relacionados con hipotecas en el corazón de la crisis no se habrían comercializado y vendido sin su sello de aprobación. Los inversores confiaron en ellas, a menudo ciegamente. (...) Esta crisis no habría podido ocurrir sin las agencias. Sus calificaciones ayudaron al mercado a dispararse y sus rebajas de 2007 y 2008 causaron estragos”, señalaba el informe de dicha comisión.
Miguel Jiménez
Madrid, El País
Un estudio recién publicado por el Banco Central Europeo (BCE) muestra que las agencias de calificación tratan de forma más benevolente a los bancos que les proporcionan negocio por otras vías. Los resultados del estudio sugieren que “existen conflictos de intereses entre los bancos y las agencias de calificación que parecen alterar el proceso de calificación”. “Las agencias de calificación dan calificaciones sistemáticamente mejores a los bancos que proporcionan a la agencia una gran cantidad de negocio por calificar bonos de titulización de activos”, añade el informe.
El estudio publicado por el Banco Central Europeo está realizado a partir de una muestra de 38.753 calificaciones de bancos de Estados Unidos y Europa recogidas de forma trimestral desde 1990 hasta 2011. Dichas calificaciones han sido realizadas por las tres principales firmas del sector: Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch. El informe está firmado por el español David Marqués Ibáñez, economista del Banco Central Europeo; por Sam Langield, del supervisor financiero británico (FSA) y de la Junta Europea de Riesgos Sistémicos, y por Harald Hau, profesor de Economía y Finanzas de la Universidad de Ginebra, que han contado con la ayuda de una veintena de economistas y colaboradores para su trabajo.
El informe se hace eco de algunos de los errores que han tenido las agencias, entre los más sonados es el caso de Lehman Brothers
Aunque el documento ha sido divulgado por el BCE y en él han participado algunos de sus economistas, es responsabilidad exclusiva de sus autores y el organismo deja claro que no necesariamente refleja sus puntos de vista.
El informe se hace eco de algunos de los errores garrafales en la calificación que han tenido las agencias, entre los que los más sonados son algunos como el caso de Lehman Brothers o de las titulizaciones de hipotecas basura en Estados Unidos. El estudio trata de ver la relación entre las calificaciones concedidas por las agencias y su situación real de riesgo dos años después de recibir esas notas. El análisis se ha hecho en términos relativos u ordinales. Es decir, trata de ver si aquellos bancos que tienen mejores calificaciones siguen siendo luego los que tienen una mejor posición relativa. Las conclusiones son demoledoras.
“Nuestros resultados sugieren que las agencias asignan calificaciones más positivas a los grandes bancos y a las entidades con más probabilidades de proporcionar a la agencia de calificación negocios adicionales de calificación de valores”, señala el estudio. “Estas distorsiones competitivas son económicamente importantes y ayudan a perpetuar la existencia de bancos demasiado grandes para caer”, añade.
Los autores recogen que el sesgo a favor de los grandes bancos puede estar relacionado con los conflictos de intereses relacionados con el tamaño y el poder económico de las entidades y, en una pequeña parte, con el mayor respaldo por parte de los Estados. El informe señala que ese sesgo es económicamente significativo y que equivale a un abaratamiento del coste de financiación de unos 40 puntos básicos.
Pero ese favoritismo se acentúa en el caso de los bancos que son buenos clientes de las agencias de calificación, según se deduce del análisis de 1.189 emisores de bonos de titulización de activos con un valor nominal de seis billones de dólares (unos 4,6 billones de euros), realizado por los autores del estudio. “Cuanto más utiliza un banco una agencia de calificación concreta para la calificación de sus emisiones de bonos de titulización, mayor es la recompensa de esta agencia al banco en forma de una mejor calificación crediticia”, dice el informe. “Consideramos que esto representa una clara prueba de que los conflictos de interés en el negocio de la titulización de activos ponen en peligro la calidad de las calificaciones crediticias de los bancos”, concluye.
Además, el estudio también señala que las diferencias de calificación entre entidades con grado de inversión (las más elevadas) no son lo suficientemente atinadas como para que se haga descansar en las notas de las agencias la ponderación por riesgo, como hacen los Acuerdos de Basilea, las normas internacionales que regulan las exigencias de capital a la banca. Según esas normas, se establece una ponderación por riesgo del 20% para las exposiciones a bancos con calificaciones muy altas (de AAA a AA-), del 50% para las que se mueven entre A+ y A-, y del 100% para las de grado de inversión más bajo (de BBB+ a BBB-). Pero el estudio publicado por el BCE muestra que en la práctica, la evidencia empírica no arroja diferencias entre las dos primeras categorías sobre la situación futura de la entidad. Aunque suene un poco técnico, eso tiene enormes consecuencias. En la medida en que se asigna una mayor ponderación por riesgo, los requerimientos de capital aumentan. Por ello, los autores del estudio creen que las agencias de calificación pueden distorsionar injustificadamente el mercado interbancario con sus calificaciones.
La conclusión del informe es que, “a la luz de las deficiencias en el proceso de calificación actual, deben fomentarse fuentes alternativas de información de calificación crediticia”. En particular, los autores propugnan que se exija una mayor cantidad y calidad de información pública a las entidades financieras para facilitar análisis de calificación crediticia mejores y más baratos y “reducir el poder y la exorbitante influencia de las agencias de calificación en el sistema actual”.
El informe llega a decir que, con los cambios en la regulación que reducen la dependencia de las agencias, ciertos segmentos de la calificación crediticia podrían llegar a ser productos básicos de bajo coste dominados por organizaciones sin ánimo de lucro. Está por ver.
Menos poder, pero mucho poder
“Las agencias de calificación siempre van por detrás de los mercados. El Gobierno español no se va a mover en función de lo que hagan”. Esas palabras las pronunció el ministro de Economía, Luis de Guindos, la semana pasada en Tokio. Standard & Poor’s acababa de rebajar la calificación de la deuda española y lo cierto es que los mercados ignoraron por completo la decisión. El día que S&P bajó la nota de forma general a los bancos españoles esta semana, sus cotizaciones se dispararon en Bolsa, pues el mercado estaba más pendiente de las noticias sobre un posible rescate.
El impacto de las calificaciones de las agencias en los mercados se ha reducido, pero los inversores siguen prestando una enorme atención a si un Estado, banco o empresa está dentro de las llamadas categorías de inversión o de las especulativas (bonos basura). Las normas internas de muchos inversores institucionales les limitan o prohíben invertir en bonos basura, así que ese paso es decisivo. Eso explica la gran acogida que tuvo este miércoles en los mercados la decisión de Moody’s de mantener a España dentro del grado de inversión.
El informe publicado por el BCE esta semana muestra que las agencias se equivocan más en tiempos de bonanza que de crisis. En la última etapa de bonanza no solo se equivocaron, sino que fueron en parte las causantes de la crisis. Así lo concluyó la comisión del Congreso de EE UU que estudió la crisis financiera: “Concluimos que los fallos de las agencias de calificación crediticia fueron engranajes esenciales en la maquinaria de la destrucción financiera. Las tres agencias fueron herramientas clave del caos financiero. Los valores relacionados con hipotecas en el corazón de la crisis no se habrían comercializado y vendido sin su sello de aprobación. Los inversores confiaron en ellas, a menudo ciegamente. (...) Esta crisis no habría podido ocurrir sin las agencias. Sus calificaciones ayudaron al mercado a dispararse y sus rebajas de 2007 y 2008 causaron estragos”, señalaba el informe de dicha comisión.