Obispos piden preservar parques y menos coca ilegal para evitar deforestación
Cochabamba, ERBOL
“Necesitamos leyes, políticas y proyectos alternativos para detener la deforestación actual de la selva amazónica que es el pulmón de nuestra tierra. De la misma manera, se tiene que parar la deforestación de otras zonas del país, causada, entre otros, por los chaqueos e incendios descontrolados, y por las plantaciones excedentarias de coca”, señala la Carta Pastoral sobre Medio Ambiente y Desarrollo Humano en Bolivia, que será presentada hoy por los obispos de la Iglesia Católica en la ciudad de Cochabamba.
Según los representantes de la Iglesia Católica, la destrucción del medio ambiente “tiene origen en la desmesurada deforestación producida por habilitar grandes extensiones para cultivos agroindustriales y la irracional explotación maderera, por la agricultura migratoria, el avance de la colonización, los asentamientos caóticos en las zonas de los yacimientos petrolíferos, el sobrepastoreo y el monocultivo”.
“De la misma manera, aumentan las plantaciones ilegales de coca incluso en zonas protegidas que no sólo han afectado a los Yungas de La Paz y al Trópico de Cochabamba, sino también a parques nacionales y reservas forestales de Santa Cruz y Beni, donde los bosques son devastados para convertirlos en zonas de producción ilegal de coca”, indica el documento.
En criterio de los obispos, la explotación extractiva de las materias primas, especialmente minería e hidrocarburos, es la principal actividad nacional que genera deterioro ambiental.
“Los gases y las sustancias tóxicas que provienen de la industria hidrocarburífera y minera no sólo contaminan los ríos, el subsuelo y el aire, sino también la flora y la fauna. La perspectiva de megaproyectos de represas, que por un lado tienen beneficios y por otro también pueden ser factores de desequilibrio ecológico, tendrán que someterse a estudios objetivos de impacto ambiental”, alertan.
¿Madre o hermana?
Para los obispos, la Pachamama, considerada en las culturas del occidente del país como madre generosa y sustento de la vida, expresa la idea de cuidar y criar todo el universo, espacio y tiempo (pacha), donde todo está relacionado, en correspondencia y complementación.
“Como cristianos, reconocemos y apreciamos que la tierra es una creatura de Dios; a la que, como San Francisco, podemos llamar la “hermana madre tierra” y a la cual siempre hemos de tratar, cuidar y proteger con sumo respeto”, dicen.
En este marco, consideran que “la tierra no es sujeto de derechos, ya que sólo es la persona humana, culmen de la creación, la que tiene derechos y deberes frente a todo lo creado, pues se trata de un don del Dios trascendente, cuyo valor es trascendental más allá de su utilidad económica.
La Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que los pueblos indígenas nos regala. No siempre hemos valorado suficientemente la cosmovisión de los indígenas que les permite vivir en armonía y equilibrio con todo el universo.
En opinión de la Iglesia Católica, el vivir bien se define como la “relación con Dios, con los hermanos, mediante el amor y el compromiso a favor del bien común y de la causa de los pobres, y la relación con la naturaleza mediante la esperanza y el uso correcto de los bienes de la tierra en beneficio de nuestra generación y de las que vendrán”.
En ese sentido, expresaron su preocupación particular sobre “la preservación de las áreas protegidas y parques nacionales como reservas naturales que benefician a todos los habitantes del país: en cuanto bien común, no pueden quedar a merced de intereses económicos, políticos o sectoriales”.
“Necesitamos leyes, políticas y proyectos alternativos para detener la deforestación actual de la selva amazónica que es el pulmón de nuestra tierra. De la misma manera, se tiene que parar la deforestación de otras zonas del país, causada, entre otros, por los chaqueos e incendios descontrolados, y por las plantaciones excedentarias de coca”, señala la Carta Pastoral sobre Medio Ambiente y Desarrollo Humano en Bolivia, que será presentada hoy por los obispos de la Iglesia Católica en la ciudad de Cochabamba.
Según los representantes de la Iglesia Católica, la destrucción del medio ambiente “tiene origen en la desmesurada deforestación producida por habilitar grandes extensiones para cultivos agroindustriales y la irracional explotación maderera, por la agricultura migratoria, el avance de la colonización, los asentamientos caóticos en las zonas de los yacimientos petrolíferos, el sobrepastoreo y el monocultivo”.
“De la misma manera, aumentan las plantaciones ilegales de coca incluso en zonas protegidas que no sólo han afectado a los Yungas de La Paz y al Trópico de Cochabamba, sino también a parques nacionales y reservas forestales de Santa Cruz y Beni, donde los bosques son devastados para convertirlos en zonas de producción ilegal de coca”, indica el documento.
En criterio de los obispos, la explotación extractiva de las materias primas, especialmente minería e hidrocarburos, es la principal actividad nacional que genera deterioro ambiental.
“Los gases y las sustancias tóxicas que provienen de la industria hidrocarburífera y minera no sólo contaminan los ríos, el subsuelo y el aire, sino también la flora y la fauna. La perspectiva de megaproyectos de represas, que por un lado tienen beneficios y por otro también pueden ser factores de desequilibrio ecológico, tendrán que someterse a estudios objetivos de impacto ambiental”, alertan.
¿Madre o hermana?
Para los obispos, la Pachamama, considerada en las culturas del occidente del país como madre generosa y sustento de la vida, expresa la idea de cuidar y criar todo el universo, espacio y tiempo (pacha), donde todo está relacionado, en correspondencia y complementación.
“Como cristianos, reconocemos y apreciamos que la tierra es una creatura de Dios; a la que, como San Francisco, podemos llamar la “hermana madre tierra” y a la cual siempre hemos de tratar, cuidar y proteger con sumo respeto”, dicen.
En este marco, consideran que “la tierra no es sujeto de derechos, ya que sólo es la persona humana, culmen de la creación, la que tiene derechos y deberes frente a todo lo creado, pues se trata de un don del Dios trascendente, cuyo valor es trascendental más allá de su utilidad económica.
La Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que los pueblos indígenas nos regala. No siempre hemos valorado suficientemente la cosmovisión de los indígenas que les permite vivir en armonía y equilibrio con todo el universo.
En opinión de la Iglesia Católica, el vivir bien se define como la “relación con Dios, con los hermanos, mediante el amor y el compromiso a favor del bien común y de la causa de los pobres, y la relación con la naturaleza mediante la esperanza y el uso correcto de los bienes de la tierra en beneficio de nuestra generación y de las que vendrán”.
En ese sentido, expresaron su preocupación particular sobre “la preservación de las áreas protegidas y parques nacionales como reservas naturales que benefician a todos los habitantes del país: en cuanto bien común, no pueden quedar a merced de intereses económicos, políticos o sectoriales”.